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y entregaros en sus manos, magüer que me lo teníades bien merecido. Ni aun antes de ahora en tanto que con vuestras fuerzas os defendíades, ó esperábades socorro de otra parte, ni en tanto que en la ciudad duró la provision, os persuadí que tratásedes de paz. Bien confieso haber en muchas cosas errado, en fiarme del enemigo y en alzarme con el reyno contra mi padre, pecados que los tengo bien pagados. Perdida toda la esperanza, hice asiento con el enemigo, si no aventajado, á lo menos conforme al tiempo y necesario. No puedo entender qué alegan estos hombres locos y sandios para desbaratar la paz que está muy bien asentada. Si de alguna parte hay remedio, yo seré el primero á quebrantar lo concertado; pero si todo nos falta, las fuerzas, las ayudas, la provision y casi el mismo juicio, á qué propósito con locura, ó agena si os descontenta, ó vuestra si venís en este dislate, quereis despeñaros en vuestra perdicion? De dos inconvenientes, quando ambos no se pueden escusar, que se abrace el menor aconsejan los sabios, quales yo me persuadiria sois los que presentes estais, si el alboroto pasado no me hiciera trocar parecer. Todo lo que teneis, es del vencedor: la necesidad aprieta ; lo que dexan debeis de pensar es gracia, y os lo hallais. No trato si los enemigos guardarán la palabra, yo confieso que muchas veces la han quebrantado: el hacer confianza es causa que los hombres guarden fidelidad, especial que para seguridad podemos pedir nos den en rehenes castillos ó personas principales ; que con el deseo que el enemigo tiene de concluir la guerra, no reparará en nada. » Con este razonamiento los ánimos alterados del pueblo se sosegaron : muchas veces asi los remedios de semejantes alteraciones, como las causas son fáciles. Qué se haya hecho del Moro que amotinó el pueblo, no se dice puédese entender que huyó. Consta que el Rey Chiquito avisado por el peligro pasado, y por miedo que entre tanto que los dias que tenian concertados para entregar la ciudad, se pasasen, podrian de nuevo resultar revoluciones y novedades, sin dilacion envió una carta al Rey Don Fernando con un presente de dos caballos castizos, una cimitarra y algunos jaeces avisábale de lo que pasara en la ciudad, del alboroto del pueblo, que convenia usar de presteza para atajar novedades; viniese aina, pues pequeña tardanza muchas veces suele

ser causa de grandes alteraciones: finalmente que muy en buen hora, pues asi era la voluntad de Dios, el dia siguiente le entregaria el Alhambra y el reyno como á vencedor de su mano misma ; que no dexase de venir como se lo suplicaba.

Capítulo XVIII.

Que Granada se ganó.

ESTA carta llegó á los reales el dia de año nuevo, la qual co mo el Rey Don Fernando leyese, bien se puede entender quánto fué el contento que recibió. Ordenó que para el dia siguiente (que es el que en Granada se hace la fiesta de la toma de aquella ciudad) todas las cosas se pusiesen en órden. El mismo, dexado el luto que traia por la muerte de su yerno Don Alonso Príncipe de Portugal, vestido de sus vestiduras Reales y paños ricos se encaminó para el castillo y la ciudad con sus gentes en ordenanza, y armados como para pelear, muy lucida compañía, y para ver. Seguíanse poco después la Reyna y sus hijos: los grandes arreados de brocados y sedas de gran valor. Con esta pompa y repuesto al tiempo que llegaba el Rey cerca del alcázar, Boabdil el Rey Chiquito le salió al encuentro acompañado de cinqüenta de á caballo. Dió muestra de quererse apear para besar la mano Real del vencedor: no se lo consintió el Rey. Entonces puestos los ojos en tierra, y con rostro poco alegre : « Tuyos (dice) somos Rey invencible: esta ciudad y reyno te entregamos, confiados usarás con nosotros de clemencia y de templanza. » Dichas estas palabras, le puso en las manos las llaves del castillo. El Rey las dió á la Reyna y la Reyna al Príncipe su hijo: dél las tomó Don Iñigo de Mendoza conde de Tendilla, que tenia el Rey señalado para la tenencia de aquel castillo y por capitan general en aquel reyno, y á Don Pedro de Granada por alguacil mayor de la ciudad, y á Don Alonso su hijo por general de la armada de la mar. Entró pues con buen golpe de gente de á caballo en el castillo: seguíale un buen acompañamiento de señores y de eclesiásticos; entre estos los que mas se señalaban, eran los pre lados de Toledo y de Sevilla, el maestre de Santiago, el duque

