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dejado a su voluntad, por ser gente miserable y recién convertida, no ha parecido conveniente concedérselo porque son pocas y el trabajo de estos días no de consideración para entender como ellos que sería uno de los remedios más importantes para animar el desaliento de aquella República.

13. El aprovechamiento que los Indios tienen demás de sus jornales, es cantidad de metales con que buenamente se quedan, y pareciendo que esto debía disimurlarse considerando el gran trabajo que tienen, está dispuesto por el Gobierno que puedan rescatarlo, y para esto se les señaló lugar determinado, y a bien que muchos han sentido que esto se había de tolerar solamente entre ellos, lo cierto es que contratan con todos, porque supuesto que se les permite que lo vendan, como cosa propia, no parece justo impedirles la natural libertad que tienen.

14. Una de las cosas que más se ha procurado en este Reino es que las mitas vuelvan a sus tierras cuando cumplen su obligación, porque en esto cesará el daño que causa la dispersión de los Indios, y no parecer cuando por turno han de volver a Potosí, si bien lo menos perjudicial de este daño es los que se quedan avecindados en aquel asiento, porque los capitanejos a cuyo cargo está el entero saben la parte dónde viven y con ellos satisfacen su obligación; de toda esta gente está hecha cierta población que llaman rancherias, que están apartados de las casas de los Españoles, y por ser muchos en cantidad, aunque en número inferior de lo que se juzga, se erigieron catorce Parroquias donde · les administran los Sacramentos, y por ser ellos por naturaleza viciosos y desordenados en las bebidas, dispuse que se quitasen todas las pulperias de Españoles que había entre ellos, porque es de conocido perjuicio, cuya ejecución cometí a la Real Audiencia de los Charcas.

15. Los Indios que se reparten para labor y beneficio de metales, se aplican para diferentes ministerios, y así los jornales son diferentes, porque los unos son buenos barreteros y trabajan en las minas seguidas o en los socavones, y a éstos tienen obligación sus dueños de darles, demás de los cuatro reales de jornal, todas las velas, barretas y cos

tales necesarios, y en esto suele haber omisión culpable, cuyo castigo está reservado al Alcalde mayor de minas, juntamente con el de los malos tratamientos: otros se llaman Apices, que son los que suben el metal que desmoronaron los barreteros; otros Pallires, que son los que fuera de la mina apartan los buenos de los metales; otros sirven de bajarlos de las bocas de las minas hasta los ingenios; éstos se trajinan en carneros de la tierra (1): los restantes de los Indios se ocupan en el beneficio; unos que llaman Repasires en pisar los metales en los cajones cuando se hace la incorporación del azogue y la plata, y los otros en lavar los metales y en beneficiar los relaves de la plata, que corresponde a lo que en Castilla llamamos heces: con este presupuesto se hace el repartimiento, y van dando a cada uno los Indios que merece conforme a la calidad de sus haciendas, contrapesando unos aillos con otros, de suerte que se proporcione lo bueno, y lo no tal de estos Indios, con la ocupación y ministerios tan diferentes, como son estos a que acuden.

16. Gran variedad de opiniones hallará V. E. sobre los inconvenientes o conveniencias que se ofrecen sobre dar lieencia para que se arrienden los ingenios de Potosí, y si bien a los principios lo permití, como Alcalde nuevo, movido de las razones que me representaron los Oficiales Reales de aquel asiento, asegurándome que con este medio se cobraba la deuda que los azogueros debían a la Caja, después la revoqué con más inteligencia del caso, porque lo cierto es que hay otros acreedores más antiguos que S. M., y con color de la utilidad de la Real Caja, cobran los otros, y al Rey le viene a caber poca o ninguna parte, y al fin viene a ser una tácita parte de venta y enajenación de los Indios.

17. No le dará a V. E. poco cuidado los bandos que en aquella villa se han introducido entre Castellanos y Vascongados, y como esta emulación está tan arraigada, será dificultoso de desentablar, si bien entiendo que lo más eficaz del remedio pende del buen juicio del Corregidor, y lo que yo he procurado ha sido favorecerlos a todos igualmente y reprenderles cuando ha convenido, anulándoles el año de

(1) Son los llamas o los guanacos, que los indios y luego también los españoles empleaban como bestias de carga.

18 la elección de los Alcaldes y confirmando la de este año de 21, en que hubo grandes inquietudes, por no volverlo a poner en ocasión de continuarlas (1).

