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derado: atrevimiento de que muy en breve se satisfizo Juan de Benavides, á cuyo cargo quedó aquella frontera: quemó los campos de Almería y hizo otros muchos daños.

Los apercebimientos para la guerra no se hacian con el calor que quisiera el rey don Fernando, por cuanto la tierra del Andalucía estuvo trabajada con peste este año y el pasado; por lo demas muy deseosos todos de hacer el postrer esfuerzo y concluir con guerra lan larga. Por este respeto mandó que acudiesen todas las gentes à la ciudad de Murcia, do él quedaba, con resolucion de combatir á Vera, que es una villa à la ribera del mar, y se entiende que es la que Pomponio Mela llamó Vergi, ó Antonino Varea. No hobo dificultad alguna en tomarla: los moradores sin dilacion por estar sin esperanza de poderse defender se rindieron á diez de junio, y á su ejemplo hizo lo mismo Mujacra llamada de los antiguos Murgis; y tambien los dos lugares llamados Velez el Blanco y el Rojo, con otros muchos castillos y pueblos que no estaban bien fortificados, ni tenian guarnicion bastante: tan grande era el miedo que cobraron, y el peligro en que los enemigos se veían, que desanimados, y porque no les destruyesen los campos, se rendian sin dificultad.

Deseaba el rey pasar sobre la ciudad de Almería que está por alli cerca: impedia la entrada un castillo por su sitio inespugnable llamado Taberna, que para fortificalle mas y poner nueva guarnicion de soldados el rey mas viejo acudió desde Guadix con mil de á caballo y veinte mil de á pie. Pretendia juntamente con aquella gente ponerse en los bosques, y dar sobre los que de los cristianos se desmandasen, determinado de escusar la batalla como el que sabia que sus fuerzas no eran bastantes á causa que su ejército era gente allegadiza y no tenia ejercicio en las armas. Como los bárbaros rehusasen la batalla, los nuestros con mayor ánimo enviaban de ordinario escuadrones de gente para destrozar y talar los campos. El mayor daño cargó en la campiña de Almería, y despues en los campos de. Baza, tierra que por ser de regadío es de mucho provecho y fertilidad. Las acequias con que se reparten las aguas por aquellos llanos, embarazaron á los nuestros, y fueron en esta entrada ocasion que recibiesen no pequeño daño: muchos fueron muertos por los Moros que acudieron, y entre otros don Philipe de Aragon maestre de Montesa, mozo feroz y brioso por su edad y por su nobleza.

El rey don Fernando por este revés y por otros encuentros se hallaba con poca gente: puso por entonces guarniciones en lugares á propósito, y con tanto se fué primero á Huescar, pueblo que está cerca de Baza; despues por la ribera abajo del rio Segura pasó á Murcia, desde allí á Toledo con intento de pasar á Castilla la Vieja, ca le forzaban ir allá ocasiones que se ofrecian. Con su partida el rey moro cargó sobre los pueblos que le tomaron, y los redujo todos á su obediencia parte con promesas, parte con amenazas.

En este comedio los moradores de Gausin, que era un pueblo muy fuerte cerca de Ronda, cansados del señorío de cristianos, ó por su acostumbrada ligereza y poca lealtad, se conjuraron entre sí para matar los soldados, como lo hicieron, los que tenian de guarnicion, y que andaban por el pueblo descuidados de cosa semejante. No les duró mucho la alegría deste hecho los Moros comarcanos para mostrar que no tenian parte en aquel insulto, y por temor de ser castigados, se apellidaron para tomar emienda de aquel caso, y cercaron á Gausin; acudieron con nuevas gentes desde Sevilla el marques de Cadiz y el conde de Cifuentes, y recobrado que hobieron aquella plaza, á todos los moradores en venganza del aleve pasaron á cuchillo, ó los dieron por esclavos.

