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ba, y que era pueblo muy grande y de muy grande autoridad. Demás desto, con las armas vencedoras y en prosecucion de victorias tan nobles, revolvió sobre las comarcas de Briviesca y de la Rioja, pueblos que antiguamente se contaban entre los várdulos, y se apoderó de aquellos distritos. La Rioja está en un lado del monte Idúbeda por la parte que el rio Ogia, que se derriba de aquel monte, pasa y se mezcla con el rio Ebro; es tierra muy apacible y muy fértil. Lo mismo hizo de Pamplona en Navarra, y de lo que hoy se llama Alava, parte de Vizcaya. Verdad es que muchos destos pueblos por el vario suceso de las guerras tornaron á perderse, á causa que el poder de los reyes moros de Córdoba en gran perjuicio de los cristianos comenzó á levantarse por este tiempo, segun que poco despues se dirá, y creció adelante mucho en autoridad y fuerzas. Procuró el rey don Alonso y hizo que en las ciudades catedrales que se ganaron fuesen puestos obispos, que reformaban las costumbres de aquellos cristianos y las limpiaban de la maleza que de la conversacion de los moros se les habia pegado. Cultivaban los pueblos con el buen ejemplo, con nuevas leyes que hacian, con declaralles y predicalles la palabra de Dios. Reedificábanse los templos do estaban caidos, y los profanados con la supersticion de los moros los reconciliaban ó consagraban de nuevo. Reparaban los ornamentos de las iglesias por cuanto lo sufria la pobreza de la gente y las rentas reales, que eran muy ténues. Finalmente, una nueva luz se mostraba por todas partes, muy gran materia al presente de alegría, y de mayor esperanza para lo de adelante. Los antiguos geógrafos situaron los várdulos en la Cantabria por aquella parte que es bañada del mar Océano; los antiguos historiadores de España, como hombres de corto ingenio y pequeña erudicion, los pusieron en aquella parte de Castilla la Vieja que antiguamente llamaron los vaceos. Desta opinion procedió otro nuevo engaño, y fué que como don Alonso ganase gran parte de Castilla la Vieja, la cual nuestros historiadores llamaron várdulos, otros se persuadieron que desta hecha quitó á los moros toda la Cantabria ó Vizcaya. Pero por bastantes testimonios se puede mostrar que los moros en ningun tiempo pasaron de un lugar que en Vizcaya vulgarmente se llama la Peña Horadada. El Rey, despues que concluyó cosas tan grandes, falleció en Cangas en edad de setenta y cuatro años, el año que se contaba 757 de nuestra salvacion. Fué príncipe esclarecido y señalado entre todos. Reinó por espacio de diez y nueve años; quién dice de diez y ocho. Dejó cinco hijos, los cuatro de Ormisinda, su mujer, que fueron Froila, Bimarano, Aurelio y Usenda. De otra mujer baja, y aun esclava, tuvo fuera de matrimonio á Mauregato. Hiciéronle exequias y enterramiento muy solemne, no tanto por el aparato y gasto cuanto por las verdaderas lágrimas y sentimiento de todos sus vasallos y por las voces del cielo que dicen se oyeron en el enterramiento de ángeles que cantaban aquellas palabras de la divina Escritura: «El justo es quitado, y nadie pone mientes en ello; es quitado por causa de la maldad, y será en paz su memoria. » Sepultaron estos Rey y Reina en Cangas en el monasterio de Santa María. Tuvo don Alonso un hermauo, por nombre Froila, mas conocido por dos hijos suyos, Aurelio y Vere

mundo ó Bermudo, que por otra cosa que dél se sepa. Volvamos á las cosas de los moros, que por estar mezcladas con las nuestras, no se pueden olvidar del todo. En particular será bien declarar la ocasion, los principios y aumento de la discordia muy grande que entre aquella gente se encendió por este tiempo y los cimientos que con esto se echaron de un nuevo y muy poderoso reino de moros que se levantó en España.

CAPITULO V.

