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tal que no pasasen muchas necesidades y menguas, por donde fueron forzados á hacer tambien recurso á España para suplicar al Rey Don Fernando tomase aquella empresa por ser su derecho mas cierto á causa de la bastardía de los que poseian aquel reyno de Nápoles; pero el Rey por entender que aque llos barones pretendian solamente sus particulares, y que acu dirian con sus fuerzas al que primero llegase, no quiso por entonces embarazarse en aquella guerra: solo pretendia con buenos medios y sin rompimiento divertir al Francés de aquella conquista; mas teníanla tan adelante que con gran dificultad se pudiera volver atrás. Acudieron de una y de otra parte á buscar valedores é ayudas. El Francés y el de Milan para ofender se confederaron con todos los demas potentados de Italia, fuera de los Florentines que al principio estuvieron de parte de los Aragoneses, y los Venecianos que conforme á su costumbre quisieron mas estarse á la mira que mostrarse por ninguna de las partes. Asimismo el Pontífice Alexandro, si bien al principio se mostró averso de aquellos Reyes de Nápoles, últimamente con intencion que se le dió, y concierto que se hizo poco adelante de heredar á sus hijos en aquel reyno y acudir al mismo Papa con cierta pension cada un año, acordó mudar partido, y mostrarse por los que le tenian tan obliga. do. Por otra parte los Reyes de Nápoles no se descuydaban en aprestarse para la defensa, y solicitar á todos los que podian para que los valiesen en aquel peligro; en particular con un embaxador que enviaron á España, hicieron instancia con el Rey Cathólico para que se declarase contra Francia. Alegaban para movelle el deudo grande, que era ser primo hermano, y juntamente cuñado del Rey de Nápoles Don Fernando. Propo níanle el peligro que corria lo de Sicilia si los Franceses se viesen señores de Nápoles. Todo esto no bastó para que el Rey Cathólico rompiese con Francia; solo se determinó de enviar al Papa á Garcilaso de la Vega para aseguralle en la proteccion y buena voluntad que mostraba á los Reyes de Nápoles, y á Don Alonso de Silva hermano del conde de Cifuentes y clavero de Calatrava despachó para Francia con intento de divertir aquel Rey del propósito que tenia, y avisalle que si otra cosa hiciese, él no podia desamparar á sus deudos y aliados. Todo esto pasó al principio del año de nuestra salvacion de mil y

1494. quatrocientos y noventa y quatro, quando los Reyes Don Fér nando y Doña Isabel, que hasta entonces se habian entreteni do en Aragon, de Zaragoza do estaban partieron para Tordesillas, y desde allí pasaron á Valladolid y á Medina del Campo: allí les llegó aviso que el Rey, Don Fernando de Nápoles era pasado desta vida. Falleció á veinte y cinco de enero cargado de años y cuydadoso del remate de aquella guerra: desgracia. do por una parte á causa del peligro en que dexaba sus cosas ocasionado principalmente de su áspera condicion, por otra parte dichoso por no haber visto echado por tierra aquel su reyno poco antes muy florido y muy rico. Sucediółe Don Alon⚫ so su hijo en ninguna cosa mas agradable á sus vasallos que lo fué su padre. Coronóle él cardenal Juan de Borgia, al qual el Papa su tio para a este efecto envió por su legado á Nápoles. Asimismo el Papa este año concedió por su bula á los Reyes de Castilla perpetuamente las tercias no solo de Castilla y de Leon sino tambien del nuevo reyno de Granada con condicion que se gastasen en la guerra contra los Moros. En Tordesillas á siete del mes de junio se tomó asiento sobre la diferencia que tenian Castilla y Portugal en sus navegaciones de las Indias, de tal manera que la conquista y descubrimiento de los CasteIlanos comenzase treinta y seis grados mas adelante de Lisboa ácia el Poniente: desde allí todo el medio mundo ácia Levante perteneciese á Portugal, como queda arriba tocado. Asimismo en la conquista de Africa sobre que tenian tambien diferencia, se dió traza por este tiempo que la conquista del reyno de Fez perteneciese á Portugal, y á Castilla la del reyno de Tremecen; si bien no se señaló la línea por do se dividiesen, que fué ocasion de nuevos debates.

Capitulo vu.

Que el Rey de Francia se apoderó del Reyno de Nápoles.