Llegó á Valladolid el rey don Fernando un sábado á seis de setiembre: allí se le ofreció una nueva ocasion para recobrar la ciudad de Plasencia, que la poquedad de los reyes pasados la enagenó y puso en poder de la casa de Zúñiga. Fué así que por muerte de don Alvaro de Zúñiga que falleció en aquella sazon, sucedió en aquel estado un nielo suyo del mismo nombre, hijo de su mayorazgo que falleció en vida de su padre. Pretendia tener mejor derecho Diego de Zúñiga tio del sucesor por estar en grado mas cercano al defunto. Los deudos y aliados estaban repartidos y divididos entre los dos. Con esto tuvieron ocasion los Carvajales que eran el bando contrario y muy seguidos en aquella ciudad, para apoderarse della con las armas: no pudieron hacer lo mismo del castillo, que se le defendieron los soldados que le guardaban. Acudió luego el rey don Fernando con muestra de apaciguar aquellos alborotos: apoderóse de todo, por causa que el nuevo duque don Alvaro se le rindió, y contento con la villa de Bejar y lo demas de aquel estado, partió mano de aquella ciudad, si bien el rey don Juan el segundo á trueco de la villa de Ledesma la dió á don Pedro de Zúñiga bisabuelo deste don Alvaro. Desto resultó gran miedo á los demas señores: recelábanse

les seria forzoso restituir al rey, por tener mas poder y prudencia, lo que por las revueltas de los tiempos como por fuerza les dieron los reyes pasados.

al

En Aragon otrosí resultaron nuevos alborotos: la ocasion, que los señores pretendian desbaratar la hermandad que poco antes se puso entre las ciudades, como cosa pesada y que los enfrenaba, y que era muy contraria á sus particulares intereses y pretensiones. No pararon hasta tanto que los años adelante en unas cortes que se tuvieron en Tarazona, canzaron que aquella hermandad se deshiciese por espacio de diez años. Para librar á Maximiliano de la prision en que le tenian los de Brujas, los reyes despacharon á Flandes por sus embajadores á Juan de Fonseca y á Alvaro Arronio. Gobernáronse ellos prudentemente; en fin concluyeron aquel negocio como se deseaba, y Maximiliano se apaciguó con sus vasallos. Pretendia él por estar viudo de madama María su primera muger, señora propietaria de aquellos estados, de casar con doña Isabel infanta de Castilla. En esto no vinieron sus padres por estar prometida al príncipe de Portugal, si bien dieron intencion que una de las hermanas de la infanta doña Isabel podia casar con Philipe su hijo y heredero luego que tuviese edad para ello. Con este deseño de casarle en España su abuelo el emperador Federico en aquella sazon le dió titulo de Archiduque de Austria, como quier que los señores de aquel estado antes deste tiempo solamente se intitulasen duques.

En Roma hacian oficio de embajadores por los reyes católicos acerca del papa el doctor Medina, y el protonotario Bernardino de Carvajal, poco despues obispo de Astorga en lugar de don García de Toledo, y adelante el dicho Bernardino fué cardenal y obispo de Osma, de Badajoz, de Cartagena, de Sigüenza y de Plasencia sucesivamente. Mandaron los reyes á estos embajadores que por cuanto Maximiliano rey de Romanos envió sus embajadores al papa fuera de lo que se acostumbraba, como algunos pretendian, por ser vivo el emperador su padre, que les diesen el primer lugar solamente en caso que los embajadores de Francia hiciesen lo mismo: que advirtiesen no los dejasen asentar en medio de los de Francia y ellos, sino que si los de Francia precedian, ellos al tanto tomasen mejor lugar.

Ayudó mucho para poner en libertad á Maximiliano el recelo que los de Brujas tuvieron de la armada que el señor de Labrita parejaba en las marinas de Vizcaya como quedó concertado. Pasó á Bretaña la armada: la pérdida y daño que allí se recibió fué grande: el duque de Orliens y sus confederados quedaron desbaratados por las gentes del rey de Francia en una batalla que se dió junto á S. Albin; el duque y Juan Gralla que era capitan de los Españoles, vinieron en poder de los vencedores, desbaratada y destrozada gran parte de la gente que llevaban, como se dirá algo mas adelante.

EN

CAPITULO XIII.