De dos linajes los mas principales entre los moros. Por las armas de los sarracenos y por el vergonzoso descuido de los nuestros la mayor y mas noble parte de la redondez de la tierra quedó vencida y sujeta á los enemigos del nombre cristiano crueles y fieros, los cuales tienen por abominable y por ilícito todo lo que nosotros tenemos por santo. Al principio obedecian todos á una cabeza y á un príncipe, que cuidaba de todo, de la guerra y del gobierno, hacia y deshacia leyes, administraba justicia, hasta las mismas cosas sagradas y pertenecientes al culto de Dios estaban á su cargo. En las historias de los árabes á veces le llaman califa, que en romance quiere decir sucesor, á veces miramamolin, que es lo mismo que principe de los que creen. EI amor de la nueva supersticion hizo que al principio las cosas estuviesen quicias; adelante con el grande aumento, que tuvieron y por sus muchas riquezas resultaron alborotos, y de uno se hicieron muchos imperios. Las causas destas discordias y los sucesos no hacen á nuestro propósito, solo por lo que toca á nuestro cuento me pareció necesario declarar el origen y progreso de dos familias y casas las mas nobles que hobo entre los moros, y por cuyas diferencias resultaron en este tiempo grandes alteraciones. Mahoma, fundador de aquella secta y maestro de la nueva supersticion, dió á muchas provincias guerras, en que siempre le sucedió prósperamente. Fué hombre de ingenio despierto, astuto y malo; usaba de una profunda ficcion y aparencia de santidad, cosa muy á propósito para enga ñar á la gente; y no hay cosa mas poderosa para ganar las voluntades de la muchedumbre que la máscara de la religion; así fueron innumerables los que engañó en toda su vida. A la muerte, de muchas mujeres con quien ilícita y torpemente se casó, dejó solamente tres hijas, y ningun hijo varon, ca uno que tuvo se le murió de doce años. La mayor de las hijas se llamó Fatima, las otras, Zeinebis y Imicultis; quedaron casadas con hombres principales, y todavía por la muerte de Mahoma los suegros dél se encargaron del gobierno, primero Abubacar, y despues Homar, en lugar de sus hijas y nietos. Despues destos Atuman, marido de Fatima, tuvo el imperio, que por ser la mayor tenia mejor derecho para suceder á su padre. Deste tuvo origen el linaje de los Alavecinos, gente muy poderosa en riquezas y en señorío. A Atuman, no sin contradiccion de muchos y grande alteracion del pueblo, sucedió Moabia, marido de la segunda hija de Mahona, llamada Zeinebis, fundador que fué del otro linaje muy valido de los Benhumeyas. La causa destos nombres y apellidos no se sabe ni lo que significan. Lo cierto es que á Moabia sucedieron por órden su hijo Izit, y Maula, su nieto, que perdonó á sus vasallos y les descargó de

la tercera parte de los tributos con que acostumbraban á servir. Muerto Maula, los moros divididos en dos parcialidades, los unos siguieron á Maroan, y los otros á Abdalla, que era, segun yo pienso, del linaje y alcuña de los Alavecinos. Sea lícito usar de conjeturas en cosas tan escuras como son las de aquella nacion. Por lo menos en tiempo del rey Moabia fué maestro de la milicia, que es como entre nosotros condestable, con que tuvo ocasion de granjear muchas riquezas y aliados, y de presente tuvo manera para echar al contrario del reino y quedar solo por señor de todo. Mas con su muerte la corona y cetro volvieron á Abdelmelich, hijo de Maula, que ganó gran renombre por conquistar, como conquistó, toda la Africa, con que él y sus sucesores se hicieron mas poderosos que antes. Las discordias de los emperadores romanos dieron lugar á este daño, que fué una miserable ceguera y una locura de los hombres muy grande; pero mejor será apartar el pensamiento destas cosas, cuya memoria, á manera de cierto aguijon, punza y duele. Falleció Abdelmelich de su enfermedad, y en su lugar sucedió su hijo Ulit, aquel por cuyo mandado Tarif pasó en España, y vencido y muerto el rey don Rodrigo, se apoderó del reino de los godos. En lugar de Ulit sucedió primero su hermano Zuleiman, despues Homar y Izit, hijos de Ulit por adopcion de su tio, para que juntamente y con igual poder gobernase aquel imperio. A estos dos sucedió otro hermano tercero, llamado Iscam. A Iscam Alulit, hijo de Izit. Despues de Alulit, con gran voluntad de toda aquella nacion, Ibrahem, su hermano, tomó el gobierno. A este dió la muerte Maroan, dado que era del mismo linaje de los Humeyas, y por fuerza de armas, como queda dicho, se apoderó de todo. Las discordias destos príncipes dieron ocasion á los Alavecinos, que eran del linaje de Fatima, para levantar cabeza y prevalecer como los que tenian sus fuerzas enteras y unidas, y los contrarios al revés divididas y flacas. Abdalla pues, hombre de grande industria y no menor corazon, muerto que hobo á Maroan, que á causa de aquellasrevueltas se hallaba con pocas fuerzas, restituyó últimamente á los que descendian de Fatima el imperio de los moros, como queda ya tocado; y para aseguralle mas y perpetualle en sus descendientes hizo gran carnicería en el linaje de los Humeyas, por ningun otro delito sino por sospechar pretendian el imperio que ya tuvieron; camino por donde de presente se hizo odioso, y para adelante su nombre fué tenido por infame como de cruel y tirano. Fuera desto, Abderraman, que era de los Benhumeyas, fué puesto en necesidad, por escapar de aquella carnicería, de pasar á España para intentar cosas nuevas, por entender que los moros comunmente en aquella provincia eran aficionados á los emperadores pasados y al linaje de los Benhumeyas, á causa de las muchas mercedes que dellos tenian recebidas; con la ayuda de los cuales y el esfuerzo y buena maña de Abderraman se fundó un nuevo reino de moros en aquella provincia, exempto y libre del señorío de los miramamolines de Africa y de los califas de Asia; su asiento en la ciudad de Córdoba, do las demás ciudades acudian como á su cabeza y metrópoli, segun que adelante se entenderá mejor.

