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ne en todo. Quando trataban los apóstoles de consultar alguna cosa á Jesucristo, San Pedro es el órgano por donde le dirigen la palabra; y quando debian responderle, San Pedro responde por todos. Si se trata de elegir un apóstol que ocupe el lugar del perfido Judas, San Pedro congrega á sus hermanos, y colocado en medio de ellos, expone con claridad el punto, y señala las dotes que debe tener el que se ha de elegir. Se debe hablar el dia de Pentecostes? Todos los apóstoles callan, y San Pedro solo toma lą palabra, predica, exhorta, instruye, confunde. Quién no ve en todo esto, y mucho mas que omito, no solo una eminente prerogativa, no solo acciones repetidas de honor, sino de perfecta jurisdiccion? Esta es una de las verdades fundamentales de nuestra religion reconocida por todos, en todas partes y en todos los siglos, que son los caractéres que exige en su erudito conmonitorio el famoso, abad de: Lerins: Quod semper, quod ubique, quod ab omnibus creditum est. Quando se levantaron cismas, así en el Oriente como en el Occidente, se oyó resonar por todas partes el grito magestuoso y uniforme de la venerable antigüiedad para conservar al obispo de Roma su prerogativa de Primado en toda la iglesia.

» Señor, no ignoro que soy demasiado molesto á V. M., y que esto es mas bien una disertacion polémica, que una impugnacion directa del Santo Oficio. Sentiré que se me acuse de pedantería; pero la imperiosa necesidad de contestar á mis compañeros que se acogen al Primado del Papa para hacer revivir la moribunda Inquisicion, me obliga á explicarme con tan fastidiosa difusion. Y aun así quedarán tranquilas sus conciencias? ¿Escaparé yo de ser notado de francmason ó jansenista, como se ha querido imputar á mis dignos y sabios compañeros? ¡Oh triste y miserable causa la de la Inquisicion, que es necesario echar mano de los mas hediondos dicterios y calumnias para hacerle una aparente defensa! ¿Y nos argüirán ahora de que negamos la primacía del Romano Pontífice, porque absolutamente no queremos oir ni el solo nombre del Santo Oficio? Me parece que tengo explicado lo suficiente para hacer ver que estoy perfectainente convencido de este dogma católico que aprendí en las escuelas; que esta ha sido y será siempre mi firme creencia, y que fué la religion de mis padres. ¿Pero quieren mayor explicacion de la primacía del obispo de Roma? Pues sepan que él solo reune la primacía de Abel, la autoridad de Moyses, Ja judicatura de Samuel, la dignidad de Aaron, el sacerdocio de Melquisedec.... Está autorizado por derecho ordinario para congregar los concilios generales, y presidirlos, expedir decretos acerca de la doctrina, los que con el consentimiento de los pastores de la iglesia obtienen el carácter de infalibilidad; dar leyes sobre la disciplina arregladas á los antiguos sagrados cánones, inspeccionar sobre la conducta: de sus hermanos: por exemplo, si han abandonado sus diócesis en el tiempo que mas los necesitaban, y velar sobre la observancia de la venerable tradicion. No sé, Señor, qué mas se podria decir sin molestar á V. M.; empero no creo que por esto escaparé de alguna censura. ¿Y qué digo censura? V. M. ha oido que en este santuario augusto de las leyes se ha procurado notar de cismáticos á los que impugnamos la Inquisicion con este elegante, agudo y estupendo raciocinio: La Inquisicion viene del Papa; es así que el que se opone al Papa, es cismático; luego los que se oponen á la Inquisicion son cismáṛ ticos. Ya ve V. M. que el argumento es concluyente; y conociendo su au

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tor la fuerza y energía de su gallardo silogismo, añadió: El argumento no aprieta? Aquí se han visto y oido especies bien extrañas, lo que prueba al mismo tiempo la libertad que V. M. quiere que tengan todos los diputados para producirse en el soberano Congreso. Asegurado de esta misma libertad, y despues de haber probado hasta la evidencia el Primado que el obispo de Roma obtiene en toda la iglesia, voy á contestar á varias especies que han vertido muchos señores, que quieren deducir de este misno Primado el que V. M. no puede abolir la Inquisicion porque viene del Papa.