de Cádiz, fray Hernando de Talavera, de obispo de Avila electo por arzobispo de aquella ciudad, el qual hecha oracion como es de costumbre en accion de gracias, juntamente puso el guion que llevaba delante de sí el cardenal de Toledo como primado, en lo mas alto de la torre principal y del homenage, á los lados dos estandartes, el Real y el de Santiago: siguióse un grande alarido, y voces de alegría, que daban los soldados y la gente principal. El Rey puestos los hinojos con grande humildad dió gracias á Dios por quedar en España desarraygado el imperio y nombre de aquella gente malvada, y levantada la bandera de la Cruz en aquella ciudad, en que por tanto tiempo prevaleció la impiedad con muy hondas raices y fuerza : suplicábale que con su gracia llevase adelante aquella merced, y fuese durable y perpetua. Acabada la oracion, acudieron los grandes y señores á dalle el parabien del nuevo reyno, é hincada la rodilla, por su órden le besaron la mano: lo mismo hicieron con la Reyna y con el Príncipe su hijo. Acabado este auto, despues de yantar se volvieron con el mismo órden á los reales por junto á la puerta mas cercana de la ciudad. Dieron al Rey Chiquito el valle de Purchena, que poco antes se ganó en el reyno de Murcia de los Moros, y señaláronle rentas con que pasase, si bien no mucho despues se pasó á Africa; que los que se vieron Reyes, no tienen fuerzas ni paciencia bastante para llevar vida de particular. Quinientos cautivos Christianos, segun que tenian concertado, fueron sin rescate puestos en libertad: estos en procesion luego el otro dia despues de misa se presentaron con toda humildad al Rey. Daban gracias á los soldados por aquel bien que les vino por su medio⚫ alababan lo mucho que hicieron por el bien de España, por ganar prez y honra, y por el servicio de Dios; llamábanlos reparadores, padres y vengadores de la patria. No pareció entrar en la ciudad antes de estar para mayor seguridad apoderados de las puertas, torres, baluartes y castillos; lo qual todo hecho, el quarto dia adelante por el mismo órden que la primera vez, entraron en la ciudad. En los templos que para ello tenian aderezados, cantaron hymnos en accion de gracias : capitanes y soldados á porfía engrandecian la magestad de Dios por las victorias que les dió unas sobre otras, y los triumphos que ganaron de los enemigos de Christianos. Los Reyes Don