Tres ciudades se ganaron de los Moros

IN un mismo tiempo y sazon la corona de Castilla se aumentaba con nuevas riquezas y estados, y los Turcos enemigos continuos y grandes de cristianos ponian gran temor por el gran poder que tenian por mar y por tierra. Al fin deste año falleció don Garci Lopez de Padilla maestre de Calatrava: el letrero de su sepulcro que está en la capilla mayor de la iglesia de aquella villa, señala el año pasado. Por su muerte como quier que muchos pretendiesen aquella dignidad, el rey don Fernando por bula del pontífice Inocencio la tomó para sí en administracion, y la incorporó en su corona con todas sus rentas y estado: principio que pasó adelante á los demas maestrazgos por la misma órden y traza, con que se aumentó el poder de los reyes; pero la autoridad de aquellas órdenes y fuerzas se enflaquecieron á causa que los premios que se acostumbraban dar á los soldados esforzados, y que servian la guerra, mudadas las cosas, se dan por la mayor parte á los que siguen la corte. Las revuellas y pretensiones que resultaban en las elecciones de los maestres y los tesoros reales que estaban gastados, dieron ocasion á esto. Verdad es que ordinariamente de buenos principios las cosas con el tiempo desdicen algun tanto; y do quiera hay lisongeros que dan color á todo lo que se hace. Mejor será pasar por esto, aunque quién podrá dejar de sentir que las riquezas que los antepasados dieron para hacer la guerra á los enemigos de cristianos se derramen y gasten en otros usos diferentes? cuán gran parte de la tierra y del mar se pudiera con ellas conquistar?

De levante venian nuevas que el gran turco Bayacete juntaba grandes gentes de á caba

llo y de a pie, y que tenia cubierto y cuajado el mar con una gruesa armada: recelábanse no volviese sus fuerzas contra las tierras de cristianos, y era asi que no le faltaba voluntad de estender su imperio hácia el poniente, y vengar el sentimiento que tenia por no le entregar (como él lo pretendia) á Gemes su hermano. Lo que le detenia, era el soldan de Egipto, al cual pesaba mucho que el poder y mando de los Turcos creciese tanto: volvió pues sus fuerzas contra el soldan. Solas once galeotas de cosarios, apartados de la demas armada, fueron sobre la isla de Malla, y toda casi la pusieron á saco y la robaron hasta los mismos arrabales de la ciudad. Esta isla por tener dos puertos es capaz de cualquiera armada por grande que sea.

Divide estos dos puertos una punta de tierra que llaman de Santelmo: pareció seria bien edificar alli un fuerte y castillo á propósito de impedir que los enemigos con sus armadas no se apoderasen de aquella isla, y desde allí acometiesen á nuestras riberas, como lo comenzaban á hacer. De Sicilia fué una armada contra estos cosarios; pero llegó tarde el socorro en sazon que el enemigo era ya partido con la presa. De España al tanto enviaron una nueva armada, por general Fernando de Acuña que iba de nuevo à ser virrey de Sicilia. Pretendian con esto no solo defender nuestras riberas sino acometer asimismo las de Africa. Demas desto el rey don Fernando puso confederacion y hizo de nuevo liga con los reyes de Ingalaterra y casa de Austria contra las fuerzas del rey de Francia. Todas estas práticas se enderezaban para apoderarse por las armas del reino de Nápoles: con que los señores Neapolitanos que andaban desterrados de su tierra, unos convidan al rey don Fernando, otros al Francés, en quien hacian mas fundamento por ser mayores sus fuerzas, y mayor el ódio contra los de Aragon.

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Espada de Boabdil. (Armeria Real de Madrid.)

Las noticias que nosotros demos acerca de objetos de este rico establecimiento serán conformes al catálogo que está escribiendo el señor Martinez del Romero, de cuya ilustracion y especiales conocimientos es de esperar una descripcion exacta, arreglada á la nueva olasificacion que ha recibido la Armeria,

TOMO II.

Pasó esto tan adelante, que al principio del año siguiente que se contaba de nuestra salvacion 1489, fueron desde España mil caballos, y dos mil infantes en socorro de Bretaña contra el poder y intentos del rey de Francia, y en defensa de madama Ana que por muerte de su padre el duque habia heredado aquel estado. Iba por capitan desta gente don Pedro Sarmiento conde de Salinas: atendíase á esta como quier que la guerra de los Moros de Granada ponia en mayor cuidado; y cuanto mayor era la esperanza y mas de cerca se mostraba de deshacer aquel reino, tanto crecia mas el fervor y el ánimo.

