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tenia mucha esperanza de salir con esta pretension, por no querer los Reyes desabrir á los dos hermanos Girones á quien poco antes perdonaran. Cansado pues Don Alonso, con tardanza tan larga, aunque era entrado en edad, se casó con Leohor de Soto, dama de la Reyna, de quien andaba enamorado: para hacello alcanzó dispensación del Papa del voto de castidad con que como maestre de aquella órden estaba ligado. Para el sosiego de Castilla era esto muy á propósito por cesar con tanto aquella su pretension tan fuera de sazon: al Rey de Aragon su padre dió tal pesadumbre que le quitó á Ribagorza y á Villahermosa, y las dió en su lugar á Don Juan hijo bastardo del mismo Don Alonso: estados que pretendia ser suyos Don Jayme de Aragon, como pertenecientes á su padre Don Jayme ý á su abuelo Don Alonso duque de Gandía. No tenia esperanza que le harian justicia y razon: como se adelantase á valerse de las armas sobre el caso, perdió la pretension con la vida que en castigo del desacato le quitaron : tal fué el pago que se dió á los servicios de sus antepasados. Los ciudadanos de Se govia se alborotaron á la misma sazon, y con las armas acudieron á cercar el alcázar en que tenían la hija de los Reyes la princesa Doña Isabel, y aun corria fama que le habian tomado. El movedor deste alboroto fué Alonso Maldonado por el desabrimiento que tenia con Don Andrés de Cabrera que le quitó la tenencia de aquel alcázar. Ayudábanle para esto Don Juan Arias obispo de aquella ciudad, y un ciudadano principal llamado Luis de Mesa. Acudió con presteza la Reyna Doña Isabel no mas por el cuydado en que le ponia su hija, que por no perder aquella fuerza tan importante: con su venida todo se sosegó; algunos de los alborotadores huyeron, de otros se hizo justicia. Sucedió esto por el mes de agosto, en el qual mes el Rey de Aragon como se hobiese hasta entonces detenido por un pie que tenia malo, al fin llegó á Victoria. Ningun dia tuvo aquel viejo mas alegre en su vida: parecíale no le quedaba que desear mas, pues llegara á ver á su hijo Rey de Castilla de donde él fuera antes echado con deshonra y afrenta, y des pojado de todos sus bienes. «Santos (dixo) bienaventurados, no permitais que dia tan alegre como este y tan sereno le escurezca algun nublado ó algun desastre le enturbie; y porque la prosperidad quando encumbra suele volver atrás y mudarse

otorgadme, si yo he cometido algún pecado y le quereis castigar, que en particular yo sienta esta mudanza, y no padezean ni los vasallos ni mis hijos muy amados alguna calamidad. » Dichas estas palabras con muchas lágrimas que le bañaban el rostro, juntamente abrazó á su hijo y le dió paz. Dióle en todo el primer lugar: nó consintió que le basase la mano, si bien él acometió á hacello como era razon, antes le llevó á su mano derecha, y le acompañó hasta su posada; en todo esto se tuvo respeto a la dignidad, preeminencia y magestad de Castilla. Hallóse presente la infanta Doña Leonor, gran parte deste agradable espectáculo y de la comun alegría y fiesta. Consulta ron entre sí sobre las cosas del gobierno y que á todos tocaban ; y aun escriben que el Rey de Aragon estuvo determinado de renunciar en su hijo la corona de Aragon. Hacen esto verisímil su larga edad, y el deseo que tenia de descansar, dicen empero que desistió deste propósito por no estar las cosas de Castilla de todo punto sosegadas; en especial que Colora, general que era de una armada francesa, despues que acometió las marinas de Vizcaya y las de Galicia, era pasado á Portugal con intento de llevar en aquella flota al Rey de Portugal á Francia, que en Lisboa donde estaba, se aprestaba de todo lo que era necesario para àquel viage. Quando todo estuvo á punto, se embarcó: pasó primero en Africa para dar calor á aquella conquista y afirmar aquellas plazas que allí tenia. Iban con él dos hermanos del duque de Berganza, el conde de Penamacor su gran privado y el prior de Ocrato. Acompañóle otrosí Juan Pimentel hermano del conde de Benavente: llevaba dos mil y quinientos soldados para dexallos de guarnicion en Tanger y en Arzilla. En Ceuta se tornó á hacer á la vela : llegó á Colibre por el mes de setiembre, puerto que se tenia por Francia; dende fué á Perpiñan y á Narbona, que le recibieron con aparato Real. Con su venida se avivó la guerra de Ruysellón por entrambas las partes: los de Aragon cobraron la villa de San Lorenzo, los Franceses hicieron muchos daños, quemas y ro bos en la comarca de Ampurias. Lo que era peor, los naturales andaban entre sí alborotados y divididos en bandos : asi no podian acudir á hacer resistencia á los enemigos estraños. En el mismo tiempo el Rey de Aragon desde Victoria dió la vuelta á Tudela pueblo de Navarra, ca tenia muy gran deseo de sose

