Imágenes de páginas
PDF
EPUB

mejores soldados y la mayor parte del peonage. El Conde entre los demas perdió á Don Gonzalo su hermano, y él mismo, recebidas algunas heridas, con algunos de á caballo se fué huyendo ácia do entendia hallaria á Garci Lopez de Padilla maestre de Calatrava, que iba en pos de los que se adelantaron. El Rey Don Fernando luego que supo el estrago de los suyos, por la tristeza estuvo algun tiempo retirado; despues sosegada la pasion: « Por la imprudencia (dice) del Conde y demasiada confianza de los demas se ha recebido este revés, pero yo pretendo con presteza satisfacerme y recompensalle aventajadamente: con vuestro esfuerzo, soldados, tomaré venganza de la muerte de nuestros ciudadanos y soldados, varones esforzados mas que venturosos.» Caian junto á la frontera de los enemigos por la parte de Jaen dos castillos y pueblos, el uno llamado Cambil y el otro Albahar; el rio Frio pasa por en medio de ambos, que aunque lleva poca agua, especial en aquel tiempo del año, por ser las riberas muy estrechas con dificultad se puede vadear. Sobre estos dos pueblos se puso toda la gente con intento de tomallos. Albahar que esta de la otra parte del rio, tiene un padrastro ó montecillo que se levanta á manera de pyrámide: sobre aquel montecillo por mandado del Rey, bien que con grande trabaxo, se plantó la artillería. Puso esto tanto espanto á los cercados que sin dilacion rindieron los castillos y pueblos á veinte y tres de setiembre, el mismo dia en que en tiempo del Rey Don Pedro los Moros se apoderaron de aquellas plazas como ciento y veinte años antes deste tiempo. El Rey Don Fernando ganadas tantas victorias, y tomados tantos lugares y los mas sin derramar sangre, comenzó á ser mas temido y nombrado: no se hablaba de otra cosa en todas partes. Envió á invernar el exér cito, y con tanto él y la Reyna se partieron para Alcalá de Henares. En este viage en Linares á las haldas de Sierramorena, falleció Don Alonso de Aragon duque de Villahermosa, y hermano del Rey Don Fernando, caudilló esclarecido en aquel tiempo tanto como el que mas, como quier que se halló en muchas guerras. Su cuerpo fué primero depositado en Baeza, despues le trasladaron á Poblete entierro de sus antepasados. Dexó muchos hijos: en María Junques fuera de matrimonio tuvo á Don Juan conde de Ribagorza y á Doña Leonor: de

[ocr errors]

otras concubinas á Don Alonso, que fué los años adelante obispo de Tortosa y despues arzobispo de Tarragona; tambien á Don Fernando y á Don Enrique. Fuera destos de su legítima muger tuvo á Don Alonso y â Doña Marina: la hija casó con Roberto príncipe de Salerno, y deste matrimonio nació Don Fernando, que fué el postrer príncipe de Salerno, y por su mal órden vivió en trabaxos, desgracias y destierro hasta nuestra edad; Don Alonso fué duque de Villahermosa, cepa de que descienden aquellos duques de Villahermosa y condes de Ribagorza. En Toledo á los que dexada la Religion Christiana que recibieron se tornaban á la secta judáica, castigaban los inquisidores con mucho rigor y severidad; verdad es que á otro mayor número desta gente, porque se reduxeron, pidieron misericordia y confesaron sus culpas, les fué otorgado perdon: estos se llaman hoy los de la gracia. Tratamos los hechos de España sin salir della; á las veces empero es forzoso por la trabazon que las cosas tienen entre sí y para cumplir con lo que se pretende en esta obra, tocar asimismo algunas de fuera. Abrasábanse los señores Napolitanos con una guerra que levantaron contra Don Fernando su Rey, conjurándose y haciendo liga entre sí con intento de vengar los agravios muy graves y ordinarios que pretendian les hacia: ayudábalos el Pontífice Inocencio y animábalos, si bien mas los favoreció con el nombre que con fuerzas, á causa de su vejez y de otros cuydados que del cargaban. Las cabezas de la conjuracion eran tres Príncipes, el de Salerno llamado Antonelo, y el de Besiñano que se llamaba Gerónimo, y el de Altamura por nombre Pirro Baucio: demas destos Pedro de Guevara marqués del Vasto y otros sin embargo de estar muy obligados por las muchas mercedes que recibieron del Rey. Llegó á tanto que por la fama cargaban asimismo á Don Fadrique hijo del Rey de que con esperanza de suceder en el reyno favorecia de secreto á los parciales; cosa que si fué verdad ó mentira, aun entonces no se pudo averiguar. La principal causa del odio que se levantó contra el Rey, era Don Alonso su hijo duque de Calabria por sus malas costumbres y soltura tan grande en todo que igualmente en deshonestidad y crueldad mucho se señalaba. El Rey por su grande prudencia y mucha experiencia de cosas determinó sosegar aquellas alteraciones mas con maña

