Imágenes de páginas
PDF
EPUB

cial y Basílides apostataron de la fe y fueron depuestos de sus Sillas, acudieron en queja de esta determinación al Papa San Esteban. Cuando un siglo después condenó á los priscilianistas y sus secuaces el Concilio I de Zaragoza (año 380), se querellaron al Papa San Dámaso. Himerio, Obispo de Tarragona, se dirigió al Pontífice Siricio, consultándole varios puntos de disciplina, y el Pontifice le envió su respuesta en forma de decreto (año 385). En él fulmina anatema contra los que no acaten sus disposiciones, y con penas, y hasta con la pérdida de su dignidad, á los Prelados que descuiden su observancia. Repuestos en sus Sillas algunos Obispos priscilianistas en vista de su conversión y abjuración ante el Concilio de Toledo del año 400, acudieron al Papa en queja de esta determinación un Obispo y un presbítero, los cuales no fueron atendidos. Bien claramente se ve por estos hechos la sumisión de la Iglesia de España á la Santa Sede en los tiempos de que hablamos.

Á un eminente Obispo español, al célebre Osio, que residió en la corte de Constantino y ejerció sobre él grande influencia, debe sin duda la Iglesia la paz que le otorgó, y acaso los beneficios que dispensó á España, ya mejorando la condición de sus provincias con sabias disposiciones, ya recomponiendo la gran calzada que se extendía desde Mérida al Pirineo. No en vano, por estos y otros títulos, y sobre todo por sus altas virtudes, al nombre del insigne Osio rodea una aureola de veneración y respeto.

Españoles fueron también el gran Emperador y el gran Pontífice, Teodosio y San Dámaso, que; muertos Constantino y Osio, continuaron la noble empresa de dar paz y prosperidad á la Iglesia. Del primero es la ley Cunctos quos (de 28 de Marzo de 380), proscribiendo la herejía en su imperio. «Queremos, dice, que todos los pueblos de nuestra obediencia sigan la religión que el Apóstol San Pedro enseñó á los romanos....» Íntimas eran las relaciones entre la Iglesia y el Estado, y grandes las concesiones que mutuamente se hacían; como era natural que sucediese cuando el poder temporal sólo empleaba su fuerza en dilatar el reino de Dios sobre la tierra.

Para oponerse á la herejía priscilianista se reunió (el año 380) el Concilio I de Zaragoza, al que asistieron doce Obispos, que redactaron sus sentencias en ocho cánones.

Veinte años después (año 400) se reunió en Toledo otro Concilio de diez y nueve Obispos para remediar los males que un joven impostor causaba con su impía extravagancia de querer pasar por Elías, y aun después por el mismo Jesucristo. Allí se condenaron de nuevo los errores priscilianistas. En él se consignó por vez primera la palabra Filioque para denotar la procedencia del Espíritu Santo del Padre y del Hijo.

Al terminar este período de nuestra historia, ó sea en el siglo iv, nos presenta la Iglesia de España varones insignes, que, como oradores, poetas ó historiadores, dejaron honroso nombre. Fué San Paciano, de Barcelona, escritor notable, y su hijo Flavio Dextro autor de una historia general, que se ha perdido. El Obispo Barcelonés Olimpio un teólogo elocuente, y un profundo teólogo San Gregorio de Ilíberis, al que había precedido el gran Osio, la mayor tal vez de las glorias de España en el período romano. Cultivaba el Papa español San Dámaso la poesía cristiana, y escribió sobre asuntos teológicos é históricos. Menciona San Jerónimo á Acilio Severo, que compuso un tratado en prosa y verso sobre su conversión á Dios; y á Pedro, orador célebre. Lo es también el presbítero Juvenco, autor de un poema titulado Historia Evangélica, en que canta las glorias del Cristianismo. Pero todavía les sobrepuja el zaragozano Prudencio (Aurelio Prudencio Clemente), elgran poeta de aquella época, célebre por su Cathemerinon, á quien Erasmo llama el Píndaro cristiano. De otro español, Draconcio, nos ha quedado, aunque incompleto, un hermoso poema, titulado Dios. Cierra este período el renombrado Paulo Orosio, autor de una historia titulada Maesta mundi (desdichas del mundo). Nos limitamos á estas indicaciones, por ser ajeno á nuestra obra entrar en más pormenores sobre los escritos que acabamos de citar (1).

Desde el principio hasta el fin de nuestra historia veremos reproducirse siempre el mismo fenómeno. Nuestras más puras legitimas glorias son las glorias del Catolicismo. Él es quien en todos tiempos imprime á nuestra nación el noble y elevado carácter, que sólo podrá perder cuando la locura de sus hijos les lleve á destruir lo que les enaltece y glorifica.

1) Cuantas noticias puedan desearse sobre este punto se encontrarán en la intere

sante y erudita Historia eclesiástica de España, por D. Vicente de la Fuente, segunda edición, publicada en 1874 por la Compañía de Impresores y Libreros.

[ocr errors]
[ocr errors]

ESPAÑA

BAJO LA DOMINACIÓN GODA.

(AÑOS 409 HASTA EL 711 DE J. C.)