,,Señor, hay gran diferencia entre las verdades definidas y las pretensiones contestadas. Reputo por inútil rebatir aquí los absurdos y delirios del famoso Próspero Fagnano en sus comentarios á lás Decretales que trabajó por órden de Alexandro vII. Pasaré en silencio otras opiniones ultramontanas con que varios teólogos y canonistas, apartándose escandalosamente de la respetable antigüedad, han concedido al Romano Pontífice privilegios que no le concedió Jesucristo, cuyo reyno no es de este mundo. ¿Y cómo han tenido osadía de atribuirle autoridad para invadir los derechos legítimos de las naciones, destronar los reyes, y disponer de sus coronas? ¡ Doctrina impía y detestable', que ha causado la ruina de millones de almas, poniendo discordias entre el sacerdocio y el imperio! Yo me avergonzara de refutar en el siglo XIX tan monstruosas opiniones. Estos son delirios de hombres, , y no doctrina de la iglesia. Lo mismo digo de que el Sumo Pontifice es superior á los concilios generales, es decir, à toda la iglesia: que es infalible que es obispo universal: que en él reside toda la plenitud del obispado que los obispos son vicarios del Papa : que de él toman su autoridad, y no inmediatamente de Jesucristo.... con otras extravagancias inventadas por teólogos y canonistas aduladores, que abandonaron la doctrina de la primitiva iglesia, para sentar sus opiniones tan falsas como exôticas, y que solo son grandes delirios de grandes maestros.

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» El obispo de Roma es sin disputa el legítimo sucesor de San Pedro; pero no es el sucesor de Constantino ni de Teodosio: es el primer vicario de Jesucristo; pero no es absoluto, sino que debe gobernar arreglado á la constitucion de la iglesia, compuesta de los sagrados cánones. Tiene jurisdiccion de Primado en toda la iglesia; pero no jurisdiccion episcopal. Cada obispo en su diócesi tiene la misma que el Pontífice exerce en su obispado de Roma. No es un monarca, sino el padre comun de los fieles. No es un déspota, sino que debe consultar los puntos primordiales de doctrina con los obispos, que son sus hermanos segun el lenguage del evangelio, y no sus vicarios, como han sentado los autores ultramontanos. Su mayor gloria es tratarlos como á hermanos, como á coepiscopos, con fraternidad, con caridad y con dulzura; no con altivez, no con fastuosa arrogancia ni con imperio, despojándolos de sus augustas y divinas atribuciones, como ha sucedido quando se fué aumentando el poder colosal de la Inquisicion. El mismo San Pedro, que adoptó el propio lenguage que aprendió de Jesucristo, dice á todos los pastores de la iglesia: Apacentad la grey de Dios, que está entre vosotros, teniendo cuidado de ella, no por fuerza, sino de voluntad, segun Dios: Pascite qui in vobis est gregem Dei, providentes non coactè, sed spontanee secundum Deum. No trateis de demimar en medio del clero, sino hechos el modelo de la grey: Neque ut do

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minantes in cleris, sed forma facti gregis ex animo." ¿Y de qué otro estilo podia usar el primero de los apóstoles sino del del evangelio? No podia San Pedro olvidar que el mismo Jesucristo dixo expresamente á sus apóstoles, Los reyes de los gentiles dominan sobre sus pueblos: Reges gentium dominantur eorum; mas vosotros no debeis ser así ; Vos autem non sic." ¿Y nos querrán los ultramontanos enseñar que el obispo de Roma es un monarca en la iglesia? Y hemos de creer ahora que puede despojar á los obispos de sus divinos derechos para investir con ellos á los inquisidores? Señor, qué teología es esta? Este lenguage fué desconocido en los primeros siglos de la cristiandad. Ya el Sr. Espiga explicó larga y doctamente la providencia que San Victor, como Primado, tomó contra Policrates, obispo de Efeso, que con otros prelados del Asia celebraba la Pasqua el 14 de marzo, alegando para ello la tradicion de sus predecesores, que la creian erróneamente derivada de los apóstoles. San Victor exerció un acto de jurisdiccion que le era propio por su primacía, y sin embargo, Policrates no se creyó obligado á obedecerle hasta que un concilio general lo definiese, como en efecto lo definió el primero de Nicea. Mas yo añado, que el santo Papa tentado ya á expedir una excomunion contra Policrates y otros obispos de Palestina, del Ponto..., fué contenido por San Ireneo, obispo de Lyon, quien le hizo ver que era cosa muy dura é irregular separar de su comunion tantas y tan ilustres iglesias del Asia.

