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Pero ni esta leccion ni otras de su clase que vemos consignadas en la historia de aquel soldado, han sido bastantes para cautelar á algunos Gobiernos de crearse embarazos semejantes. Esto se ve en la conducta observada por la Prusia con el M. R. Arzobispo de Colonia.

Diferencias habian mediado entre el Gobierno y el Prelado, nacidas del antiguo plan formado por aquel: habia tiempo que se manifestaba como dominado del deseo de ser como el regenerador de una secta moribunda, ó como el Apóstol del protestantismo; veia que la heregía del siglo XVI iba ya á pasar al dominio de la historia, y concibió la idea de reanimar los errores de Lutero; no contento con que estos triunfasen en su contorno, quiso estender su proselitismo aun á regiones estrañas. La obra escrita por el Obispo Pignerol, titulada Noticias ó apuntes históricos sobre el verdadero origen de los vaudeses, y sobre el carácter de sus doctrinas, lo comprueba: este libro descubre los es fuerzos de los protestantes por oscurecer una verdad histórica que se interesan en alterarla; por lo tanto, no es el mas acomodado para lisonjear al Gefe coronado de la secta; asi es que su Embajador en Turin tuvo encargo de hacer todo lo posible porque no viera la luz; él mismo vió en dicho libro una nota, en la que se descubre el celo propagandista de su Señor; y si el Obispo Pignerol hubiera tenido la desgracia de residir entonces en las provincias del Rin, sin duda que los calabozos de la capital hubieran sido su obispado. Esta nota, que se halla en la página 16, dice asi: "Si alguna vez pudiera realizarse la esperanza de hermanar ó hacer una fusion de protestantes y católicos, diríamos á Mr. Muston que uno de los mejores medios seria el recurrir á cierto Potentado del Norte, que se imagina que se crean cultos con decretos como se crean

Landwerds, y que ya antes de ahora ha hecho esta clase de prodigios." Esto alude á la amalgama que hizo de luteranos y calvinistas, dándoles el nombre de evangélicos; ¿quién sabe, pues, si en caso de en cargarse de hermanar á su modo á los católicos con los protestantes, lo hará dándoles el nombre de cristianos? Esta denominacion, al menos en cierto sentido, no se censuraria de nueva.

El siguiente hecho acredita tambien su espíritu propagandista. En el Piamonte quaria casarse un católico con una protestante, pero la ley civil del pais prohibia este enlace si no precedian las dispensas acostumbradas, y el Embajador prusiano, á quien no detenian las justas consideraciones que debian guardarse al Papa, al Diocesano y á las leyes del pais, facilita el que en su capilla privada se celebre este matrimonio por su Capellan protestante; hé aqui el documento que lo testifica:

"Hoy 13 de agosto de 1836, yo el abajo firmado, Capellan de las legaciones protestantes de esta corte de Cerdeña, y Pastor de la Iglesia evangé lica de Turin, en virtud de autorizacion recibida de S. E. el General Conde de Waldburg-Truchsen, Enviado estraordinario, y Ministro plenipotenciario de S. M. el Rey de Prusia, y vistas las formalidades que deben preceder, cumplidas por los esposos que abajo se mencionan, para que nada pueda oponerse legítimamente á la celebracion de su himeneo, declaro haber unido por la bendicion nupcial en la capilla de S. M. el Rey de Prusia á N. de N. con N. de N., en presencia de los testigos N. N. de N. N.; en fe de lo que &c. A. Bert .P. ch."

Esto por sí, aun cuando mas no hubiese, podria poner fuera de toda duda el espíritu de proselitismo de aquel Gobierno; proselitismo que se estiende al estremo de que sus Embajadores faciliten el enlace de los protestantes con los católicos, intentan

do dispensar las leyes de la Iglesia católica, y dando á sus Capellanes títulos de Ministros de la Iglesia evangélica en paises donde, gracias a Dios y las leyes, es desconocida.

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Este espíritu, pues, habia hecho á aquel Gobierno adoptar todos los medios que se creyeran mas acomodados para lograr su objeto; asi habia enviado á las provincias Rinianas empleados protestantes que con tus relaciones propagasen sus ideas; y conociendo que los enlaces de estos con los católicos contribuirian poderosamente á este fin, queria que se celebrasen sin las condiciones que el Padre comun de los fieles prescribia para evitar la corrupcion y estravío de sus hijos.

