Imágenes de páginas
PDF
EPUB

Quiero por mi descanso, y los sabrosos
Lamentos dulces de los ruiseñores.

Quiero sin ambicion pasar la vida,
Y agena suerte no envidiar ninguna,
Ni dejarme llevar de devaneos;

Y la vana esperanza despedida, Burlar de las mudanzas de fortuna Hecho Rey y Señor de mis deseos.

[ocr errors]

Lupercio Leonardo de Argensola.

LA ESPERANZA.

Alivia sus fatigas

El labrador cansado,

Cuando su yerta barba escarcha cubre,

Pensando en las espigas

Del Agosto abrasado,

Y en los lagares ricos del Octubre:

La hoz se le descubre

Cuando el arado apaña,

Y con dulces memorias le acompaña,

Carga de hierro duro

Sus miembros, y se obliga

El jóven al trabajo de la guerra:

Huye el ocio seguro,

Trueca por la enemiga

Su dulce, natural y amiga tierra;

Mas cuando se destierra,

O al asalto acomete,

Mil triunfos y mil glorias se promete.

La vida al mar confia

Y á dos tablas delgadas

El otro que del oro está sediento;
Escóndesele el dia,

Y las olas hinchadas

Suben á combatir el firmamento;

El quita el pensamiento

De la muerte vecina,

Y en el oro lo pone y en la mina.

Deja el lecho caliente Con la esposa dormida

El cazador solícito y

robusto :

Sufre el cierzo inclemente,

La nieve endurezida,

Y tiene de su afan por premio justo
Interrumpir el gusto

Y la paz de las fieras,

En vano cautas, fuertes y ligeras.

Premio y cierto fin tiene

Cualquier trabajo humano,

[ocr errors]

Y el uno llama al otro sin mudanza:

El invierno entretiene

La opinion del verano,

Y un tiempo sirve al otro de templanza.

El bien de la esperanza

Solo quedó en el suelo,

Cuando todos huyeron para el cielo.

EL LABRADOR.

Tras importunas lluvias amanece Coronando los montes el sol claro, Salta del lecho el labrador avaro Que las horas ociosas aborrece.

La torva frente al duro yugo ofrece El animal que a Europa fué tan carð: Sale de su familia firme amparo, Y los surcos solicito enriqueze.

Vuelve de noche á su muger honesta,
Que lumbre, mesa y lecho le apercibe,
Y el enjambre de hijuelos le rodea.
Fáciles cosas cena con gran fiesta,
El sueño sin envidia le recibe :

O corte! o confusion! ; quien te desea !

Bartolomé Argensola.

PREMIO Y CASTIGO DE LA OTRA VIDA

Dime, Padre comun, pues eres justo, ¿Porqué ha de permitir tu providencia, Que arrastrando prisiones la inocencia, Suba la fraude å tribunal augusto? ¿Quien da fuerzas al brazo, que robusto Hace á tus leyes firme resistencia,

Y

que el zelo que más las reverencia
Gima á los pies del vencedor injusto?
Vemos que vibran victoriosas palmas
Manos inicas, la virtud gimiendo
Del triunfo en el injusto regocijo.
Esto decia yo, cuando riendo

Celestial Ninfa apareció y me dijo:

Ciego es la tierra el centro de las almas? ઢ

Agustin de Tejada Paez.

EL VARON CONSTANTE.

Vese este tal entre salobres ondas,
Que al cielo se levantan,

Y que en peñascos cóncavos quebrantan

Tom. 111.

13

En muerte envueltas las arenas hondas;

Mas sacando su aliento,

Calma el mar, rinde el tiempo, enfrena el viento. Vese este tal donde el furioso Escita

Entre escarchada nieve,

Sangre espumosa de caballos bebe,

Y va ante él, aunque mas su furia incita,
Mas seguro y constante,

Que ante el ladron desnudo caminante.
Y si por caso, de su patrio muro

El contrario avasalla

La libertad á fuerza de batalla,

Entre el despojo, como está seguro,
Burla de su enemigo,

Porque sus bienes llevará consigo.

Dichoso el tal, dichoso, pues que puede

Su trofeo divino

Colgar de cualquier roble ó cualquier pino,
Sin que fuerza ó envidia se lo vede,

Pues nunca á su esperanza

El tiempo volador hizo mudanza.

Sale hermosa del rosado Oriente

La aljofarada Aurora,

Que el cielo de oro y bermellon colora;

Y sale, al caer el sol en Occidente,

La noche de su gruta,

Que alza el mar, cubre el mundo, el cielo enluta.

Viene el verano, y de pintadas flores

Y verdes esmeraldas

Borda del campo las tendidas faldas;

Y tras dél, de humedad, frio y temblores

Luego el invierno marcha,

Que hojas bate, flor quema, campo escarcha.

Arenas de oro entre cristal luziente

Mezclando el claro rio,

Va á descansar al mar su fuerza y brio;
Pero no siempre lleva una corriente
Por una misma tierra,

Que ya lo impide un valle, ya una sierra.
No siempre el justo Cielo favorece
Los intentos humanos,

Porque penetra bien que son livianos,
Y que cualquier favor los desvanece ;
ello fortuna

Y

por

Imita en sus mudanzas á la luna.

¡Qué de vezes se vió en noche serena, Lleno el rostro hermoso

De blanca plata y resplandor lustroso,
Llenos los cuernos de la luna llena,

Y despedir centellas claras y rutilantes las estrellas! ¡Y qué de vezes en un punto luego

Se vió triste y nublada,

Botos los cuernos y la luz menguada,
Amarilla su plata, muerto el fuego,
Y las centellas muertas,

Y las estrellas de humedad cubiertas!

Sécase el rio, el manso mar se altera,
Eclipsase la luna,

Truécase el tiempo, múdase fortuna,
Pasa el dia, la noche se aligera

Y todo nos molesta;

¡O santo cielo ! ¡ qué mudanza es esta!

Solo el sabio se ve firme

Entre mudanzas tantas,

y constante

Porque tiene firmísimas las plantas
Sobre duras colunas de diamante.

¿Mas quien será este sabio?

En su alabanza moveré mi labio.

i

O salve! le diré, tú que seguro

De las injurias largas

« AnteriorContinuar »