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que en el término de ocho dias procederia al nombramiento de Vicario capitular. Sin mas seguros datos no es prudente afirmar lo que se ha dicho acerca de si en esta corporacion habia algunos miembros que influyeron para que el Gobierno separára al Arzobispo, y mucho menos que el haber trabajado en este sentido no fue sin remuneracion. Pero sí es cierto que el Cabildo de la colegial de Aix-laChapelle contestó á la comunicacion que el de Colonia le hizo de que el Arzobispo habia sido desterrado por motivos graves, que no sabia que hubiesen mediado otros sino las providencias dictadas por él respecto á la doctrina de Hermes, y á la observancia del breve del sumo Pontífice Pio VIII sobre los matrimonios mistos, en todo lo que no habia obrado sino como debe obrar un Pastor; y que si el Cabildo de Colonia sabia que hubiese otros, se sirviera comunicarlos.

En igual sentido debió tambien espresarse con el santo Padre, pues en su breve de 26 de diciembre, al contestar al Cabildo, se lamenta de que con. su carta de 22 de noviembre hubiesen agravado el dolor que le causaba la violencia cometida con tan digno Prelado, manifestándose desagradablemente sorprendido de que los mismos los mismos que tan íntimamente debian estar unidos con él, se convirtiesen en acusadores y enemigos suyos, cuando se le obligaba á sufrir una persecucion la mas injusta en defensa de la Religion; y en acusadores y enemigos de quien tanto se habia distinguido por su virtud y prudencia en el desempeño de las funciones eclesiásticas, captándose la voluntad de todos en la administracion de la diócesis de Munster en las circunstancias mas dificiles; pero por fin (decia el santo Padre), que en vista de las señales de respeto y veneracion que mostraba el Cabildo para con la santa Sede, confiaba que en lo sucesivo con su proceder procura

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ria cerrar la herida hecha á su corazon.

El santo Padre puso en conocimiento del Sacro Colegio este suceso, calificándolo segun lo merecia; y posteriormente, habiéndole comunicado el Cabildo de Colonia el nombramiento que hizo de Vicario capitular, asi como el mismo nombrado, espidió los dos breves, que traducidos son como siguen.

"A los amados hijos el Presidente y Canónigos del Cabildo Metropolitano de Colonia:

La carta de 19 de diciembre del año último, en la que nos anunciábais, amados hijos, que habíais hecho la eleccion de un Vicario capitular, asi como la que el elegido nos habia escrito el 5 del mismo mes para obtener ciertas facultades, no nos han llegado hasta el 7 de abril último. Por esto solo, es claro, que el escrito de que nos hablais en vuestra última carta, como publicado el 12 de marzo y en seguida impreso, no ha podido de modo alguno salir de Nos y de la santa Sede en el sentido en que está concebido; y no disimulamos que casi todo lo que se halla en este escrito ha sido manifestado, adelantándose á la intencion que se significó en nuestro nombre, pues habiendo sabido la inquietud que á muchos atormentaba en ese arzobispado sobre el uso de alimentos al aproximarse la cuaresma, lo único que encargamos, al que de esto nos informó, manifestára con prudencia, fue, que compadecidos del triste estado del mismo arzobispado, consentíamos que los fieles que habitasen en él gozasen del mismo indulto que habia sido promulgado el año precedente por el venerable Hermano Clemente Augusto, Arzobispo de Colonia. Por lo demas, nada absolutamente le encargamos que publicára sobre haber vosotros tomado á vuestro cargo el gobierno de la Iglesia, y sobre la eleccion hecha de un Vicario capitular. Deintento nos hemos abstenido de decidir sobre estos

sucesos, como aun hoy desde entonces nos vemos precisados á abstenernos, porque no podemos conocer bastante, ni sondear convenientemente todas las circunstancias del hecho, de lo que depende la justa decision del derecho. Dejando, pues, del todo aparte esta cuestion, mirando, segun el cargo universal del apostolado que ejercemos, al bien espiritual de los fieles, y á la válida administracion de la jurisdiccion sagrada, hemos tolerado que gobernase la diócesis el mismo que en otro concepto habia en ella ejercido las funciones de Vicario general hasta la violenta relegacion del Arzobispo. Entendemos, sin embargo, que en medio de todo esto, para quitar toda duda y procurar la tranquilidad de los espíritus, es conveniente declarar hoy espresamente lo que hasta ahora hemos manifestado con los hechos. Toleramos, pues, que el amado Hijo Juan Husgen, Dean de ese Cabildo, ejerza la administracion de la Iglesia de Colonia como Vicario general del venerable Hermano Clemente Augusto, hasta que sea restituido á su Silla, ú ocurra que proveamos otra cosa; pero de tal manera que tome y use este título en todo lo que hubiere de hacer, y que todas las veces que fuese necesario usar de las facultades quinquenales, esprese la subdelegacion del mismo Arzobispo. Y aqui no queremos que ignoreis, amados hijos, que no hemos estado poco inciertos sobre tomar este partido para el bien de esa Iglesia, con motivo de ciertas cosas denunciadas á esta santa Sede, acerca del modo con que ha gobernado hasta ahora la diócesis el espresado Dean. Si ellas fuesen verdaderas nos serian muy sensibles, y merecerian enteramente nuestra reprobacion, porque son contrarias á lo dispuesto en los cánones, que prohiben toda innovacion que sea en detrimento de la Iglesia ó del Obispo, aun en el caso de que verdaderamente esté vacante la Silla. Asi, al encargar

