Que es mas que el hierro fuerte, ૐ ¿Do están agora aquellos claros ojos, Que llevaban tras sí como colgada Mi ánima de quier que se volvian? Con gran desprecio al oro Como á menor tesoro, ¿A donde están? ¿ á donde el blanco pecho? En la fria, desierta y dura tierra! ¿Quien me dijera, Elisa, vida mia, Que diese amargo fin á mis amores? Cargó la mano tanto, Que á sempiterno llanto Y a triste soledad me ha condenado : Y lo que siento mas, es verme atado A la pesada vida y enojosa, Solo, desamparado, Ciego, sin lumbre en cárcel tenebrosa. Despues que nos dejaste, munca pace En hartura el ganado ya, El campo ni acude al labrador con mano llena. No hay bien que en mal no se convierta y mude, La mala yerba al trigo ahoga, y nace Gaņa nos producia Flores, con que solia Quitar en solo vellas mil enojos, Crecer llorando el fruto miserable, Como al partir el sol la sombra crece, Su luz pura y hermosa; Noche de tu partir, en que he quedado Sol de tu clara vista me encamine, Cual suele el ruiseñor con triste canto Quejarse entre las hojas escondido, Del duro labrador que cautamente Le despojó su dulce y caro nido De los tiernos hijuelos, entre tanto Que del amado ramo estaba ausente; Y aquel dolor que siente, Con diferencia tanta Por la dulce garganta Despide, y á su canto el aire suena; Su lamentable oficio y sus querellas, Al cielo por testigo y las estrellas : De esta manera suelto yo la rienda " Con importuno llanto al mundo todo. Primero no me quitan el sentido. Una parte guardé de tus cabellos, Mas que la llama ardientes, Los enjugo del llanto, y de consuno Dolor me deja descansar un rato. Mas luego á la memoria se me ofrece Verte presente agora me parece Con cuyo son y acentos A los airados vientos Pudieras amansar, que agora es muda, En aquel paso ayuda. ¿Y tú, rustica Diosa, donde estabas ? Queda, que su reposo ofreciendo Era seguir tu oficio, persiguiendo Divina Elisa, pues agora el cielo en Contigo mano á mano, Busquemos otro llano, Busquemos otros montes y otros rios, Otros valles floridos y sombrios, Do descansar, y siempre pueda verte Sin miedo y sobresalto de perderte? POETA. Nunca pusieran fin al triste lloro Los pastores, ni fueran acabadas Las canciones que solo el monte oia, Si mirando las nubes coloradas, Al trasmontar del sol bordadas de oro, No vieran que era ya pasado el dia. La sombra se veia Venir corriendo apriesa Ya por la falda espesa Del altísimo monte, y recordando á Se fueron recojiendo paso a paso. TIRRENO, ALCINO. TIRRENO. Flérida, para mí dulce y sabrosa Mas que la fruta del cercado ajeno, Mas blanca que la leche y mas hermosa Que el prado por abril de flores lleno ; Si tú respondes pura y amorosa Al verdadero amor de tu Tirreno, A mi majada arribarás primero, Que el cielo nos demuestre su luzero. ALCINO. Hermosa Filis, siempre yo te sea Amargo al gusto mas que la retama, |