Fernando y Doña Isabel con los arreos de sus personas, que eran muy ricos, y por estar en lo mejor de su edad, y dexar concluida aquella guerra, y ganado aquel nuevo reyno, representaban mayor magestad que antes. Señalábanse entre todos, y entre sí eran iguales: mirábanlos como si fueran mas que hombres, y como dados del cielo para la salud de España. A la verdad ellos fueron los que pusieron en su punto la justicia, antes de su tiempo estragada y caida. Publicaron leyes muy buenas para el gobierno de los pueblos y para sentenciar los pleytos. Volvieron por la Religion y por la fe, fundaron la paz pública, sosegadas las discordias y alborotos asi de dentro como de fuera. Ensancharon su señorío no solamente en España, sino tambien en el mismo tiempo se estendieron hasta lo postrero del mundo. Lo que es mucho de alabar, repartieron los premios y dignidades, que los hay muy grandes y ricos en España, no conforme á la nobleza de los antepasados, ni por favor de qualquier que fuese, sino conforme á los méritos que cada uno tenia; con que despertaron los ingenios de sus vasallos para darse á la virtud y á las letras. De todo esto quan to provecho haya resultado, no hay para que decillo; la cosa por sí misma y los efectos lo declaran. Si va á decir verdad, ¿en qué parte del mundo se hallarán sacerdotes y obispos ni mas eruditos, ni mas santos? dónde jueces de mayor prudencia y rectitud? Es asi que antes destos tiempos pocos se pueden contar de los Españoles señalados en ciencia: de aquí adelante ¿quién podrá declarar quán grande haya sido el número de los que en España se han aventajado en toda suerte de letras y erudicion? Eran el uno y el otro de mediana estatura, de miem. bros bien proporcionados, sus rostros de buen parecer, la magestad en el andar y en todos los movimientos igual, el aspecto agradable y grave, el color blanco, aunque tiraba algun tanto á moreno. En particular el Rey tenia el color tostado por los trabaxos de la guerra, el cabello castaño y largo, la barba afeytada á fuer del tiempo, las cejas anchas, la cabeza calva, la boca pequeña, los labios colorados, menudos los dientes y ralos, las espaldas anchas, el cuello derecho, la voz aguda, la habla presta, el ingenio claro, el juicio grave y acertado, la condicion suave y cortés y clemente con los que iban á negociar. Fué diestro para las cosas de la guerra, para el

gobierno sin par : tan amigo de los negocios que parècia con el trabaxo descansaba. El cuerpo no con deleytes regalado, sino con el vestido honesto y comida templada acostumbrado y á propósito para sufrir los trabaxos. Hacia mal á un caballo con mucha destreza : quando mas mozo se deleytaba en jugar á los dados y naypes: la edad mas adelante solia exercitarse en cetrería, y deleytábase mucho en los vuelos de las garzas. La Reyna era de buen rostro, los cabellos rubios, los ojos zarcos, no usaba de algunos afeytes, la gravedad, mesura y modestia de su rostro singular. Fué muy dada á la devocion, y aficionada á las letras: tenia amor á su marido, pero mezclado con celos y sospechas. Alcanzó alguna noticia de la lengua latina, ayuda de que careció el Rey Don Fernando por no aprender letras en su pequeña edad; gustaba empero de leer historias y hablar con hombres letrados. El mismo dia que nació el Rey Don Fernando (1), segun que algunos lo refieren, en Nápoles cierto frayle Carmelita tenido por hombre de santa vida dixo al Rey Don Alonso su tio : « Hoy en el reyno de Aragon ha nacido un Infante de tu linage: el cielo le promete nuevos imperios, grandes riquezas y ventura: será muy devoto, aficionado á lo bueno, y defensor excelente de la Christiandad.» Entre tantas virtudes casi era forzoso, conforme á la fragilidad de los hombres, tuviese algunas faltas. El avaricia de que le tachan, se puede escusar con la falta que tenia de dineros y estar enagenadas las rentas Reales. Al rigor y severidad en castigar de que asimismo le cargan, dieron ocasion los tiempos y las costumbres tan estragadas. Los escritores estraños le achacan de hombre astuto, y que á veces faltaba en la palabra, si le venia mas á cuento. No quiero tratar si esto fué verdad, si invencion en odio de nuestra nacion : solo advierto que la malicia de los hombres acostumbra á las virtudes verdaderas poner nombre de los vicios que le son semejables, como tambien al contrario engañan y son alabados los vicios que semejan á las virtudes; ademas que se acomodaba al tiempo, al lenguage, al trato y mañas que entonces se usaban. Emparentó con los mayores Príncipes de todo el orbe Christiano, con los Reyes de Portugal y Ingalaterra, y duques de Austria.

(1) Marin. Sículo, libr. 9.

TOMO V.

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