Y qué diré de que se haya sacado aquí con motivo de defender la Inquisicion la conducta heroica de San Cipriano para con San Esteban? Confieso á V. M. que nada me ha llamado mas la atencion que traer aquí á San Cipriano. ¡ San Cipriano y la Inquisicion! Señor, ¿qué cosas tan contrarias? Bien sabido es lo que un señor diputado explicó en el Congreso sobre la causa de Basílides y. Marcial, obispos españoles: aquel de Astorga, y este de Mérida, que eran reos del crímen de idolatría. Nuestros obispos se congregaron, depusieron á los dos apóstatas, y en el lugar de Basilides, subrogaron á Sabino. Basílides, hombre astuto y poderoso, fué á Roma en persona, engañó á San Esteban, quien intimó á nuestros obispos que lo repusiesen al instante en su silla. ¿Y quál fué entonces la conducta de los prelados españoles, de aquellos obispos que, segun los cánones, sabian sostener su dignidad? Consultaron á San Cipriano, exponiéndole todo el he cho; y este Santo Doctor les responde: que la deposicion del obispo de Astorga era legítima y canónica, y que acaso el Pontífice Esteban habria sido engañado. ¡ Oh tiempos venerables, en que todo se acordaba conforme á los cánones de la iglesia! ¿Y aquellos ilustres obispos sufririan que con ura bula de Roma les clavasen una Inquisicion en sus diócesis? ¿Se dexarian arrollar de los inquisidores? Júzguelo V. M. con su prudencia y sabiduría. Pero pues que aquí se ha hablado de la ruidosa disputa entre San Esteban y San Cipriano con motivo de la rebautización, debo decir algo, ya para contestar á algunos señores, y tranquilizar sus conciencias, ya para hacer despues las reflexiones oportunas que me parezca.

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Nadie ignora que á fines del siglo 11 Agripino, obispo de Cartago, fué el primero que se atrevió á establecer la rebautizacion creyéndola necesaria, pero apartándose en esto de la tradicion y venerable antigüedad, como se explica Vicente de Lerins: Is primus omnium mortalium contra universalis ecclesiæ regulam.... rebaptizandum esse censebat. San Cipriano,

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uno de sus suce ores a mediados del siglo rir, continuó con la misma disciplina que encontró en su iglesia de Cartago: disciplina que insensiblemente se extendió á muchas iglesias del Asia; pues tambien la habia adoptado y sostenia San Firmiliano, obispo de Cesaréa en Capadocia, con otros muchos prelados. Podemos sin embargo llamar á esta disputa propia de San Cipriano San Esteban reclamó al órden y á la tradicion de los Padres, y condenó abiertamente la rebautizacion, en lo que cumplió exâctamente con el deber que le imponia su carácter de Primado. Aquí ve V. M. una de las mas célebres disputas que nos ofrece la historia eclesiástica entre el Primado de la iglesia y el sapientísimo obispo de Cartago, ambos ilustres por su doctrina, , por su piedad, por su santidad, por sus virtudes y por su glorioso martirio: ambos respetables por su carácter, por su zelo, por su constancia: San Esteban defendiendo una verdad derivada de la tradicion divina y apostólica; S. Cipriano sosteniendo un error en el fondo, pues que no estaba aun reconocido universalmente como tal; pero sosteniéndolo de buena fe, y con un teson y firmeza digna del Primado del Africa. ¿Y cómo se explicaba San Esteban? Jamas pronunció: Yo lo mando; ni aun dixo: La iglesia de Roma, de acuerdo con las iglesias del Occidente, reprueba la rebautizacion, con cuya disciplina debeis conformaros. Este lenguage no debia usarse con San Cipriano, pues no era hombre que se aterraba con una bula de Roma. El lenguage de San Esteban fué el que debi a ser, diciendo á San Cipriano: Nada se innove, sino hágase lo que enseña la tradicion. Nihil innovetur, nisi quod traditum est. Con todo este respeto y consideracion trataba la Silla Romana á los obispos. Sin embargo, no se creyó obligado San Cipriano á separarse de la disciplina de su iglesia en un punto que no tenia mas antigüedad que la época del pontificado de Agripino, es decir, poco mas de medio siglo. San Cipriano juntó un concilio de las iglesias del Africa y parte del Asia el año de 256, y allí se vió con qué firmeza y vigor habló este doctor y padre de la iglesia: Ninguno de nosotros, dixo, pretenda constituirse obispo de los obispos, ni tiranizar á sus concolegas fórzándolos á la necesidad de obedecer. Neque quisquam nostrum episcopum se esse episcoporum constituit, nec tirannico terrore ad obsequendi necessitatem collegas suos adigit. Todos los padres 'conocieron fácilmente que hablaba de San Esteban. 1

