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Heroicidad de Guzman el Bueno en Tarifa.

Entre los personajes malvados que hubo en aquel siglo, y los produjo muy malos, debe distinguirse el Infante Don Juan, uno de los hermanos del Rey (1); inquieto, turbulento, sin lealtad y sin constancia, habia abandonado á su padre por su hermano, y despues á su hermano por su padre. En el reynando de Sancho fué siempre uno de los atizadores de la discordia, sin que el rigor pudiese escarmentarle, ni contenerle el favor. A cualquiera soplo de esperanza, por vana y vaga que fuese, mudaba de senda y de partido, no reparando jamas en los medios de conseguir sus fines, por injustos y atrozes que fuesen : ambicioso sin capazidad, faccioso sin valor, y digno siempre del odio y del desprecio de todos los partidos. Acababa el Rey su hermano de darle libertad de la prision, á que le condenó en Alfaro, cuando la muerte del Señor de Vizcaya, cuyo cómplice habia sido. Ni el juramento que entónces hizo de mantenerse fiel, ni la autoridad y consideracion que le dieron en el gobierno pudieron sosegarle. Alborotóse de nuevo, y no pudiendo mantenerse en Castilla, se huyó á Portugal, de donde aquel Rey le mandó salir por respeto á Don Sancho. De allí se embarcó, y llegó á Tánger, y ofreció sus servicios al Rey de Marruecos Aben Jacob, que pensaba entonces hacer guerra al Rey de Castilla. Le recibió con todo honor y cortesía, y le envió en compañía de su primo Amir al frente de cinco mil ginetes, con los cuales pasaron el estrecho, y se pusieron sobre Tarifa.

(1) Sucedió el heroico lance que aquí se refiere en el reynado de D. Sancho el IV, llamado el Bravo, en los últimos años del siglo décimotercio, poco despues de la guerra civil que suscité contra su padre D. Alonso el Sabio.

Tentaron primeramente la lealtad del Alcaide, ofreciéndole un tesoro si les daba la villa; y la vil propuesta fué desechada con indignacion. Atácanla despues con todos Jos artificios bélicos que el arte y la animosidad les sugirieron; mas fueron animosamente rechazados. Dejan pasar algunos dias, y manifestando á Guzman el desamparo en que le dejan los suyos, y los socorros y abundancia que pueden venir a ellos, le proponen que pues habia hecho desprecio de las riquezas que le daban, si él partia con ellos su tesoro, descercarian la villa. «Los buenos caballeros, respondió Guzman, ni compran ni venden la victoria >> Furiosos los moros se aprestaban nuevamente al asalto, cuando el inicuo Infante acude á otro medio mas poderoso para vencer la constancia del caudillo.

Tenia en su poder al hijo mayor de Guzman, que sus padres le habian confiado anteriormente para que le llevase á la corte de Portugal, con cuyo Rey tenian deudo. En vez de dejarlo allí, le llevó al Africa, y le trajo á España consigo; y entonces le creyó instrumento seguro para el logro de sus fines. Sacóle maniatado de la tienda donde le tenia, y se le presentó al padre, intimándole que si no rendia la plaza, le matarian á su vista. No era esta la primera vez que el infame usaba de este abominable recurso. Ya en los tiempos de su padre, para arrancar de su obediencia á Zamora, habia cogido un hijo de la Alcaidesa del Alcázar, y presentándole con la misma intimacion, habia logrado que se le rindiese. Pero en esta ocasion su barbarie era sin comparacion mas horrible, pues con la humanidad y la justicia violaba á un tiempo la amistad, el honor y la confianza. Al ver el hijo, al oir sus gemidos, y al escuchar las palabras del asesino, las lágrimas vinicron á los ojos del padre; pero la fe jurada al Rey, la salud de la patria, la indignacion pro

ducida por aquella conducta tan execrable, luchan con la naturaleza, y vencen, mostrándose el heroe entero contra la iniquidad de los hombres y el rigor de la fortuna. << No engendré yo hijo, prorumpió, para que fuese contra » mi tierra; ántes engendré hijo á mi patria para que >> fuese contra todos los enemigos de ella. Si Don Juan »le diese muerte, á mí dará gloria, a mi hijo verdadera » vida, y á él eterna infamia en el mundo, y condenacion » eterna despues de muerto. Y para que vean cuan lejos » estoy de rendir la plaza, y faltar á mi deber, allá va » mi cuchillo, si acaso les falta arma para completar su » atrozidad ». Dicho esto, sacó el cuchillo que llevaba á la cintura, le arrojó al campo, y se retiró al castillo.