CAPÍTULO III.

ORGANIZACIÓN RELIGIOSA, POLÍTICA Y CIVIL DE LA MONARQUÍA

GODA.

SUMARIO.-I. Reseña histórica de este período.-II. Constitución religiosa de la monarquía goda. El arrianismo en España. Triunfo del Cristianismo. Jerarquía eclesiástica. Autoridad pontificia. Arzobispos. Obispos. Venida de los bizantinos a España, y parte que tomaron en las cuestiones religiosas. Bienes de la Iglesia. Monjes. Santos y Prelados insignes. Liturgia. Música religiosa. Arquitectura. Coronas votivas descubiertas en 1858.-III. Constitución política. Legitimidad de la monarquía goda. Su forma. El Rey, Los empleos de palacio. ¿Hubo Cortes en aquel tiempo? Gobierno de las provincias. Régimen municipal. División de tierras entre godos y romanos. La esclavitud entre los godos.-IV. Organización militar.-V. Organizacion judicial. Orden de los procedimientos civiles y criminales.

I.

dad

La grandeza y el poder de Roma tenían señalado su término en los decretos de la Providencia, y este término debía cumplirse al espirar el siglo iv. Al comenzar el v, las tribus bárbaras del Norte, que no cabían ya en su territorio, y á quienes había confiado Dios la gran misión de romper la unipagana, de destruir el mundo antiguo y de asentar sobre sus ruínas los cimientos de nuevos imperios, empiezan á derramarse como un torrente sobre el Mediodía de Europa. De origen germánico ó de procedencia indo-escítica, ostentan en su traje, en su aspecto y en sus costumbres las señales de su ferocidad. Pueblos enteros, con sus mujeres, niños y ganados, vienen de los bosques de la Germania y de las montañas de la Escitia á buscar territorios donde asentarse en Italia, Francia España. Entran primero en Italia, y aunque vencidos junto Florencia y Rávena, el año 402 derrotan á los romanos cerca de los Alpes, y el 408 sitian á Roma. La empresa comenzada en tonces, y suspendida después, se consuma dos años más tarde;

У

á

el día 24 de Agosto de 410 la capital del orbe antiguo se ve sojuzgada y vencida, enseñoreándose el bárbaro Alarico sobre aquel grande imperio que por espacio de algunos siglos había dictado leyes al mundo.

Muerto Alarico, eligen los godos por sucesor á Ataulfo, casado con Gala Placidia, hermana del emperador Honorio. Los vándalos, suevos y alanos habían invadido á España el año 409, penetrando en ella á fuego y sangre el 28 de Setiembre. Poco después viene Ataulfo, y venciéndolos, inaugura la dominación goda, más suave que la de los bárbaros vencidos. Su corte se establece en Barcelona; allí se echan los cimientos de aquella monarquía, que después de transmitirse sucesivamente á Sigerico y á Walia, y de engrandecerse con las conquistas que hizo el último de ellos en la Andalucía, la Lusitania, el Bearne, Burdeos y Guiena, viene á adquirir estabilidad en la persona de Teodoredo, en cuyas manos recae el cetro godo el año 419 de la era cristiana.

Muerto Teodoredo (451) le sucede su hijo Turismundo, dándose en él el primer ejemplo de la sucesión á la corona. Poco después mostraba ya el naciente imperio sus dos primeros legisladores en Eurico, hermano del anterior, que promulgó el CÓDIGO DE TOLOSA, y Alarico, hijo de éste, que sancionó el BREVIARIO DE ANIANO. Próspero y brillante el reinado de Eurico, señala un período de engrandecimiento para la monarquía goda (1), destinado á formar doloroso contraste con la decadencia de los reinados posteriores. Afortunadamente, con Liuva y Leovigildo renace el esplendor antiguo.

Porque no sólo fué el reinado de Leovigildo uno de los más

(4) «El imperio gótico se redondea completamente al Norte por el Loira, y avanzando al Mediodía, pasa resueltamente el Ebro y el Tajo, somete y hace extinguirse el reino de los suevos, y toca, en fin, a los postreros límites de la Península española. Los romanos pierden sus últimos atrincheramientos en la cartaginense: Braga, Lisboa, Sevilla, obedecen al sucesor de Ataulfo, que tiene alternativamente su residencia en Toledo y en Arlés.-De esta suerte había llegado el imperio de los visigodos al cúmulo de su grandeza, à la mayor extensión que tuvo jamás. Cuanto es en el día España y Portugal, y además la mitad de la Francia, todo estaba sometido à la autoridad del hijo de Teodoredo. Por Oriente, por Occidente y Mediodía, el Mediterráneo y el Océano rodeaban sus Estados por el Norte le cercaban el Ródano y el Loira. De cuantas monarquías habíanse asentado hasta allí sobre las tierras del imperio, ninguna se presentaba tan poderosa, ninguna habia tenido tanta extensión. Los godos eran sin disputa el primer pueblo; su imperio el primer Estado de Occidente.» (Pacheco: De la Monarquia visigoda y de su código el Fuero-Juzgo, cap. 1, números 47 y 48.)

« AnteriorContinuar »