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La teologia del arzobispo de Leon puede haber corrompido algunos pocos españoles en esta ciencia santa, y aun la moral en algunos que la hayan estudiado por moralistas demasiadamente rígidos. El Van-Espem, y el Cabalario pueden haber ayudado tambien á viciar entre nosotros el derecho canónico y la disciplina eclesiástica (1).

El Pereira, el Febronio, el Cestari, esparcidos en España (2) han contribuido no poco á que algunos miren con menos respeto la autoridad de la Iglesia de Roma, la jurisdiccion del vicario de Jesucristo, y la santidad de sus papas. Con frecuencia se leen en estas obras doctrinas poco sanas, esceso de crítica, dudas infundadas, argumentos capciosos. Se atribuyen á la santa sede miras de ambicion, celos contra los príncipes, usurpaciones del po. der de los soberanos, defectos en sus prácticas, usos, y disciplina.

Por este órden se insinuó poco á poco la falta de respeto á las decretales de los sumos pontifices, y á las resoluciones del vaticano. Los príncipes y soberanos alha-gados por canonistas y teólogos fueron invitados á que reformasen en sus respectivos dominios los abusos que tanto se exageraban. Con estas armas se intentaba disminuir cada dia mas el influjo de Roma en las iglesias, y de hecho principiaron á realizarse en algunas partes, sustra yendo de la inmediata accion del papa algunas facultades y derechos que para el mejor régimen de la Iglesia general hacia tiempo les estaban vinculadas. De dia en dia se propagó el mal, y el contagio de las perversas doctrinas multiplica sus víctimas á proporcion de como se generalizaban los libros que las contenian.

El Sínodo de Pistoya y sus doctrinas se ingirieron clandestinamente entre nosotros, corrieron con aplauso de algunos sábios, y se cultivaron por alguno otro, hasta que el rei nuestro señor don Cárlos IV. (3) conocido el

(1) Véase el cap. 18. (2) Véase el cap. 1. (3) Cap. 1.

mal procuró cortarlo. Á pesar de sus decretos el veneno se manifestó en el público. De tiempo en tiempo se dió á conocer en algunos escritos de nuestros españoles, aunque en un número mui reducido.

Las lecciones de economia y comercio estractadas por Mr. Melon fueron las primeras doctrinas defendidas en público que indicaron las reformas de algunos puntos sobre la disciplina eclesiástica y contra la moral (1).

El plan del señor C.... para hacer la felicidad de España, ó sus cartas dirigidas al príncipe de la Paz, para resolverlo á que trabajase en reformar la religion en España, prueba con bastante claridad que lo que se exhortaba era la reforma general de la disciplina de la Iglesia, con peligro del trastorno de la religion. La idea que da de esta y de el culto que ella manda; su plan de educacion que señala á nuestra juventud, sus acriminaciones contra la teologia escolástica, y su odio contra las universidades que la enseñan, por último sus propuestas para que se disminuyan los clérigos, no haya religiosos, y para que los obispos no sean los que decidan en el número de eclesiásticos y en la administracion de sus bienes, y que solamente sean consultados, velando el gobierno sobre la disciplina y el culto, todo prueba qué clase de reforma era la que se intentaba. Sin rebozo se propone en sus planes que es preciso desterrar de la España las equivocaciones y errores de veinte siglos, sopena de que la luz de la filosofia que entonces reinaba en la Francia se ingeria por los resquicios en nuestra España, y que si el gobierno no se adelantaka á recibirla, él seria la primer victima que se le sacrificase. Los hechos posteriores comprueban la realidad de estas amenazas ó de este terrible vaticinio. (2).

Con tan repetidas doctrinas insensiblemente se fueron ya habituando unos pocos españoles á entrar en los planes de reforma contra la Iglesia, á procurar que se hicie

(1) Cap. 1. (2) Cap. 8.

sen entre nosotros, ó á lo menos á desearlas. Llegó la revolucion de 808, no habia un poder capaz de contener á cada individuo en los límites de su deber. La nacion entera se armó para defender su religion, su rei y su patria. Jamas pensó en alterar la disciplina de la Iglesia, ni tampoco intentó disminuir en lo mas mínimo los derechos y respeto á su legítimo soberano; pero uno ú otro español contagiado con las doctrinas de Francia, prevalido de la confusion en que nos veiamos, salió al públi co y principió á insinuar sus malas doctrinas, exhortando á la nacion á la reforma general, incluyendo el trono de de nuestros reyes y la disciplina de nuestra religion santa. Multitud de papeles salieron al público predicando estas reformas.

