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BIBLIOGRAFIA

"México a través de los siglos", tomo 2o, por Vicente Riva Palacio,

“Los Gobernantes de México”, por Manuel Rivera, tomo 1o

“La Ciudad de México",por José María Marroquí, tomo 2o "México Viejo", por Luis González Obregón.

"The City of Mexico Mint".

"Ultima Serie de Tradiciones-Ropa Apolillada", por Ricardo Palma, Lima, 1891.

"Diccionario Histórico Biográfico del Perú por Manuel de Mendiburo, tomo 1o, Lima 1874.

"Diccionario Geográfico-Histórico de las Indias Occidentales o America" por el Coronel don Antonio de Alcedo, tomo 4o, Madrid 1788. "Apuntes de Epigrafía Mexicana", por Jesús Galindo y Villa. "San Cosme-El entierro de un virrey", por Alfonso Toro.

"Teatro Crítico", tomo 4o por Foyjoó.

"Lima Fundada", por Peralta.

"El negrito poeta mexicano", por el Dr. Nicolás León, México 1912. "Oleo" Romance, por Francisco Monterde, García Izcazbalceta, México

1916.

"La cántiga de las Piedras", México 1924.

ICONOGRAFIA

Retrato existente en el Museo Nacional de México-al óleo.

Retrato existente en la Sala de Cabildos del Ayuntamiento de México-al

óleo.

Retrato litográfico, en el 2o tomo de "Los Gobernantes de México”. Reproducción a colores del retrato del Ayuntamiento en la monumental

obra "Los virreyes de México" editada por la Municipalidad en 1920.

Discurso del doctor don Ramón Mena

Señor Presidente del Instituto Histórico del Perú:

Señoras y Señores:

Ilustres Colegas:

Homenaje por homenaje.. Yo no puedo responder a la gentileza del Instituto Histórico del Perú, en esta actuación, sino levantando sobre las robustas frondas de las encinas de sus montes y sobre los risueños lauredales de sus llanadas, la figura sorprendente de un varón peruano, que desde el Sinai del pensamiento, encendió por vez primera en nuestra América, las ideas de Independencia y Libertad!

Fué un fraile mercedario, un limeño endeble y joven, pero mimbrado con las borlas doctorales de la distinguida Universidad de San Marcos, prestigiosa y prestigiada por su labor de siglos en el sendero de la paz y del progreso, labor insólita por su realización dentro del mismo tormentoso campo, no pocas veces internado, que preparaba en la caldeada gleba la revolución social.

Holgaría citaros a Melchor de Talamantes. El dejó la mirra de sus virtudes, flotando en la tranquila atmósfera del Claustro de Doctores del Convento de la Merced; porque no cabía en la celda.

"Estrecha fuga para tanta vida". Ya lo dijo Díaz Mirón, y solo citas de gigantes tocan, a quienes con el ademán fecundo y santo del Sembrador, aventaran una semilla, desde las Chacras del Perú hasta las Parcelas del Anahuac...... ......Mas, ¿qué hizo Talamantes? ¿por qué exultar sin tregua al Doctor de la Universidad reinera?

-Adelantarse a su época, predicar con el ejemplo, ser la palabra en acción, la voz del pueblo, que atónitos escucharon sus hermanos de la Orden, proponer la igualdad de clases, la mayoría de edad de los conglomerados humanos, en aptitud para gobernarse. Pico de Oro le apodaban, y sin comprenderlo, acaso, temblaban de emoción y de estupor, y lo creyeron peligroso y lo enviaron rumbo a España, al correr de la primera década del siglo XIX, el de las Emancipaciones.........

Y en un triste amanecer, esta misma coronada Urbe, miró con sus ojos de antílope, flotar en la garúa sedeña de sus calles alahaminas, bajo los miradores, colgadizos y ajimeces, la paloma que salía del Arca de la Merced, llevando entre su pico de oro la oliva y la simiente de la buena nueva.

El Callao también lo vió llegar hasta la prora del galeón. Hincháronse las velas, y el hábito, rememoraba su pasado bravío, que por algo, hasta estos días, Comendador dispútase su jefe.

Talamantes saltó a tierra, en playas de la Nueva España; quedóse, contraviniendo una orden, pero su origen linajudo, pues llevaba el de, y su grado de Doctor, tal vez lo permitieran; pero ante todo, la conciencia de su mensaje, en avance de los hombres y en avance de los pueblos, hizo de este extraño Profesor de Derecho Natural, un predestinado

"Seres-faros que al lucir,

"Tenéis por fuerza que arder,
"Cumplid con vuestro deber,

"Alumbrad hasta morir"

Así el de Talamantes. Su momento había llegado: presentóse en la Ciudad lacustre de Tenochstitlan, y fué el Virrey don José de Iturrigaray, hombre no bien comprendido aún, quien abrió sus brazos y su corazón al Doctor peruano, cuyos ojos fulguraban con relámpagos de genio.

El águila de Lima llegaba al rocalloso nido del águila de Anahuac, plasmando en el alma del Virrey y en la del Consejo mexicano, ideas y formas nuevas: Independencia, Soberanía Popular, y Gobierno del Pueblo por el Pueblo, que antelación tamaña tiene en las Américas, todas, el ideal democrático, en fin, obra de Talamantes. No lo olvidéis, ¡oh! peruanos proceros, que al final, resulta exacto el verso de un poeta lugareño.

El recuerdo es la muerte de la muerte. ¿Cuál sería la fuerza de intelecto de Talamantes, cuál su dialéctica avasalladora, que encender pudo las almas de los Licenciados Francisco Primo Verdad y Ramos y Francisco de Azcárate, Regidor el uno, Síndico el otro, del Ayuntamiento de México, y comunicarles la fe, ese poder inenarrable que unce pueblos, levanta catedrales y hasta detiene el curso de los días con la Edad Media, laboratorio del futuro entonces, de las grandes nacionalidades?

La fe que salva y la ilusión que alegra. He ahí los nuevos luminares que prendió el Doctor limeño en el profundamente azul y transparente cielo de mi Patria.

Polígrafo, el de Talamantes, recibiera de Iturrigara y la comisión de estudiar el Norte y el Poniente neo-hispánicos, levantando cartas, inquiriendo noticias geográficas, históricas, estadísticas, de lenguas y de utilización de costas. Programa semejante, que antójase moderno, lo sugirió, sin duda, el Doctor peruano, adelantándose a de Humboldt, para desorientar a los hispanos, en tanto germinaba la semilla enantes arrojada, con el ademán solemne del Sembrador; mas, la suspicacia de los intereses creados, al traste dió con Iturrigaray, apresándosele desatentadamente, en su misma habitación, en su palaciega residencia y encarcelando a la Trinidad angusta de Verdad, Azcárate y Talamantes. Todo rápido, fraguado entre la sombra: Suicidan al primero y pendiente aparece de una alcayata en los muros de su domicilio; Azcárate es encerrado y olvidado; dan en la persona de Talamantes, y su blanco hábito los detiene; mas proce

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