á

Sentóse á comer con su esposa, reprimiendo el dolor en el pecho, para que no saliese al rostro. Entretanto el Infante, desesperado y rabioso hizo degollar la víctima, cuyo sacrificio los cristianos estaban en el muro, proque rumpieron en alaridos. Salió al ruido Guzman, y cierto de donde nacia, volvió á la mesa diciendo : « cuidé que los enemigos entraban en Tarifa ». De allí á poco los moros, desconfiados de allanar su constancia, y temiendo el socorro que ya venia de Sevilla á los sitiados, levantaron el cerco que habia durado seis meses, y se volvieron á Africa sin mas fruto que la ignominia y el horror que su execrable conducta merecia.

La fama de aquel hecho llenó al instante toda España, y llegó á los oidos del Rey. Enfermo á la sazon en Alcalá de Henares; desde allí escribió á Guzman una carta en demostracion de agradecimiento por la insigne defensa que habia hecho de Tarifa. Compárale en ella á Abraham, le confirma el renombre de Bueno, que ya el público le daba por sus virtudes; le promete mercedes correspondientes á su lealtad, y le manda que venga á verle, escusándose

de no ir él á buscarle en persona por su dolencia. Don Alonso, luego que se desembarazó del tropel de amigos y parientes, que de todas partes del reyno acudieron á darle el parabien y pésame de su hazaña, vino á Castilla con grande acompañamiento. Salian á verle las gentes á los caminos señalabanle con el dedo por las calles : hasta las doncellas recatadas pedian licencia á sus padres para ir y saciar sus ojos, viendo á aquel varon insigne que tan grande ejemplo de entereza habia dado. Al llegar á Alcalá salió la corte toda á su encuentro por mandado del Rey, y Sancho al recibirle, dijo á los donceles y caballeros que estaban presentes : « aprended, caballeros, á sacar labores de bondad; cerca teneis el dechado ». A estas palabras de favor y de gracia añadió mercedes y privilegios magníficos; y entónces fué cuando le hizo donacion para sí y sus descendientes, de toda la tierra que costea la Andaluzía, entre las desembocaduras del Guadalquivir y Guadelete.

D. Manuel José Quintana, Vidas de Españoles célebrès.

Triunfos navales de Roger de Lauria, (1)

Las aguas de Malta fueron el teatro de la primera victoria de Roger. Tuvo aviso de que las galeras francesas navegaban la vuelta de aquella isla, para socorrer la ciudadela sitiada por los aragoneses, y al instante se dirigió con las suyas á encontrarlas. Hallólas descuidadas en el puerto; y aunque pudo acometerlas improviso sin

(1) Los alcanzó por los años de 1283 y 1284, siendo Almirante de Aragon por el Rey D. Pedro III en la guerra contra Carlos de Anjou, que le disputaba la corona de Sicilia.

ser sentido, quiso mas bien esperar el dia para la batalla, y les envió un esquife á decirles que se rindiesen, ó se apercibiesen á la pelea. Sin duda que quiso dar crédito á sus armas, manifestando á los enemigos que desdeñaba los medios de la astucia, y solo queria valerse del esfuerzo; mas el éxito únicamente podia absolver de temeraria esta bizarría. Eran las galeras enemigas veinte, y las suyas diez y ocho; al rayar el dia embistieron las unas con las otras, y pelearon con tanto teson y encarnizamiento, como si de aquella jornada dependiese la restitucion de la Sicilia. Medio dia era pasado, y aun duraba la accion, cuando el General frances vió que sus galeras cedian, y se inclinaban á huir. Llamábase Guillermo Corner, y estaba dotado de un valor extraordinario: encendido en saña por la flaqueza de los suyos, quiso aventurarlo todo de una vez, y con denuedo terrible acometió la capitana de Lauria, creyendo librada su victoria en tomarla ó destruirla. Abordóla por la proa : él con una hacha de armas empezó á hacerse camino por medio de sus enemigos, hiriendo y matando en ellos : Roger le salió al encuentro, y los dos pelearon entre sí con el esfuerzo que los distinguia, y el furor que los animaba. En medio de la refriega una azcona arrojada clava á Roger por un pie á las tablas del navío, y una piedra derriba á Guillermo el hacha que tenia en la mano; entonces el General español que habia podido desclavarse la azcona, la arrojó á su contrario, que atravesado con ella, cayó sobre la cubierta sin vida. Su muerte acabó de declarar la victoria por lo's nuestros, que con diez galeras apresadas, y rendidas las islas de Gozo, Malta y Lípari, volvieron triunfantes á Sicilia.

Alzado con esta ventaja el ánimo & mayores cosas, Roger á armando cuantas galeras habia en la isla, costeó con ellas

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