CAPITULO VI.

De los reyes Froila, Aurelio y Silon. Por la muerte de don Alonso el Católico su hijo mayor, llamado Froila ó Fruela, se encargó del gobierno y del reino de los cristianos en España, como era razon y derecho, el año de 757. Tuvo el reino once años y tres meses; su gobierno y fama tuvo mezcla de malo y de bueno. Fué áspero de condicion, inclinado á severidad, y aun mas aficionado á crueldad que á misericordia. Los príncipes con la grande libertad que tienen pocas veces se van á la mano, y de ordinario siguen sus inclinaciones y pasiones. Los aduladores, de que hay gran número en las casas de los reyes, hacen que el mal pase adelante; que no hay quien se atreva á decir la verdad. A los vicios dan nombres de las virtudes á ellos semejantes, y hacen creer que la crueldad es justicia, y que la malicia es prudencia, y así de lo demás, con que todo se pervierte. Verdad es que tuvo algunas cosas de buen príncipe, porque lo primero fundó y edificó á Oviedo, ciudad principal y roble en las Astúrias, si bien algunos atribuyen esta fundacion á su padre el rey don Alonso, pero sin bastantes fundamentos. Dió á la nueva ciudad derecho y honra de obispado. Demás desto, apartó los casamientos de los sacerdotes, costumbre antiguamente recebida por ley de Witiza, y despues muy arraigada por el ejemplo de los griegos, con que se encendió la ira de Dios contra España y incurrió en tan graves desastres y castigos, como lo entendia la gente mas cuerda. Con esta resolucion cuanto fué el amor y benevolencia que ganó con los buenos, tanto se desabrió gran parte del pueblo y de los sacerdotes, porque los hombres ordinariamente quieren que lo antiguo y lo usado vaya adelante; y la libertad de pecar es muy agradable á la muchedumbre. Desta severidad procedió gran parte del odio que en su vida muchos le tuvieron; y despues de su muerte su nombre quedó acerca de los decendientes amancillado y afrentado mas de lo que merecia. Así se puede sospechar, pues fuera de las demás virtudes, en lo que toca á la guerra procuró seguir las pisadas de su padre. En particular el segundo año de su reinado en una gran batalla desbarató á Juzef, gobernador de España por los moros, viejo capitan, y que con un grueso ejército talaba y destruia las tierras de Galicia. Ninguna victoria hobo en aquella era ni mas esclarecida ni de mayor provecho para los cristianos, ca quedaron muertos cincuenta y cuatro mil moros. Esta pérdida fué causa que Juzef, que por espacio de cuatro años hacia resistencia á Abderraman para que no se apoderase de España como pretendia, se acabase de perder; porque como se viese trabajado por el linaje de los Humeyas, huyó de Cór-. doba; mas por diligencia de sus enemigos fué preso en Granada, de donde escapó y se huyó á Toledo, confiado, en la fortaleza de aquella ciudad y con esperanza que aquellos ciudadanos le acudirian. Sucedióle al revés, que como á caido todos le faltaron, y los mismos en quien mas confiaba le dieron la muerte con intento de ganar á su costa la gracia del vencedor. Desde este tiempo, que fué el año de nuestra salvacion 759, y conforme á la cuenta de los árabes 142, todos los moros de España se tornaron á unir debajo de una cabeza y gobierno; y Abderraman Abenhumeya, que tuvo ade