TOMO V.

25

que con fuerzas: así á instancia del Pontífice que veia las cosas no sucedian prósperamente, y de Pedro cardenal de Fox, el qual con este intento se partió para Roma al llamado del Papa para terciar en el caso, fué dado perdon general á los alborotados. Desde España otrosí el Rey Don Fernando envió para sosegar aquellas alteraciones por su embaxador al conde de Tendilla, que para asegurar á los barones en nombre de su Rey y debaxo de su palabra Real con pleyto homenage que hizo, recibió en su salvaguarda y debaxo de su amparo aquellos señores alborotados á tal que dexadas las armas se reduxesen á la obediencia. Mas el Rey de Nápoles luego que calmó la tempestad, hizo poco caso de aquellas promesas, su larga edad le inclinaba á creer lo peor, su condicion executiva á vengarse de Jos que se le atrevian, confiado para todo lo que le podia suceder, en las muchas riquezas que le dexó su padre y él mismo con el mucho tiempo de su reynado las aumentó mucho más. Determinado pues (despues de tomado el asiento) de castigar ́á sus contrarios, con ocasion de ciertas bodas que se celebra ron en Castelnovo, hizo prender al conde de Sarno, que era uno de los parciales, con algunos otros que todos pagaron con las cabezas. Otros muchos en diversos tiempos y en diversas coyunturas y ocasiones, entre ellos los príncipes de Altamura y de Besiñano, le vinieron á las manos: á estos hizo morir en prision. El Rey de Castilla Don Fernando no dexaba de agraviarse por sus embaxadores, y protestar que no permitiria que ninguno hiciese burla de su palabra y de su fe: menudeaban las quexas, mas ninguna cosa bastaba para doblegar el ánimo obstinado del Rey de Nápoles olvidado de la inconstan. cia de las cosas, y muy descuydado de lo que sucedió adelante; que á la verdad la muerte destos señores y el odio que resultó por esta causa en los naturales, abrian las zanjas y echaban los cimientos de su daño, y de perder aquel reyno, como se vió algunos años adelante. Volvamos la pluma atrás. En Alcalá de Henares la Reyna Doña Isabel á diez y seis de diciembre parió una hija, que se llamó Doña Cathalina, muy conocida por casar con dos hermanos hijos del Rey de Ingalaterra, y por las desgracias que últimamente le sobrevinieron, y duraron siempre asi á ella como por esta ocasion á toda lá nacion Inglesa. ¿Quán grandes olas de desventuras padecerá

solo por la törpe deshonestidad de su marido y su deslealtad? Padecerá y llevará la pena de la culpa agena: tal fué la voluntad de Dios; las discordias de aquella nacion y las maldades abrieron camino para males tan grandes. Fué asi que presos y muertos Eduardo y Ricardo, legítimos herederos de aquella corona, Ricardo tio de aquellos mozos se apoderó violentamente del reyno: los medios y remates de su reynado fueron conformes á estos principios, su gobierno tirânico. Por esta causa Enrique conde de Richemonda que primero estuvo preso en Bretaña, después puesto en libertad venció al tyrano en batalla y le quitó la vida: con que él mismo se quedó en su lugar con el reyno que adquirió por este medio. Hijo deste Enri. que fué Enrique Octavo, Rey de Ingalaterra, muy conocido por sus désórdenes. El repudio que dió a la dicha Doña Catha lina su muger, y juntamente el apartarse como se apartó de la Religion Catholica de sus antepasados, además de sus grandes torpezas, hicieron que su nombre y su memoria para siempre sea aborrecible y detestable. mbung not

[ocr errors]

20: De las alteraciones de Aragon.

