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En vano pelearon como leones los soldados entónces, para defender el castillo. Mezclados unos con otros, españoles é ingleses, sin órden y sin concierto, peleaban cuerpo á cuerpo y hombre contra hombre, como si la lucha se hubiese hecho esclusivamente personal. El estruendo de la artilleria, el grito de los combatientes, el choque de las armas, formaban tal ruido y tan atronador, que ni se oian las voces de los jefes, ni podian estos entenderse unos con otros. Pero los ingleses llevaban la mejor parte en el combate, porque se veian ayudados incesantemente por los refuerzos de tropas que les llegaban del esterior, en tanto que los españoles, cuyo número disminuia por instantes, ni recibieron auxilios al principio, ni esperaban entónces ser socorridos de nadie. Por eso aquel mismo dia 30 de Julio, despues de las 2 de la tarde, el mayor jeneral KEPPEL se vió dueño absoluto de la fortaleza, enarbolando él mismo con sus manos en las almenas la bandera de su nacion.

Durante las pocas horas que precedieron al deserlace cuando ya no pensaban los españoles en defenderse, y querian únicamente vender cara la vida, arrancándola al mayor número de sus contrarios; hubo hechos verdaderamente asombrosos de valor y abnegacion, dignos de pasar en letras de oro á la mas lejana posteridad.

Apostados en una trinchera que interrumpia y estorbaba la marcha hácia la rampa que conducia al cuerpo principal del castillo, hallábanse el oficial de artilleria de marina don FERNANDO PARRAGA y trece soldados de su rejimiento, y allí detuvieron el grueso de las fuerzas británicas sin cejar un momento hasta que fueron todos, uno despues de otro, inmolados en la pelea. ¡Y la historia no ha rejistrado en sus pájinas los nombres de aquellos soldados!

El marques GONZALES, amigo y compañero de VELASCO que voluntariamente habia tomado parte en la contienda, pereció abrazado al asta de la bandera, defendiéndola con heroismo hasta que cayó acribillado á balazos, bajo el fuego de los contrarios.

VELASCO, el gobernador del castillo, cayó en manos del conde ALBEMARLE con el pecho atravesado de un balazo; pero el jefe británico, que mas que ningun otro sabia apreciar las dotes superiores de aquel bizarro militar “le trató con el mas distinguido esmero y hasta con veneracion"dice un escritor español-disponiendo que aquella misma tarde fuese llevado cuidadosamente á la Plaza.-Todo fué inútil sin embargo: VELASCO murió al siguiente dia en el momento de estraérsele la bala, y los ingleses al saber su fallecimiento, suspendieron las hostilidades y permanecieron en silencio durante todo aquel dia. Llegada la hora del entierro, "la descarga hecha en honor del ilustre difunto (dice PEZUELA) fué repetida por otra en el campamento ingles.'

ALBEMARLE dispuso ademas, que todos los heridos fuesen conducidos á la Habana, y permitió atracasen al pié mismo de la Cabaña, las lanchas que para llevarlos mandaron de la Capital.

Calcúlase por los historiadores que han consultado en Cuba los documentos de aquellos dias, que en la defensa del castillo del Morro, perecieron mas de mil soldados.La pérdida por parte de los ingleses subió á dos mil hombres, segun las mismas relaciones oficiales de Pocock y de ALBEMARLE.-Este se apoderó de doscientos prisioneros, de cien cañones, desmontados los mas, y de unos mil quinientos fusiles que existian en la fortaleza.

La toma del Morro mejoró considerablemente la posicion de las fuerzas enemigas, y algo debió desalentar á los defensores de la Plaza, que veian asi por grados estrechárseles la distancia, á medida que iba haciéndose mas encarnizado el combate. No se acobardaron sin embargo los sitiados, y léjos de aceptar PRADO, unos diez días despues, las proposiciones que le hizo el jeneral ingles para la rendicion de la Capital, dispuso cuanto creyó entónces conveniente para la defensa, contestando á ALBEMARLE, que estaba resuelto á sucumbir.-Con mas acierto en los planes y ménos aturdimiento en la ejecucion, PRADO hubiera

podido defender mejor el puesto que le estaba confiado.Pero ni él ni los hombres de la Junta estaban, como dije ántes, á la altura de las circunstancias.

A fin de impedir que los buques ingleses, muchos en número y perfectamente montados, lograsen penetrar en el puerto; mandaron las autoridades, que las baterias de la Punta y de la Fuerza, procurasen, con ayuda de algunos navios, demoler la fortaleza del Morro, cosa que lograron en parte, despues de un fuego vivísimo que duró mas de ocho horas.

