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cito con qué poderlo defender ni crearlo por las razones vertidas en el acta, en disposición de poder prolongar su defensa de un modo que pudiese traer ventajas, se accedió al artículo 11.

La ocupación de Lima y de toda la costa por el enemigo, que no podía evitarse, privaba absolutamente a nuestra Escuadra de poderse proveer de los víveres necesarios para poder salir del Mar del Sur; era preciso que, en virtud de un artículo, pudiese verificarlo: como la esperanza de salvarla había tenido mayor parte en la determinación de capitular, este objeto quedó logrado en los artículos 13 y 14, pues si no tuvo necesidad de su ejecución se debió sólo a la casualidad de haber encontrado un buque cargado de víveres que de Arequipa se había expedido para el Callao por el Gobernador Intendente de aquella provincia, y del cual se apoderó, circunstancia ignorada en el Ejército; además como en los encuentros del navío "Asia" y demás buques con la "Prueba" y escuadrilla peruana la victoria fué muy lejos de pronunciarse en nuestro favor, había lugar de temer que reunidas las fuerzas navales peruanas a las chilenas (mucho más considerables) pudiese nuestra marina en el Mar del Sur ser aniquilada.

Estas ventajas reconocidas y únicas que podían esperarse en una situación tan adversa, se obtuvieron con la rendición de 200 hombres envueltos, que no podían dejar de caer en manos de los enemigos pocas horas después, y de los cuales apenas 40 eran europeos.

Este ha sido el resultado del Perú, Excelentísimo señor, después de los extraordinarios sacrificios que con tanta constancia y heroísmo hicieron en su defensa las tropas españolas, superando fatigas indefinibles que exceden a toda comparación y que no puede conocer el que no las haya sufrido. Espartano en todo, este Ejército desde el año 1821, estaba a ejemplo del señor Virrey, reducido a una escasa parte de su paga; el vestuario del soldado se buscaba y tejía por la misma tropa del modo más económico; y el ali

mento, a pesar de parco, tenía que buscarse a grandes distancias y sacarse de entre los enemigos. Como la opinión por la independencia estaba ya tan generalizada, puede decirse que los principales que sosteníamos la guerra, estábamos siempre rodeados de puñales agitados por manos invisibles, que a cada momento amenazaban nuestra existencia; varias revoluciones promovidas por jefes y oficiales que parecían de nuestra confianza, y felizmente por nuestra perspicacia descubiertas, acreditan esta verdad. No alcanza el papel ni la imaginación a describir debidamente las diferentes clases de sacrificios que han hecho nuestras tropas en la lucha tan terrible bajo todos aspectos. Lo acaecido en otros puntos de América más poblados y cercanos a la Península y que han recibido otros socorros que el Perú, hará justicia sobre este extremo; para mí y demás individuos del Ejército del Perú, ha sido muy sensible el último desastre que allí han sufrido nuestras armas, y en el que han perecido con mucho honor tantos valientes de todos grados. Pero Sr. Excmo. podemos decir sinceramente que tiempo hace creímos sucumbir y que sólo el estímulo y esfuerzo de españoles nos han granjeado victorias inesperadas en un orden natural. Creo que tanto yo como los demás que hemos compuesto dicho Ejército, hemos correspondido en los casos prósperos y adversos a la confianza de S. M.; satisfación que nos lisonjea tan extraordinariamente, que la miramos como el mayor premio de tan sigulares servicios. Ruego a V. E. tenga a bien poner en noticia del Rey N. S. cuanto expongo, suplicando al propio tiempo a S. M. se digne ordenarme lo que fuere del soberano agrado y concederme la gracia de pasar a besar su Real mano desde Burdeos, para donde me embarco en estos días. Dios guarde a V. E. muchos años.Rio Janeiro 1o de Abril de 1825.-JOSÉ CANterac.

Tal es, a grandes rasgos, la historia de la campaña de 1824, que culminó con la gloriosa batalla de Ayacucho el 9 de Diciembre del año indicado, que el Perú y la América toda conmemoran hoy de una manera digna.

Lima, 9 de Diciembre de 1924.

Carlos A. Romero

El Instituto Histórico del Perú*

El 18 de Febrero de 1905, el Presidente de la República, doctor don José Pardo, expidió un decreto supremo creando el Instituto Histórico del Perú, determinando su finalidad y disponiendo que tuviera, como órgano, una Revista.

Las finalidades del Instituto Histórico del Perú, según ese decreto, son:

1a Reunir, descifrar, organizar, anotar, y dar publicidad a los documentos relacionados con nuestra historia.

2 Iniciar y recompensar la redacción de obras históricas, monográficas o generales sobre el país.

3 Proponer al Gobierno lo que considere útil para el conocimiento, difusión y progreso de las ciencias históricas.

4 Informar al Gobierno sobre los asuntos en que se juzgue oportuno conocer su opinión; y

5a Conservar los monumentos nacionales de carácter arqueológico y artístico.

Este decreto fué refrendado por el Ministro de Justicia e Instrucción, doctor don Jorge Polar.

El día 8 de Marzo se dictó una resolución suprema designando el personal de número del Instituto, estableciendo la relación de miembros natos, señalando el local de la Sociedad Geográfica para el funcionamiento de la nueva institución, hasta que tuviera local propio, y determinando que el

(*) De "El Comercio" de Lima, 9 de Diciembre de 1924.

Ministro de Instrucción presidiría la sesión en que los miembros del Instituto eligiesen su mesa provisional.

El personal del Instituto quedó constituído así: Barranca José Sebastián, Basadre Modesto, Benítez Enrique, Cabero Marco Aurelio, Cornejo Mariano H., Dancuart Pedro Emilio, Eléspuru Juan Norberto, Gálvez Aníbal, García Irigoyen Carlos, Carcía Rosell Ricardo, Gutiérrez de Quintanilla Emilio, Idiáquez José Román, Izcue José Augusto, Lama Miguel Antonio, Maúrtua Victor M., Melo Rosendo, Obín Manuel Jesús, Olaechea Teodorico, Patrón Pablo, Paz Soldán Carlos, Polo José Toribio, Prado y Ugarteche Javier, Prado y Ugarteche Mariano Ignacio, Puente José Agustín, Romero Carlos A., Vargas M. Nemesio, Wiesse Carlos y Zuleta Celso.

Este personal fué aumentado con los señores Eugenio Larrabure y Unanue, miembro de la Real Academia de la Historia de Madrid, y el doctor Luis Varela y Orbegoso, quien fué designado como oficial auxiliar del Instituto.

E131 de Marzo de 1905, bajo la presidencia del ministro, señor Polar, se reunió el personal del Instituto y eligió su Junta Directiva provisional, que fué la siguiente:

Presidente, Don Eugenio Larrabure y Unanue.

Secretario, Don José Toribio Polo.

Inspector del Archivo, Don Emilio Gutiérrez de Quin

tanilla.

Director de la Revista, Don Carlos A. Romero.

Oficial auxiliar, Don Luis Varela y Orbegoso.

El 6 de Mayo se fundó el Museo de Historia Nacional y se señaló al Instituto, como sede, uno de los salones del Museo, donde permanece hasta hoy.

El 10 de Julio fueron aprobados los Estatutos del Instituto Histórico del Perú, y se procedió a la elección de la primera Junta Directiva del Instituto con el siguiente resultado:

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