gar los alborotos de aquella nacion. Doña Juana su hija quedó por gobernadora de Cataluña en ausencia de su padre. Por conocer las pocas fuerzas que tenia, deseaba escusar la guerra: enviáronse embaxadores de una y de otra parte para pedir satisfaccion de los daños y restitucion de lo que tomaron. No tuvo efecto lo que pedian, solo concertaron que las treguas que antes tenian puestas, pasasen adelante. El Rey de Portugal llega do que fué á Francia, como queda dicho, enderezó por tierra su camino á Turon do el Rey de Francia á la sazon residia. Recibieronle solemnemente y regaláronle con mucho cuydado. Despues en dia señalado, hechas sus cortesías entre los dos Reyes el de Portugal, se dice habló en esta sustancia : «< Soy forzado á ser cargoso antes de hacer algun servicio, cosa que para mí es muy pesada. Porque dado que en el tiempo de nuestra prosperidad diversas veces dimos muestras de ánimo agradecido, sabemos y confesamos que nuestras obras fueron menores que la deuda, y no iguales á nuestra voluntad. Esto se quedará á parte, que no está bien á los miserables y caidos hacer alarde de sus cosas. Yo no tengo alguna enemiga con el Rey de Sicilia en particular, ni perseguimos la nacion Aragonesa, sino sus maldades, sino sus latrocinios. El haber quitado á Doña Jnana mi esposa y sobrina el estado y riquezas de su padre, afrenta é indignidad para vengarse con las armas de todas las naciones, esto me puso en necesidad de dar principio á esta guerra desgraciada. Asi lo ha querido Dios y los Santos del cielo, que muchas veces acostumbran á trocar los principios tristes en un alegre remate. Todo está puesto en vuestras manos, vos solo podeis remediar y aplacar nuestro dolor justo y razonable, y de camino satisfaceros de vuestros daños, y dar el fin que se desea á la guerra de Ruysellon y de Vizcaya, demas de librar por esta via de la garganta de aquel tyrano muy codicioso el reyno de Navarra. ¿Por ventura cuydais faltarán ó razones para apoderarse de aquel estado al que el reyno y dote ageno acometió y tomó con las armas sin otro mejor derecho, ó poder para usurpar aquel reyno tan pequeño y cercado de las tierras de Castilla y de Aragon? engañase quien piensa que á la ambicion se puede poner término alguno. Bien sabemos que Francia tiene abundancia de oro y de gente muy escogida: las fuerzas de toda España aunque se junten en uno,