le por carta de este mismo dia que dé una cuenta exacta de estas cosas, le mandamos sobre todo, ya que nos acredite su plena sumision al juicio apostólico pronunciado sobre la doctrina de Hermes, y que la exija principalmente á los católicos que estan encargados de la enseñanza en el arzobispado; ya tambien, que de ninguna manera se desvíe en el asunto de los matrimonios mistos de las reglas trazadas en el breve tan conocido de nuestro predecesor Pio VIII, y en la instruccion firmada por el Cardenal Albani, de ilustre memoria. Ahora, concretándonos mas á vosotros, amados hijos, no negamos que el dolor que antes habíamos concebido ha esperimentado algun alivio con vuestras dos cartas de 20 de febrero y 29 de marzo de este año, las que no nos han llegado hasta casi fines del mes último. Pues no solamente habeis mostrado sentimientos de Íntima adhesion y respeto hácia Nos y hacia esta cátedra del Bienaventurado Pedro, estando muy prontos á obedecer cualesquiera mandatos nuestros, sino que descubriéndonos mas vuestro pecho habeis confesado ingénuamente que no habíais obrado bien cuando nos escribíais cosas desventajosas à vuestro Prelado, y en un tiempo en que la aficion de todos hácia él debia haberse manifestado mejor que nunca. Y efectivamente, una vez examinada la conducta que tuvísteis, era imposible que no os pareciera á vosotros mismos como del todo indecorosa. Pues por ella ha parecido que vosotros prestábais vuestra connivencia á los proyectos del poder laical, y que en cierta manera os asociábais á sus esfuerzos. Cuando si por el contrario hubiéseis defendido con libertad y firmeza apostólica, como era justo, y para lo que se ofrecia ocasion oportuna, la causa del mismo Arzobispo, que es la de la santa Sede y de todo el obispado, y por consiguiente la de toda la Iglesia católica, puede ser que el Gobierno mismo,

mejor informado de la doctrina católica y de las leyes de la Iglesia por medio de vuestras reclamaciones, y movido con vuestras súplicas hubiera cambiado de designio. ¿Mas qué puede decirse, de que al dirijiros por escrito al clero de todo el arzobispado el mismo dia que se os comunicó de orden del Rey este asunto, le dijísteis que el Arzobispo habia sido alejado, y se le habia prohibido el ejercicio de la jurisdiccion pastoral por causas muy graves? ¿no es esto sostener abiertamente lo que habia hecho el Gobierno? Pero nos repugna el insistir mas sobre este punto, y no es nuestro ánimo seguir haciendo nuevas reconvenciones á los que reconocen su error. Mejor queremos, llenos de confianza en el testimonio de respeto y obediencia reiterado por vosotros, exortaros á todos y á cada uno en la solicitud de la caridad paternal por las entrañas de aquel que ha adquirido la Iglesia á costa de su sangre, que tra bajeis con todas vuestras fuerzas por su causa, orillando toda humana consideracion, y que firmemente adheridos á este centro de unidad católica, dirijais vuestros pasos únicamente á donde os guien la autoridad y voz de Pedro. Tened presentes, amados hijos, los deberes que os imponen vuestros títulos respecto de la insigne Iglesia de Colonia, y procurad por un ministerio constantemente fiel, que mien⚫ tras está abismada en la tristeza y en el luto á causa de la pérdida de su Pastor, reciba por lo mismo consuelo de vosotros que sois su Senado. Por lo que á Nos respecta, apenas podemos esplicar los muchos cuidados que por ella nos afligen. Ocupados sin descanso á fin de hacer que cese esta desolacion, no hemos dejado de reclamar nuevamente el regreso del venerable Hermano Clemente Augusto, ni dejaremos de reiterar nuestras instancias hasta que veamos cumplido el objeto de nuestros deseos. Esperando que á este efecto se nos concederá benigna

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