particular don Aurelio, su hermano, se conjuraron
contra él y le dieron la muerte en Cangas. Sepultaron
al rey don Fruela y su mujer Merina en la iglesa mayor
de Oviedo. En este tiempo Vero, arzobispo de Sevilla,
resplandecia por su santa vida, erudicion y libros que
escribió. Asimismo Pedro, prelado de Toledo, sucesor
de Urbano, por sobrenombre el Hermoso, compuso un
libro de cómo se debia celebrar la Pascua, muy alabado
en aquel tiempo, enderezado á los de Sevilla, que en esta
cuenta andaban errados. A Pedro sucedió Cijila, que
escribió la vida de san Illefonso. Adriano, pontifice ro-
mano, enderezó una carta á este prelado, dado que lo
llama Egila, en que reprehende la costumbre que te-
nian en España, creo tomada de Grecia, de comer carne
los sábados. Yo entiendo que de aquella costumbre por
cierta manera de concordia se tomó la que al presente
se guarda de comer aquellos dias los menudos y ex-
tremidades de los animales; quién dice que esto se in-
trodujo el año de Cristo 1212 cuando los nuestros en
el puerto del Muladar ganaron aquella batalla contra
los moros tan señalada y famosa, pero no hay para
asegurar esto autor ni argumento bastante. Todavía
el despensero de la reina doña Leonor, mujer del
rey don Juan el Primero, así lo dice, y la Valeriana,
como se refiere adelante, libro 11, capítulo 21. Las
listas antiguas de los arzobispos de Toledo no solo
no ponen á Urbano en aquel número, sino tampoco
á Pedro, en lugar de los cuales cuentan por pre-
decesores de Cijila á Sunieredo y Concordio. La es-
curidad de aquellos tiempos es tan grande, que á las
veces nos fuerza á reparar, no de otra manera que
quien no sabe el camino, llegado á alguna encrucijada
do se divide en muchas partes, como ninguno de aque- :
llos caminos le descontente, ninguno le agrada. El ina-
tador del rey don Fruela, vengador de Bimarano y
hermano de entrambos, dado que otros le hacen primo,