nunca le fueron iguales; además que nuestro partido no está del todo desamparado y caido, dado que hemos tomado tan gran trabaxo para implorar vuestra ayuda. Las fuerzas de Portugal quedan enteras, en Castilla muchos aficionados, algunos al descubierto, los mas de secreto, y que con la ocasion y quando las cosas mejoraren, se declararán. Solo deseamos que con vuestra ayuda y en vuestro nombre se prosiga la guerra que ya está comenzada. Ninguna vanidad hay en nuestras palabras: fuera de que dar ayuda á los Reyes afligidos, acudir al remedio de los males públicos, anteponer el deber y lo que es honesto y justo, á qualquiera interés aunque ninguno hobiese quanto mas que le hay muy grande, ¿á quién pertenece todo esto sino á los grandes príncipes y soberanos? » Oyó el Francés estas razones con buen talante: respondió en pocas palabras que tendria cuenta con lo que le representaba, y que procuraria no pareciese acudió en vano á pedir su ayuda. Las obras no correspondieron á las palabras, antes en Paris para donde se partieron, y el Rey de Portugal hizo de nuevo instancia, se escusó con dos guerras á que le era forzoso acudir. Era asi que el duque de Borgoña y el Rey de Ingalaterra con mayor ímpetu que antes volvian á tomar las armas: demas desto decia que por ser aquel casamiento inválido á causa del deudo que tenia con su esposa, no le parecia se podia hacer la guerra lícitamente para llevalle adelante, escusas con que quedó burlada la pretension del Rey de Portugal, dado que se fué á ver con el duque de Borgoña por ser su primo y su confederado: pretendia ser medianero, y procurar hiciese la paz con Francia; no tuvo esto mejor suceso que lo demas. Desto y de las nuevas guerras que en Francia se emprendieron, resultó otra nueva comodidad para Castilla, que los Franceses que sitiaban á Fuente-Rabía, avisados de lo que pasaba, concertaron treguas con los de Vizcaya primero de poco tiempo y solamente por tierra, despues á instancia del cardenal de España mas largas y sin aquella limitacion.

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Capitulo XII.

Que la ciudad de Toro se tomó á los Portugueses.

Los Reyes padre é hijo despues que partieron de Victoria, de nuevo se tornaron á juntar á dos de octubre en Tudela para ver si podrian sosegar las alteraciones de Navarra. Era difi cultosa esta empresa á causa que (mal pecado) cada una de las partes tenia sus aficionados y valedores dentro y fuera del reyno, hasta en los mismos palacios de aquellos Príncipes andaban aquellas pasiones. Acudieron á la junta el Conde de Lerin y el condestable Pedro Peralta cabezas que eran de aquellas parcialidades: prometieron de ponerse á sí y á los suyos en las manos de los Reyes, y que tendrian por bien lo que ellos de terminasen. Sobre esta razon hicieron pleyto homenage; y para mayor seguridad los Biamonteses pusieron á Pamplona como en tercería en poder del Rey Don Fernando, los contrarios otrosí entregaron otros castillos al Rey de Aragon. Hallóse presente Don Alonso Carrillo hermano del Conde de Buendía y sobrino del arzobispo de Toledo, que era obispo de Pamplona. Hicieron un compromiso con término de diez y seis meses para nombrar jueces árbitros y componer aquellos debates, Tuvo gran sentimiento destas práticas madama Madalena muger que fué de Gaston el mas mozo Conde de Fox: con el cuydado de madre sospechaba que algun engaño y trama se urdia á propósito de excluir á su hijo de la herencia de su padre. Para sosegalla le enviaron por embaxador á Berenguel de Sos dean de Barcelona, que le declarase las causas y capitulaciones de aquella concordia, y le dixese debia tener buen ánimo y esperar de los Reyes padre é hijo todo favor y proteccion: advertíanle del mayor peligro que le podria correr de Francia; por tanto no se dexase engañar, ni juntase sus fuerzas con aquella nacion para acometer á España; que si bien el Francés era su hermano, pero que con el Rey de Aragon y con sus hijos tenią mas trabado deudo y alianza. Residia aquella señora á la sazon en Pau ciudad de Bearne; respondió á esta embaxada que agradecia mucho el amor que le mostra

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