[ocr errors]
[ocr errors]

EN Aragon hobo algunas ligeras alteraciones: los alborotos que en Cataluña se levantaron fueron mayores, con mayor porfía y de mayor riesgo. La prudencia del Rey Don Fernan

do

1

y su mucha antoridad hizo que todo se allanasé. La ciudad de Zaragoza está asentada en un llano á la ribera del rio Ebro, en hermosura de edificios : muchedumbre de ciudadanos, riquezas, arreos, gala y anchura igual ó casí á qualquiera ́ otra de España, guarnecida de armas, soldados y murallas, acostumbrada á un gobierno muy templado, y por ende muy leal para con sus Reyes, si no le quebrantan sus fueros y sus libertades que le dexaron sus antepasados; ca por guardar su libertad hallamos haberse muchas veces alborotado con un increible corage y furor encendido. Están aquellos ciudadanos recatados por lo que Ihan visto en otros, y por entender que de pequeños principios muchas veces resultan grandes tropie

zos y accidentes muy pesados, como aconteció en este tiempo. Juan de Burgos alguacil del Rey (como es esta suerte de gente insolente) dixo ciertas palabras descomedidas á Pedro Cerdan cabeza de los jurados y del senado: acudieron otros y prendieron al alguacil. Puéstale acusacion, y sustanciado su proceso, por sentencia le ahorcaron, sin tener respeto al desacato que en aquello se cometia contra la magestad Real. Tenia el Rey á punto sa gente para hacer entrada en el reyno de Granada (como queda dicho que la hizo al principio deste año) quando avisado de lo que pasaba, mandó á Juan Hernandez de Heredia gobernador de la general gobernacion del reyno que castigase aquel atrevimiento con severidad y rigor en los que hallase culpados. Sin embargo, á los embaxadores que vinieron de parte de la ciudad sobre el caso, despidió con palabras blandas: díxoles que mandaba no se les hiciese algun agravio, como Príncipe que era astuto y sagaz y de un ingenio muy hondo para disimular y fingir todo lo que le parecia á su propósito. No pudieron prender á la cabeza de los jurados, que le amparó el justicia de Aragon que conforme á sus fueros y leyes tiene en esta parte suprema y mayor autoridad: hicieron justicia los ministros del Rey de Martin Pertusa que era y tenia el segundo lugar entre los jurados, y fué el que mas se señaló en hacer se diese la muerte al alguacil Real. La execucion fué presta y sin tardanza, sacáronle á justiciar con las cartas del Rey, que llevaban en una lanza para efecto de reprimir el pueblo que se alborotaba, y queria en su defensa tomar las armas: el castigo de uno puso escarmiento en los demas, y los hizo advertir que los ímpetus de los Reyes son bravos y grandes sus fuerzas. Con esto se sosegó esta revuelta, mas poco despues se revolvió aquella ciudad y alteró por una maldad mas grave que la pasada. Hacia oficio de inquisidor en aquella ciudad Pedro Arbue, y conforme á lo que hallaba, castigaba á los culpados. Ciertos hombres homicianos de mala raza con color de volver por la libertad, ó aquexados de su mala conciencia y por temer de ser castigados, se resolvieron entre sí de dar la muerte al dicho inquisidor. Pensaron primero matalle de noche en su cama: no pudieron salir con esto á causa que las ventanas por do pretendian forzar el aposento tenian muy buenas rejas de hierro que no pudieron arrancar. Acordaron

« AnteriorContinuar »