lante sobrenombre de Adahil, fundó un nuevo reino de
su nacion mas poderoso que antes, exempto de la ju-
risdiccion de los moros de Africa y de Asia, como poco
antes queda apuntado. Sola Valencia, ciudad de los ede-
tanos, parte de la España Tarraconense, se mantuvo
por algun tiempo en la devocion antigua; pero última-
mente, Abderraman con un largo y apretado sitio que
sobre ella puso la forzó por las armas á seguir el par-
tido de las demás. Era grande el odio que este Principe
mostraba contra nuestra religion, tanto, que los cris-
tianos de aquella ciudad se salieron della, y llevaron
consigo á lo postrero de la Lusitania, por la parte que
el promontorio Sacro se alarga mucho en el mar, los sa-
grados huesos del mártir san Vicente, que en tiempos
pasados, como queda dicho, padeció en aquella ciudad,
al cual ellos adoraban como á Dios, y era célebre por
la fama de los milagros; tales son las palabras del moro
Rasis, que me pareció poner aquí. Sucedió adelante
que un moro, natural de Fez, llamado Allibohaces, an-
dando por allí á caza halló estos hombres, y como los
matase, llevó consigo á Africa por esclavos sus hijos,
niños de pequeña edad; por cuya informacion adelante
se supo el lugar en que quedaron escondidos los sagra-
dos huesos, que fué ocasion de mudar el nombre á aquel
promontorio, y llamarse adelante el cabo de San Vi-
cente; pero desto se tornará á hablar en otro lugar. El
rey bárbaro, ensoberbecido con tantas victorias y por
sucederle todo á su voluntad, acometió á hacer guerra
á los gallegos. Por otra parte, puso cerco sobre Beja,
ciudad de l'ortugal, que antiguamente era Pax Julia.
De la una y de la otra parte fué rechazado por el es-
fuerzo y armas del rey don Fruela, el cual, con su buena
dicha y diligencia, no solo defendió las tierras de los cris-
tianos de las insolencias de los bárbaros, sino tambien
acudió á sosegar las alteraciones de los naturales, en
especial de los gallegos, que sospecho andaban altera-
dos por haber quitado las mujeres á los sacerdotes. Asi-hijo
mismo los de Navarra, que andaban levantados, se redu-
jeron á obediencia el año de 761. En esta jornada se
casó el rey don Fruela con Menina, otros la llaman Mo-
merana, hija de Eudon, duque de Guiena, y hermana
de Aznar, que de buena gana vino en este casamiento
por estarles á todos muy á cuento. Desta señora na-
cieron don Alonso, que adelante tuvo el reino y renom-
bre de Casto, y doña Jimena, muy conocida por ser ma-
dre de Bernardo del Carpio y por su poca honestidad.
Pudiera el rey don Fruela ser contado entre los grandes
príncipes si no amancillara su fama y sus virtudes con
la muerte que dió por sus propias manos á su hermano
Bimarano; hecho grandemente inliumano y que le hizo
muy odioso. Era Bimarano de gentil disposicion, y con
su mucha afabilidad ganaba las voluntades del pueblo ;
sospechó su hermano que procuraba hacerse rey, y por
ventura, como suele acontecer, los que estaban des-
contentos de la severidad del Rey pretendian tomarle
por su cabeza y debajo de su sombra alterar á los de-
más, porque no se puede entender que don Fruela sin
propósito y sin tener alguna causa para ello hiciese
cosa tan fea, dado que ninguna pudo ser bastante para
excusar exceso tan grave; y él mismo, para aplacar el
edio que de aquella muerte resultó, probijó y nombró
por su sucesor en el reino á don Bermudo, hijo del
muerto; pero no sirvió de nada, porque los suyos, y en

de don Fruela, que fué hermano del rey don Alonso, entró en el reino y tomó la corona el año de 768. No hicieron caso de don Alonso, hijo del rey don Fruela, para que heredase á su padre, así por su pequeña edad como por el odio que todos á su padre tenian. Reinó don Aurelio seis años y medio; no hizo cosa en paz ni en guerra que sea digna de memoria, por lo menos que por ella merezca ser alabado. Verdad es que apaciguó una guerra civil que encendieron los esclavos, ca con deseo de libertad y con la ocasion que les daba la revuelta de los tiempos, se apellidaron en gran número y tomaron las armas; pero la loa que por esta causa ganó la escureció del todo y amancilló con un asiento muy feo que hizo con los moros, en que so obligó de darles cada un año cierto número de doncellas nobles como por parias. La prosperidad de Abderraman ponia á los nuestros espanto. Temian con razon que las armas de aquel nuevo reino y sus fuerzas muy grandes no oprimiesen las de los cristianos, que de suyo eran flacas, y por la discordia de los parciales á punto de perderse. Procuró el rey don Aurelio de prevenirse de fuerzas contra aquella tempestad que amenazaba, y por esta causa casó su hermana Adosiuda con Silon, hombre poderoso y principal, con esperanza deseño que en vida le ayudaria, si fuese necesario, y despues de muerto le sucederia en el reino por no tener él hijos, ni aun'se sabe bastantemente que haya

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mismo las otras dos palabras griega y latina anathema y excommunicatus, de que usa aquel privilegio escrito en lengua latina. Por este tiempo Carlo Magno deshizo el reino de los longobardos, que duró en Italia pasados docientos años, con prender en Pavía á Desiderio, su rey. Confirmó otrosí á instancia del papa Adriano la donacion que Pipino, su padre, hiciera á aquella iglesia del exarcado y otras ciudades de Italia, en que entra ban Boloña, Ravena, Ferrara y la Emilia, que era la Lombardía allende el Po, Parma y Plasencia, sin otras muchas ciudades y tierras. De la sepultura del rey Silon hay diferentes opiniones; quién dice que le enter raron en Oviedo, por un letrero muy largo que está á la entrada de la iglesia de San Salvador, donde en cierta manera de cifra se lee su nombre, y se dice y rcpite docientas y setenta veces que hizo aquella iglesia. demás que debajo de aquel letrero hay ocho letras que significan:

AQUÍ YACE SILON; SÉALE LA TIERRA LIVIANA.