La que unos llaman bondad, y otros debilidad del Conde de Spiegel, último Arzobispo de Colonia, habia contribuido á que no se hallasen en estos enlaces las dificultades que debian encontrarse; y Hermes, catedrático de la universidad de Bonn, que en sus escritos se propuso hermanar el catolicismo con el principio protestante del libre examen, consentido, si no favorecido por aquel Arzobispo, segundaba las ideas del Gobierno. Asi iba insensiblemente propagándose el cáncer del error entre los católicos; pero murió aquel Prelado, y le sucedió el M. R. Clemente Augusto, Baron de Drosde-Vischering, que ya antes habia administrado la diócesis de Munster en Westfalia, donde se habia grangeado el aprecio de todos por su saber, virtudes y otras prendas.

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Este señor Arzobispo, conociendo los estragos que hacia el error en la diócesis, y que los medios por los que se propagaba eran la doctria de Hermes, que tantos adeptos contaba, condenada ya por Iglesia católica, y la inobservancia de las condiciones prescritas por el sumo Pontífice Pio VIII para la celebracion de los matrimonios mistos, trató de contenerlos, haciendo pública la condenacion de la doc

trina Hermesiana, que hasta entonces se habia procurado ocultar, y prohibió que se enseñara: asimismo mandó que en los matrimonios mistos se observaran las condiciones prescritas en el breve del sobredicho sumo Pontífice.

Conocia que la escesiva indulgencia de su predecesor habia hecho audaz al Gobierno; por lo mismo preveia la lucha que iba á sostener; pero preferia abrazar este partido mas bien que tener que arrepentirse de su debilidad, como sucedió al Árzobispo de Tréveris estando ya para morir.

El Gobierno trabajó por reducir á este Prelado á que siguiera el sistema de condescendencia de su predecesor, dejando que libremente pudiesen los católicos instruirse en las doctrinas de Hermes, y que no se opusiera á que los hijos que resultasen de los matrimonios mistos fuesen educados en la Religion luterana; hasta que desengañado de que se pudiese vencer su firmeza, decretó que fuese espulsado de su Silla.

El 20 de noviembre último se vió cercado todo el barrio del palacio arzobispal por tropas en la mas imponente actitud, teniendo los artilleros la mecha encendida para prender fuego á los cañones que enfilaban las boca-calles en el caso de notarse algun asomo de desorden: y sobre las seis de su tarde se le intima al Arzobispo de orden del Gobierno, por las autoridades supremas de aquella provincia, que ó desista del camino que se habia trazado, ó salga para marchar á donde se le mandase: no titubea, abraza este partido, y sin la menor resistencia ni escusa, baja la escalera de su palacio, entra en el coche que estaba prevenido para conducirle, y escoltado por una partida de artilleros á caballo, es sacado de la ciudad, pasando por entre las filas de los soldados que cubrian el tránsito de las calles, y se le hace caminar de noche, sin consideracion ni á su

ancianidad: su destino es el castillo de Minden, setenta leguas distante de Colonia, donde se le deja preso y bajo la continua vigilancia de dos gendarmes, que no le permiten comunicarse con nadie, ni que reciba cartas sin que antes sean leidas.

El aparato de fuerzas que desplegó el Gobierno para ejecutar este decreto, acredita que conocia el paso falso que daba: para sacar á un Obispo de su palacio nada de esto es necesario: sin duda que el temor al pueblo lo motivaba; pero esto mismo manifiesta la crítica posicion de quien lo disponia: solo la ilegalidad de su proceder puede poner á los Gobiernos en la precision de hacer uso asi de la fuerza para que se ejecuten sus órdenes, pues cuando estas son arregladas á la ley no provocan la resistencia de los pueblos, porque lejos de chocar con sus hábitos, son conformes con ellos. Cuando, pues, los Gobiernos desplegan para ejecutar sus decretos un aparato de fuerzas como el que el de Prusia desplegó para espulsar á un Arzobispo de su Silla, es prueba que no caminan por la senda de la legalidad.

No era infundado el temor de aquel Gobierno, porque si bien con todos estos aprestos llamando la atencion de los colonienses los llenó como de asombro, bien pronto recobrados, dieron, tanto ellos como todos los católicos y aun no católicos de aquellas provincias y de las comarcanas, inequívocas señales de indignacion. Los papeles públicos, sin distincion de colores, de los paises donde no se entiende por libertad el derecho de oprimir al que no solo no sienta, sino aun al que sienta, si no manifiesta sus ideas á placer de los que se apropian el nombre de liberales, han calificado el proceder del Gobierno prusiano de despótico: los mismos nos han dado noticias de las conmociones que por esta causa han ocurrido; no nos han querido ocultar las suscricio

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