18. En Sipino, 7 leguas de Potosí, y en las Provincias de los Lipes y Chichas, se han descubierto muchas vetas de metal de plata que han mostrado riqueza, y algunos dueños de ingenio de la rivera de Tarapaya me han pedido licencia para pasar a estos descubrimientos sus ingenios con los Indios que para ello tienen repartidos, y se han edificado algunos, aunque no la he concedido, porque juzgo que por ningún acaecimiento se debe alterar ni disminuir la máquina de Potosí ni su repartimiento, porque si la riqueza que

(1) De estos bandos da noticia el curioso Tratado breve de una disputa y diferencia que hubo entre dos amigos, el uno castellano de Burgos, y el otro vascongado, en la villa de Potosí, reino del Perú, documento inédito hasta 1876 en que lo publicó en la Revista Europea, de Madrid, el Sr. Z... (¿D. Justo Zaragoza?). Refiérese este Tratado a hechos acaecidos desde los primeros tiempos de la conquista hasta el año 1624, en que el autor anónimo fechó su escrito, es decir, hasta tres años después del en que cesó en su Gobierno el Príncipe de Esquilache. Del extremo a que llegaron los bandos da perfecta idea el primer párrafo de la Introducción del Tratado, que dice así:

"En el tiempo que por justos secretos y juicios de Dios Nuestro Señor, pecados de el Pueblo, insolencias y demasías escandalosas, permitió la divina Justicia y Providencia que en la villa imperial de Potosí, hubiese unas civiles guerras, de Castellanos españoles, contra Vascongados españoles; sucediendo muertes y heridas, incendios y otros males que a todos son notorios, o porque la ira y rencor salió con tanto ímpetu cuanto había más años que estaba represada, o porque todos buscan a las acciones, por malas que sean, color de buenas; en este tiempo, pues, profesaron dos grandes amigos, el uno llamado Alonso, natural de Burgos, y el otro llamado Martín, natural de Bilbao, de no quebrantar la antigua amistad que tenían de muchos años de compañía, y de servicio en casa de un amo alojero de los de la Rivera, al cual el burgalés servía de beneficiador en el ingenio, y el vizcaíno de minero en el cerro. Y cuando los otros de sus naciones se andaban persiguiendo, ellos se recogían sólos en su casa; ya sintiendo tantos males, y ya culpando a las Justicias y Corregidores; diciendo que D. Rafael Hortiz de Sotomayor dió principio a estos males, D. Francisco Sarmiento los continuó, D. Felipe Manrique los remató, y sólo Dios los remediaría; pues estos males eran plaga y castigo suyo, enviados por los pecados de unos y otros."

D. Ricardo Palma, en una de sus leyendas peruanas, nos dice que en 1617, el Virrey Príncipe de Esquilache escribió a Hortiz de Sotomayor una larga carta sobre puntos de gobierno, en la cual se leía lo siguiente: "E catad, mi buen D. Rafael, que los bandos potosinos trascienden a rebeldía que es un pasmo, y venida es la hora del rigor extremo y de dar remate a ellos, que toda blandura resultaría en deservicio de Su Majestad, en agravio de Dios Nuestro Señor y en menosprecio de estos reinos. Así nada tengo que encomendar a la discreción

representan de las minas es cierta, pueden fácilmente sustentar su labor y los ingenios que tienen edificados y otros muchos con Indios voluntarios de los que hay en Potosí y su comarca, como lo han hecho y hacen, sin tocar al repartimiento de que tengo muy advertido al Corregidor de aquella villa.

19. También han pretendido los interesados de las minas de los Lipes y Chichas (1) se pusiese Caja Real en asiento particular que se fundase, porque dicen que por estar cerca

de vuesa merced, que como hombre de guerra, valeroso y mañero, pondrá el cauterio allí donde aparezca la llaga, que con estas cosas de Potosí anda suelto el diablo y cundir puede el escándalo como aceite en pañizuelo. Contésteme vuesa merced que ha puesto buen término a las turbulencias y no de otra guisa, que ya es tiempo de que esas parcialidades hayan fin antes que, cobrando aliento, sean en estas Indias otro tanto que los Comuneros en Castilla.”