JUNTABA el Rey de Francia todas sus fuerzas resuelto de pa sar en persona á Italia: hacíase la masa del exército en Leon de Francia. Acudió allí desde Ostia, do por miedo del Papa es taba retirado, el cardenal de San Pedro para dar calor á aque

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lla empresa. Por el contrario Don Alonso de Silva conforme al órden que llevaba, hizo de parte de su Rey sus protestacio! nes para que no pasasen adelante; sin embargo el Francés, dexando por gobernador de Francia á Pedro duque de Borbon su cuñado, partió con todą su gente de aquella ciudad un mártes á veinte y dos de julio: llevaba en su compañía toda la nobleza de Francia. El exército era de hasta veinte mil infantes y cinco mil caballos: para pagar esta gente tomó dineros prestados de los señores, demas de ciento y cinqüenta mil francos que recibió de un cambio ginovés: pequeña suma para gastos, é intentos tan grandes. Acometió el Rey Don Alonso á alterar el estado de Génová con una gruesa armada que envió para este efecto, y por almirante á su hermano Don Fadrique: por tierra despachó á su hijo el duque de Calabria para que hiciese la guerra en las tierras de Milan. Todo le sucedió al revés porque Don Fadrique no hizo cosa de momento, y al de Calabria no dexaron pasar de la Romaña las gentes de Francia y de Milan que acudieron á estorballe el paso. El Rey de Francia no paró hasta que por sus jornadas pasó los Alpes, y llegó á la ciudad de Aste á nueve de setiembre, principio del estado de Milan, y sugeta al duque de Orliens, que entre los demas iba á aquella empresa, y pretendia tener derecho muy cierto á tos do aquel estado. Andaba el embaxador de España Don Alonso en aquella corte muy desfavorecido y mal mirado, tanto que en Viena de Francia le mandaron despedir; però él pasaba por todo con gran disimulacion como persona que era muy sagaz, puesto que pasaron tan adelante que en la ciudad de Aste no le dieron aposento, y le fué forzado á salirse de aquella corte, y partirse para Génova, desde do trató con Luis Esfórcia, que ya comenzaba á estar arrepentido de lo hecho, que se confederase con el Rey Cathólico con intencion, que le dió de que una de las infantas casaria con su hijo mayor, atento que no podian casar con otros príncipes por el asiento que se pusó con Francia. Cebóse Luis Esforcia tanto con esta plática que desde entonces se resolvió en mudar partido, dado que acudió á Aste para festejar al Rey de Francia, y le dió cantidad de dinero para el sueldo de la gente de guerra. Con tanto y con dexar en Aste al duque de Orliens, que pretendia aprovecharse de aquella buena ocasion para apoderarse del estado de Milan,

el Rey pasó con su gente á Pavía: allí visitó al duque Juan Galeazo que se hallaba muy al cabo de una grave enfermedad, y era su primo hermano: porque las madres de los dos eran hermanas, hijas de Luis duque de Saboya. Partido el Rey la via de Plasencia, falleció el Duque á veinte y uno de octubre con claras señales del veneno que le dieron, cosa que, fuese verdad ó mentira, aumentó en gran manera el odio que tenian contra su tio. Todos condenaban y maldecian un caso tan átroz, pues no contento con habelle quitado el estado le despojó de la vida con tanta crueldad. Llegó el Rey de Francia á Plasencia el mismo dia que murió el Duque, y en su compañía el mismo Luis Esforcia; mas sabida la muerte de su sobrino, á la hora dió la vuelta á Milan. Allí públicamente y sin ningun empacho tomó el nombre é insignias de Duque de aquella ciudad, sin embargo que su sobrino dexaba un hijo de cinco años Hamado Francisco Esforcia, y otras dos hijas, y la muger preñada. ¡ Quán poderosa es y perjudicial la desenfrenada codicia de mandar ! todo lo atropella sin tener temor de Dios, ni vergüenza de las gentes, en tanto grado que el mismo dia escribió al Rey Don Alonso sobre la muerte de su sobrino, en que le avisaba que la nobleza y pueblo de Milan le habian forzado á llamarse Duque: entendia le daria esta nueva contento, pues sabia con quanta voluntad acudiria á las cosas suyas y de aquel reyno. De Plasencia pasó el Rey á Toscana : acudíanle de todas partes embaxadores, en particular los Venecianos le enviaron los suyos para ofrecelle toda buena amistad; y el Papa le envió por su legado al cardenal de Sená que llegó hasta Pisa, pero el Rey no le quiso ver. Los Florentines despacharon á Pedro de Médicis para el mismo efecto, el qual como sin guardar la comision que llevaba, concertase de entregar al Francés á Sarazana, Sarazanela y á Piedra Santa, fuerzas que tenia aquella Señoría en el Apenino, y los castillos de Pisa y de Liorna, con otras cargas muy graves; fué tan grande la indignacion del pueblo que le desterraron á él y á sus hermanos el cardenal Juan de Médicis y Julian con tan grande furia que pusieron á saco sus casas, y les confiscaron sus bienes que eran muy grandes. Llegó el Rey á Pisa, donde se detuvo algu nos dias, y á instancia de los ciudadanos dió libertad á aquella ciudad, y la sacó de la sugecion de Florentines en que la te

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