Otros dicen que le sepultaron en Pravia en la iglesia de San Juan Evangelista, que él levantó desde los cimientos, do sin duda fué puesto el cuerpo de su mujer la reina Adosinda.

sido casado. El Cronicon del rey don Alonso el Magno dice que el rey don Aurelio fué sepultado en el valle de Jagueya en la iglesia de San Martin. Don Lúcas de Tuy dice que le enterraron en Cangas. Dificultoso es concordar estas opiniones, ni como juez sentenciar por la verdad. Quién dice que Jagueya y Cangas es lo mismo, quién que Jagueya es la villa de Yanguas; por esta opinion hace la semejanza de los nombres moderno y antiguo, y que en aquella villa en la iglesia de San Miguel hay una cueva con advocacion de San Andrés, y en ella dos sepulcros ó lucillos juntos el uno del otro, los cuales el pueblo, como cosa recebida de sus antepasados, tiene por de los dos reyes don Favila y don Aurelio; que si esto se recibe, será necesario confesar que el nombre de aquella iglesia con el tiempo se ha mudado, por lo menos que los huesos de aquellos reyes, de do primero estaban enterrados, se trasladaron á aquel lugar; cosa que en el rey don Favila no tiene duda haber primero sido sepultado en otro lugar, como queda arriba señalado, es á saber, en tierra de Cangas. Por la muerte pues de don Aurelio, Silon, su cuñado, fué alzado por rey en Pravia juntamente con Adosinda, su mujer. Reinó por espacio de nueve años, un mes y un dia. Enfrenó al principio de su reinado y sosegó los gallegos, que andaban alborotados cerca del monte Ciperio, que hoy se llama Cebreros. Los motivos y ocasiones desta guerra no se escriben; solo refieren que por ser Silon de grande edad, ó porque naturalmente era enemigo de cuidados y no se hallaba con fuerzas para llevar aquel peso, se resolvió de partir mano, no solo del cuidado de la guerra, sino tambien del gobierno; y para esto por amonestacion de su mujer nombró por su compañero en el reino con plena autoridad en guerra y en paz á don Alonso, hijo del rey don Fruela. La miseria y mengua destos tiempos fué tal, que cuando la república estaba mas revuelta con las olas de una cruel tempestad y tenia necesidad de un gobernador varonil, entonces por la mayor parte le cabian en suerte reyes sin provecho y cobardes. Desde este tiempo parece que don Alonso tuvo nombre de rey, como se puede mostrar por un privilegio el mas antiguo de cuantos en España se hallan en los archivos, dado á Santa María de Valpuesta, que hoy es iglesia colegial, y antiguamente era monasterio de monjas. En él por la liberalidad del rey don Alonso se hace donacion á aquel templo de nuchas heredades, era de 812, que concurre con el año de Cristo de 774, que fué el primero del reinado de Silon, si ya por ventura los números no están errados. Porque la opinion de los que atribuyen este privilegio á don Alonso el Católico no viene bien con la razon de los tiempos. Y sea lo que fuere en esta parte, la maldicion que en aquellas letras se contiene es muy digna de ser considerada. Dice que el que quebrantare aquella donacion sea anatema, marrano y descomulgado; de las cuales palabras se entiende que esta palabra marrano no se deriva de la palabra moro, como si dijésemos maurano, como algunos sospechan que resultó en Italia en tiempo del emperador Federico Barbaroja por ocasion que muchos moros que estaban á su sueldo, despues de convertidos á la ley de Cristo, la renegaron, sino que antes viene de la palabra siriaca maranatha, con que en las divinas letras se significa la descomunion y maldicion, como tambien significan lo

CAPITULO VII.