,,El error siguió por desgracia, y-San Cipriano continuó con la misma disciplina que habia encontrado en Cartago. No es del caso exponer aquí las razones que de parte á parte alegaban estos ilustres santos para sostener su doctrina. La disputa de la rebautizacion no se habia tratado aun en la iglesia con toda diligencia y exâctitud, como se explica San Agustin. Nondum erat diligenter illa baptismi questio pertractata; y en efecto no se décidió hasta el concilio de Nicea. Aquí ve V. M. un santo obispo que reconoce límites en el Primado de jurisdiccion que exerce el obispo de Roma en toda la iglesia jurisdiccion que está arreglada por los sagrados cánones. Y seria San Cipriano á propósito para que el Papa le plantase una Inquisicion en su vasta diócesi, ó en las de sus sufragéneos? Era hombre que se dexaria cerrar la boca para calificar la doctrina, y atar las manos para absolver de la heregía como se ha hecho con nuestros obispos? ¿Qué diria este grande hombre si hubiera podido descubrir desde lejos este fantasma de Inquisiciona

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,,No se me oculta que algunos teólogos ultramontanos, particularmente jesuitas, han satirizado á San Cipriano por su firmeza para con San Esteban. ¡ Miserables! Debian reflexionar que San Cipriano es uno de los doctores mas sabios de la antigüedad, uno de los mas ilustres padres de la iglesia, un obispo, un santo, y un mártir clarísimo: debian atender que la iglesia de Roma, que no ha colocado en el canon de la misa sino á los mártires que mas se distinguieron por su eminente fortaleza y santidad, ha puesto á San Cipriano en esta sagrada liturgia, y no puso á San Esteban, á pesar de haber sido Papa, santo y mártir muy ilustre. El mismo San Agustin toma la defensa de aquel sapientísimo doctor, diciendo que él hubiera hecho lo mismo, hallándose en su lugar, sobre la famosa competencia de la rebautizacion;,,pues el' varon clarísimo Cipriano (añade) habria cedido en este punto si la iglesia en un concilio plenario hubiera discutido y definido este dogma. ¿No vemos en el concilio de Jerusalen, que á pesar de estar presidido por San Pedro, y compuesto de los apóstoles, instruidos todos en la divina escuela de Jesucristo, hubo sin embargo grande discusion, y ninguno mandaba en gefe absoluto? Cum magna conquisitio fieret. Allí los apóstoles ocuparon el lugar que les correspondia, formando un solo cuerpo con su cabeza: hablando como doctores, como maestros, como jueces legítimos, no como discípulos, no como delegados, no como vicarios de San Pedro. De aquí es que San Cipriano en su libro de oro De unitate ecclesiæ enseña que el obispado no es mas de uno : Episcopatus unus est, cujus in solidum episcopi partes tenent. Dice mas: que los apóstoles fueron lo mismo que San Pedro, dotados de igual honor y potestad; pero salvo siempre el Primado de aquel que ya habia defendido en otra parte. Hoc erant utique cæteri apostoli, quod fuit Petrus, pari consortio præditi, et honoris, et potestatis. Que nos vengan ahora los ultramontanos con su sistema de monarquía universal fundada en el ayre, es decir, en las falsas decretales del impostor Isidoro: que nos proclamen al Sumo Pontífice por obispo universal, lo que el P. S. Gregorio Papa denomina nombre de blasfemia, nomen blasphemiæ, palabra necia y soberbia, stultum ac superbum vocabulum. Los Papas desde entonces se han intitulado siempre siervos de los siervos de Dios, servus servorum Dei; y es necesario hacer esta justicia á su virtud y moderacion. Si en los siglos bárbaros por condescendencia para con los príncipes han permitido que se hayan disminuido en Españalas atribuciones de los obispos, estarán prontos á restituírselas por entero.. Todos saben que el establecimiento de la Inquisicion tuvo este orígen. Per ticion de los príncipes, condescendencia de los Papas, silencio de la ma yor parte de nuestros obispos, decadencia de las luces, corrupcion de la disciplina y la moral....., todo esto y mucho mas fue necesario para introducir en la iglesia de Dios un tribunal exôtico, extravagante, que á la sombra de las falsas decretales que concedian á los Pontífices de Roma el poder absoluto de un monarca, se fue poco a poco, con astucia y las mas á viles adulaciones, erigiendo en coloso, para so pretexto de conservar la fe, que de ninguna manera le fue encomendada, alzarse con una porcion de los derechos episcopales, y ser el espanto y terror de los pueblos. Su fina política llegó á hacer creer á los incautos y piadosos españoles, que las voces religion, pureza de fe é Inquisicion son sinónimas. ¡Qué error! ¡Qué intriga! ¡Qué hipocresía y disimulo de tribunal!; Y con qué arte ha sabido

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