Defendida por mas de ciento setenta cañones de todos calibres, y contando dentro de las murallas con una fuerza de "mil doscientos soldados y trescientos vecimos bien armados," segun dice un historiador; la Habana pudo sostenerse y resistir durante trece dias, despues de la pérdida del Morro, contra los esfuerzos estraordinarios y verdaderamente titánicos que hicieron los enemigos por entrar en la poblacion.

Una circunstancia reanimó entónces el espíritu de los sitiados, dándoles, por decirlo asi, nuevas fuerzas para combatir:-Súpose que el gobernador de Santiago de Cuba preparaba para auxiliarles una espedicion de mil hombres, y que tambien de la parte española de Santo Domingo se esperaban refuerzos para la campaña. Con esta perspectiva de inmediato auxilio, los habitantes de la Habana hicieron prodijios de valor.-"El rico colono (dice PEZUELA) tras de aventurar su persona á los peligros, introducia sus ganados y sus frutos en la Plaza, y hasta el infeliz esclavo tomaba un puesto en las compañias de morenos, y venia á morir por una patria que no era la suya."-Observen ustedes, Señores, por lo que pueda importar para lo futuro, que los negros esclavos pelearon siempre como soldados fieles á las órdenes de sus amos.

Mientras tanto los ingleses, que tenian que pelear en campo raso los mas, no muy abundantes de víveres y bajo los rayos abrasadores del sol en lo mas ardiente del estio; comprendieron que era necesario poner á toda costa un

término á la situacion.-ALBEMARLE cuya actividad en los trabajos, solo podia compararse á su serenidad en los peligros y á su acierto en las disposiciones; apoderádose que bubo de Jesus del Monte y avenidas del Cerro, hizo construir baterias formidables, que debian secundar el fuego de las otras fortalezas que estaban en su poder; y en combinacion con éllas, los cañones de sus barcos pusieron bien pronto á los sitiados en la necesidad de capitular.

Las siete baterias de tierra y los navios de línea, presentaban en contínuo movimiento, quinientas bocas de fuego, que vomitaban incesantemente la muerte y la destruccion. Mas de seis mil bombas y granadas cayeron sobre la Capital, que vió arruinados sus edificios, y destruidas sus propiedades, y muerta la mitad de la guarnicion; y esto, y el no llegar de Cuba los auxilios que se esperaban, obligaron á PRADO á proponer el dia 11 de Agosto una honrosa capitulacion.

Fué portador de élla al campamento enemigo, el sarjento mayor de la Plaza, don ANTONIO RAMIREZ ESTENOZ, autorizado competentemente por PRADO COMO capitan jeneral de la isla, y por el MARQUES DEL REAL TRASPORTE, como jefe de la escuadra.-Firmaron la capitulacion al siguiente dia (12) ALBEMARLE Y Pocock; y en la tarde del Ꭹ 14, entró el primero á la cabeza de su ejército en la Capital.

Tal fué el resultado de la campaña, despues de sesenta. y siete dias de asedio, en que se hicieron por una y otra parte, prodijios de valor.-Los ingleses calcularon en catorce millones de pesos lo perdido por España en aquella ocasion. Respecto de los hombres que cayeron en la pelea ó sucumbieron en las enfermedades; es poco menos que imposible fijar el número con esactitud, porque no estan de acuerdo los autores que hablan del particular.

Aqui suspenderémos la narracion de los acontecimientos, dejando lo que falta del siglo XVIII para la próximą leccion.

LECCION OCTAVA.

SEÑORES:

Como dije en la leccion anterior, el conde de ALBEMARLE, á la cabeza de su ejército, entró victorioso en la Habana el dia 14 de Agosto de 1762, despues de un sitio obstinado y sangriento que duró mas de dos meses, durante el cual se hicieron por una y otra parte, asombrosos prodijios de valor.

Dueño de la Capital, despues de ocupar todos los puéstos militares, apoderándose como era natural, de cuantos pertrechos, municiones, artilleria &c. se hallaban depositados en los almacenes del rey; ALBEMARLE cumplió relijiosamente y en los términos convenidos, las condiciones que habia aceptado, con ciertas modificaciones, al proponérsele por parte de los sitiados el plan de capitulacion.

Dije ántes que la capitulacion habia sido honrosa para los vencidos, y natural parece que indique ahora, siquiera sea con laconismo y sumariamente, los puntos mas importantes de aquel convenio, publicado despues por algunos historiadores, y que merece por mas de una circunstancia estudiarse con detencion.

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