De los reyes don Alonso, Mauregato y don Bermudo. Hechas las honras y enterramiento del rey Silon, don Alonso, su compañero, con gran voluntad de la nobleza quedó solo con el reino el año de 783. El odio que tenian á su padre estaba olvidado, y con la muestra que habia dado de sus virtudes tenia granjeadas las voluntades de todos sus vasallos. Solo Mauregato, su tio, aunque no era legítimo, pretendia se le hizo agravio en anteponerle á don Alonso. Alegaba que tenia mas estrecho parentesco con los reyes pasados y que todos sus hermanos sucesivamente fueron reyes. No faltaban hombres bulliciosos que con deseo de cosas nuevas daban oidos y favor á sus intentos, personas de malos pensamientos y costumbres, cuales son por la mayor parte los que siguen la corte y casas reales. A persuasion destos, por hallar poco arrimo en los cristianos, hizo recurso á los moros; pidióles le ayudasen, y alcanzólo con asentar de dalles cada un año por parias cincuenta doncellas nobles y otras tantas del pueblo, infame concierto; pero tanto puede el desenfrenado deseo de reinar. Son los moros mas que ninguna otra nacion inclinados á deshonestidad. Con el cebo pues destos deleites y por mandado de su rey Abderraman buen número de aquella gente siguió á Mauregato. Allegábase para inclinarlos mas la honra por tributaque les resultaba de tener á los cristianos rios y á su rey por sujeto y obligado. No se hallaba don Alonso apercebido de fuerzas bastantes para hacer resistencia y contrastar á tanto poder. Acordó de dar tiempo al tiempo, y mientras duraban aquellos recios temporales se retiró á la Cantabria ó Vizcaya, donde tenia muchos aliados, parientes y amigos de Eudon, de quien venia por parte de madre. Era de veinte y cinco años cuando al principio de su reinado fué despojado. Reinó Mauregato por espacio de cinco años y seis meses sin señalarse en cosa alguna, sino en cobardía, torpeza y en la grave maldad que cometió por

la traicion que hizo á su patria. Sepultáronle en Pravia en la iglesia de San Juan, como lo dice el Cronicon que anda en nombre del rey don Alonso el Magno, por lo menos en el ejemplar de Oviedo. Murió en el año del Señor de 788. En el mismo año Abderraman, rey de los moros, despues que reinara por espacio de veinte y nueve años, pasó desta vida en Córdoba, do hacia su residencia, y la cual ciudad adornó con diversas obras magníficas y reales, como fué un castillo que levantó en ella y unos jardines que plantó muy deleitosos, que entonces se llamaban de Rizafa, y al presente se llaman de Arrizafa. Demás desto, dos años antes que muriese, de lo que ganó en la guerra comenzó á fabricar la mezquita mayor, que hoy es la iglesia catedral de Córdoba, por la manera del edificio, gran número y hermosura de columnas sobre que carga la bóveda, una de las obras mas señaladas de España. Dejó nueve hijas y once hijos; nombró en su testamento por sucesor á Zuleman, el mayor de todos, que tenia puesto en el gobierno de Toledo. Esta su ausencia dió ocasion á Isem, que era el hijo segundo, de apoderarse del reino, sin embargo de lo que su padre dejó dispuesto. Tenia muy de su parte las voluntades del pueblo, con cuya ayuda venció en batalla á su hermano y le hizo retirar al reino de Murcia, desde donde por sesenta mil escudos que le dió, renunciado su derecho, pasó en Africa. Despues desto, Abdalla, que era otro hermano, con deseo de cosas nuevas andaba alborotado; mas hizo asiento con él, con que asimismo desamparó á España. Tuvo Isem el reino siete años, siete meses y siete dias. A Mauregato sucedió don Bermudo, llamado el Diácono, porque en su menor edad recibiera aquel órden de la manera que se usa entre los cristianos. Cuyo hijo fuese don Berinudo no concuerdan los historiadores, ni será fácil preferir la una opinion á la otra, ni los que dicen lo uno á los que sienten lo contrario. Entiendo que por la semejanza de los nombres las memorias de aquel tiempo están varias. Quién dice que fué hijo de Bimarano, á quien el rey don Fruela, su hermano, mató por sus manos; quién que fué hijo del otro don Fruela, hermano del rey don Alonso el Católico, opinion que la siguen autores de crédito y antiguos, en particular el Cronicon del rey don Alonso el Magno. Reinó tres años y medio; tuvo dos hijos, don Ramiro y don García, en su mujer Nunilon 6 Ursenda, con quien se casó ilícitamente; pero despues con mejor consejo se apartó della y perseveró en castidad toda la vida. En lo demás fué hombre templado y modesto, mas amigo del sosiego que sufria el estado de las cosas. Locamente se encarga en semejante tiempo del gobierno quien no tiene bastante ánimo, destreza en las armas, esfuerzo y valor y aun fuerzas corporales. Verdad es que hizo una cosa muy loable y que dió mucho contento, es á saber, que en gran pro de la república tornó á hacer compañero de su reino á don Alonso, hijo de su primo hermano el rey don Fruela, al que despojó Mauregato y le forzó recogerse á Vizcaya. Esto fué el año de 791 á 21 de julio, como lo dice Isidoro, pacense, escritor deste mismo tiempo. Reinó desde aquí adelante por espacio de cincuenta y dos años, cinco meses y trece dias. Fué príncipe muy señalado en la prosperidad continua que tuvo en sus cosas, diestro en las armas, clemente, li