Por necesidad algun otro debia contagiarse con la lectura de papeles, que con lo bello del estilo y dulzura de sus frases proponian las reformas. El mal creció por momentos, y ya no se pudo contener sin que lo advirtiese la nacion. Hasta aqui el veneno que tenia corrompido á algunos pocos españoles, estuvo escondido por el temor de la autoridad, se debilitó ésta, se removieron los malos humores, el contagio se estendió por el cuerpo político, y se manifestó aunque con lentitud. La España consternada vió el efecto lamentable de las malas doctrinas, recibidas de antemano por algunos de sus hijos, é inoculadas de uno en otro, sin poderse corregir el mal, porque jamas cupo entre nosotros esta clase de delitos.

Entonces fue cuando se oyó proclamar por bases políticas de todos los estados la libertad é igualdad de los ciudadanos, oyéndose tambien á la vez que la religion no eran los ministros, que las prácticas absurdas no hacian la moral, que el fanatismo y la supersticion no regulaban el dogma, que los errores de veinte siglos se mezclaban con la fe, que á la religion podia urgársele (1), y aun que era necesario reformarla por las nuevas máxi

(1) Cap. 4. 7. y 8.

mas de ilustracion, purgándola de los errores ingeridos por el transcurso de los tiempos, por la ignorancia de los siglos, y por el fanatismo de los pueblos y de los ministros de la religion.

El Conciso exhortó al pueblo á que se preparase para recibir la reforma que los padres de la patria iban ya á hacer. Algunos de los diputados manifestaron mui desde los principios, que las córtes debian ocuparse en la general regeneracion. Aquel periódico publicó que iban ya á salir del pozo de Demócrito las verdades que hasta alli estuvieron ocultas, y que debian ilustrar desde las columnas de Hércules hasta los pirineos (1).

Multitud de papeles públicos ayudaron á la empresa: todos publicaban la necesidad en que estaba la Iglesia de España de purificarse de algunas anticuallas, prácticas absurdas, efectos de su anterior supersticion. El éxito correspondió algun tanto á las miras de los publicistas. Las reformas se principiaron con actividad, los reformadores se aumentaron, y las córtes se ocuparon en poner los medios mas análagos á la reforma general.

La libertad de imprenta, á pesar de los malos efectos que habia producido en la Europa, se decretó por las córtes, para que con ella se ilustrase la nacion. Por los malos libros los filósofos de Francia habian logrado los mayores triunfos contra la religion; y no ostante, nuestros reformadores decretan que se pueda imprimir cuanto se le antoge á cualquier español. Las restricciones. que añadieron, de nada podian servir, cuando de hecho los mismos que ponian la lei, la barrenaban á su placer. Quedó impune el papel mas irreligioso, siguieron otros de no menor nota: se delataron al gobierno, se defendieron con calor.... ¿Qué otro arbitrio mas poderoso para descaradamente se acometiese á la Iglesia? Todo es crito, aun cuando no se presentase sino bajo el aspecto de política, directa ó indirectamente tocaba algo de re

que

(1) Gap. 4.

ligion. Asi el contagio corria de unos en otros sin tratarse de evitar (1).

No quedó solo en proteger á todo papel dirigido á las reformas (2), sino que ademas se perseguia á todo escrito que defendia á la religion (3), oponiéndose á los planes de reforma que se proponian en los papeles públicos, á se discutian en el congreso nacional. Este fue otro arbitrio de los reformadores para realizar sus proyectos, sin que alguno se los pudiese impedir. El ̃Imparcial, el Manual razonado, el Procurador, la Pastoral de los obispos de Mallorca recogidas por el gobierno, sirven de documentos en prueba de la persecucion que se hacia á todo papel que defendia la religion. La burla, la sátira, el desprecio eran el premio de todo escritor, ó de todo diputado, que arrostrando peligros, indicaba su oposicion á las reformas comenzadas.

Por este órden se atrevieron algunos pocos á salir denodadamente á publicar los papeles mas perjudiciales. Hubo escritos delatados de ser contra el dogma. La Triple Alianza, el Diccionario critico burlesco (4), la Fábula de la barca de Simon, si directamente no se opusieron á nuestra fe, á lo menos, juzgo que nadie los dejará de juzgar como sospechosos contra nuestra religion divina. Hubo tambien escritos contra la disciplina eclesiástica. El juicio histórico sobre el derecho que tienen las naciones en los bienes de la Iglesia (5) la política de la Iglesia, la necesidad de reformar los frailes, la Inquisicion sin máscara.... Otros muchos papeles salieron á hacer mudar la mas sana doctrina.

Hubo tambien escritos contra la moral, El Diccionario crítico burlesco, el Celibatismo, la Calaña indiana, muchos de los números del Diario Mercantil y algun otro periódico contribuian á relajar las costumbres del español. El mal era público: el mismo congreso lo trató de corregir: nada se consiguió. Los diputados que mas (1) Cap. 5. (2) Cap. 6. (3) Cap. 9.

(4) Cap. 6. (5) Cap. 18.

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