Se comprende bien que el Virrey se expresara en tales términos, porque precisamente a esta época corresponde uno de los períodos de más enconada lucha entre los dos bandos, o sea la llamada guerra de los Vicuñas y de la cual un contemporáneo dijo que "tan tristes sucesos, conocidos con el nombre de guerra de los Vicuñas, se debieron al demasiado poder que en la villa de Potosí tenían los vizcaínos, contra quienes se conjuraron aquellas cuatro naciones (castellanos, andaluces, extremeños y criollos), y aun se vieron aborrecidos de todos cuantos habitaban. Hasta los muchachos, haciendo bandos, mataron los que se hacían castellanos o vicuñas a tres de los que se hacían vizcaínos. Y en el pueblo de Caisa, añade el clérigo candoroso, que no está lejos de Potosí parió una perra cuatro perrillos; el amo púsole a uno por nombre Vizcaíno, al cual ¡ cosa admirable! los tres, siendo de dos meses todos, lo mataron, mordiéndolo y despedazándolo a bocados."

Este mismo año de 1618, prosigue aquél anónimo autor, vino a esta villa D. Antonio Geldres, hombre de soberbias y terribles acciones, enemigo acérrimo de la nación vascongada, el cual trató amistad con los andaluces, criollos, castellanos y extremeños, y, haciéndose capitán o cabeza de los criollos, dió orden como fuesen destruídos todos los vascongados. También el mismo año fué a Potosí el andaluz D. Luis de Valdivielso, mozo valiente, aunque inquieto y ruidoso, como se experimentó a los cuatro días de su llegada; pues estando jugando a la pelota con criollos y de otras naciones, zahirió a un tal Martín de Usurbil, vascongado, con ciertas palabras descompuestas que le dijo sobre el juego, de que resultó que el Usúrbil dió un golpe con la pala a Valdivielso, el cual, teniéndose por afrentado, sacó la daga, y sin duda le quitara la vida a no ponerse de por medio los que allí estaban; y como el Valdivielso era amigo de los criollos y portugueses, salieron éstos a su demanda, y acudiendo al suyo los vizcaínos, se comenzaron a acuchillar unos a otros con las dagas y a golpear con las palas, de que salieron muchos heridos. Apaciguáronlos los desintere sados, pero quedaron todos los contendientes muy indignados y esperando ocasión para volver a renovar la pelea."

(1) Hoy existen dos provincias de Lipez (Nor-Lípez y Sur-Lipez) y dos de Chichas (Nor-Chichas y Sur-Chichas), las cuatro de la provincia de Potosí.

del camino real que va de Potosí al puerto de Buenos Aires se extravia por allí y lleva a Portugal toda la plata que se saca de aquellas minas en piñas y planchas sin quintar, en que S. M. pierde mucho interés: he procurado remediarlo, negando las licencias de pasajeros que pretenden hacer viaje a España por aquel puerto, y encargado a los Gobernadores de Tucumán y Buenos Aires no disimulen con ellos y pongan mucho cuidado en aprehender y castigar estos descaminos: con que ha remediado lo posible, porque de poner Caja Real y quinto fuera de Potosí tiene muchos inconvenientes, y así me ha parecido no concederlo.

20. Y lo último que puedo advertir a V. E. en materia de Potosí es que, haliendo hecho todas las diligencias que de su gran prudencia y cuidado debemos esperar, no se aflija si los quintos bajaren y la plata fuere menos para el envío de España, porque supuesto que esto es cosecha que pende del cielo y de la tierra, así como no es culpable en el mayordomo el malogro de las sementeras, cuando es por falta de los temporales, así tampoco lo es en el Virrey el menoscabo de lo que no es en su mano, porque ni los Virreyes pueden dar ley a los metales que no le tienen ni obligar al cielo a que llueva en los meses precisos, como a mí me sucedió el año pasado de veinte.

Guancavelica.

21. Por grandes que sean el cuidado y diligencia que pide la conservación de Potosí, no son inferiores los que instan, para sustentar a Guancavelica, pues del azogue que procede de ella pende el beneficio de toda la plata con que este Reino enriquece, no sólo la Monarquía de España, pero lo restante del mundo; y así, antes de advertir a V. E. el estado que tiene aquel asiento, juzgo por conveniente avisar la noticia puntual del descubrimiento de estas minas, del suceso que han tenido desde su principio. Fué, pues, que habiéndola descubierto, no porque no lo estuvieron en tiempo del Inga, prosiguieron algunos particulares en su labor con próspero suceso, particularmente una mina que llamaron la Descubri

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