beral, amable à los suyos, y espantoso á los extraños; en la piedad y religion ninguno se la ganara. Con su esfuerzo principalmente se mantuvieron las cosas de España, que estaban para caerse. Ganó grande reputacion y autoridad, y no menos granjeó las voluntades de sus vasallos con una victoria muy señalada que tuvo el tercero año de su reinado de un capitan moro llamado Mugayo. Tenia por cosa afrentosa al nombre cristiano entregar á aquellos bárbaros las doncellas que torpemente concertó Mauregato. No quiso acudilles con aquel tributo; por esta causa un grueso ejército de enemigos rompió y corrió por todas partes sin parar hasta llegar á las Astúrias. Recogió don Alonso sus gentes, salió en busca del enemigo, dióse la batalla cerca de un pueblo llamado Ledos, quedó la victoria por los nuestros, que fué de las mas señaladas que jamás hobo en España, ca murieron setenta mil moros, con que los cristianos comenzaron á respirar y alzar cabeza por verse libres de una servidumbre tan grave, y los moros, enflaquecidas sus fuerzas y embarazados en otras guerras, no pudieron satisfacerse de aquella mengua y daño; y es cosa averiguada que en aquel tiempo en lo postrero de España por la parte que los montes Pirineos se extienden de mar á mar muchas ciudades y pueblos se ganaron de los moros por las armas de los reyes de Navarra y por el esfuerzo de Carlo Magno, rey de Francia, príncipe de autoridad aventajada entre los reyes cristianos, y por sus grandes proezas muy conocido por la fama. Esto puso en necesidad á Isem, rey de Córdoba, de enviar un capitan de gran nombre, llamado Abdelmelich, con ejército bastante para reprimir las entradas por aquella parte y intentos de los cristianos. Lo que resultó fué que los moros tornaron á apoderarse de Girona en lo postrero de España y de Narbona en la entrada de Francia. De alli dice el arzobispo don Rodrigo que para acabar el edificio de la mezquita de Córdoba hicieron traer la tierra en hombros de cristianos, que fué insolencia de bárbaros, olvidados de la modestia y templanza con la prosperidad. Esta tierra entiendo yo debió ser alguna suerte de arena con que hace mayor presa la cal. Edificó allí mismo este Rey otra puente en Córdoba cerca del alcázar, y fué el primero entre los reyes moros que para su guarda tomó soldados extraños, es á saber, tres mil cristianos renegados. Fuera destos para los oficios y servicio de la casa real tenia dos mil eunucos. sy Falleció el año de 795; reinó por espacio de veinte y seis años, diez meses y quince dias. Dejó fama de principe prudente, justo y liberal como entre aquella gente, y por sucesor á su hijo Alhaca.

CAPÍTULO VIII.

De Elipando, arzobispo de Toledo.

A los trabajos de la cautividad, que cuando fueran solos eran muy graves, se allegó una grande discordia en materia de religion. Los principales movedores y cabezas deste mal fueron Félix, obispo de Urgel en lo postrero de España, y su dicípulo Elipando, arzobispo de Toledo, hombres de ingenios no groseros nifaltos de erudicion para las tinieblas y grandes revueltas y males de aquel tiempo, entre los cuales no tropezar ni ensuciarse fuera cosa semejable á milagro. Porque

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