Así los reyes partieron de Medina del Campo á veinte y siete de marzo para el Andalucía con intento de volver á las armas y á la guerra. Hacíase la masa del ejército en Jaen. Llegados allí los reyes, despues de pasar por Córdova, hicieron alarde de la gente: hallaron que eran doce mil de á caballo, y cincuenta mil infantes, los mas escogidos y animosos soldados de todo el reino. Un buen golpe de gente vino de sola Vizcaya y los lugares comarcanos: provincia que por ser gobernada con mucha blandura es muy leal á sus reyes, y por tener los cuerpos endurecidos por la aspereza y falta de la tierra es muy á propósito para los trabajos de la guerra. Pareció ir con esta gente sobre Baza: en la entrada para que no les hiciese algun embarazo, se apoderaron de un pueblo llamado Cujar, aunque pequeño, pero de sitio muy fuerte. Hecho esto, por principio del mes de junio se pusieron nuestras gentes sobre Baza, cuyo sitio despues que el rey don Fernando le consideró bien, con pocas palabras animó á los soldados y los mandó apercebirse para el combate.

Esta ciudad está asentada á la ladera de un collado por do y la llanura que está debajo dél, pasa un rio pequeño, las otras partes tiene rodeadas de otros recuestos: teníanla guarnecida de hombres y armas, bastecida de almacen y de trigo para quince meses. El sitio no daba lugar para arrimarse á la muralla con mantas ni con otros pertrechos de guerra: salieron de la ciudad los soldados de guarnicion, con que se trabó una escaramuza muy brava en el llano. Cada cual de las partes peleaba con grande ánimo: los nuestros á causa de las acequias por do va el agua encañada, y fosos encubiertos, andaban embarazados, y no se podian aprovechar del enemigo; acudiéronles nuevas compañías de refresco de los reales con que cobraron ánimo, y forzaron á los enemigos á retirarse dentro de la ciudad con mayor daño del que hicieron, por ser mucho menos en número, que no pasaban de mil de á caballo y dos mil peones.

Desta manera otras muchas veces con los Moros que salian á pelear, se hicieron delante de los reales otras escaramuzas. Los nuestros talaban los sembrados y las huertas con gran sentimiento de los ciudadanos. Murió en estas refriegas don Juan de Luna hijo de don Pedro de Luna señor de Yllueca, mozo de poca edad y muy privado del rey, y por sus buenas prendas entre todos señalado, como lo testifica Pedro Mártir Angleria, hombre natural de Milan, que estuvo mucho tiempo en España, y como testigo de vista compuso comentarios desta guerra. Los cristianos, tantos á tantos, no eran iguales á los Moros en las escaramuzas y rebates por estar aquella gente acostumbrada á retirarse y volver las espaldas, y luego con una increible presteza revolver sobre los contrarios, herir en ellos y matallos: ayudábales el lugar en que eran pláticos, y la manera del pelear; los cristianos eran mas en número, y se aventajaban en el esfuerzo.

Desta manera el cerco se alargaba mucho tiempo, tanto que el rey congojado de la tardanza pensaba si sería bien desistir de aquella empresa, pues no se hacia nada, si esperar el remate, que muchas veces sin embargo de dificultades semejantes le habia sucedido prosperamente. Lo que mayor espanto le ponia, eran las muchas enfermedades y muerte de los suyos á causa de ser el tiempo caluroso, y los manjares de que se sustentaban no muy sanos; demas que la infeccion de la peste que anduvo los años pasados, no quedaba de todo punto apagada.

El marques de Cadiz, al cual por aquellos dias se dió título de duque, era de parecer que se alzase el cerco: decia que no era justo comprar con el riesgo de tan grande ejército aquella pequeña ciudad: «Es así que cuando los premios y lo que se interesa, es igual al » peligro, si la empresa sucede bien, el provecho es mayor, y si mal, menor la pena y des» consuelo. Si el cerco durase hasta el invierno, cuando los rios van crecidos, como se podrán » retirar? Forzosa cosa será que todos perezcamos, si no miramos con tiempo lo que conviene. » Pone espanto solo el pensallo, y el decillo es atrevimiento: parece, señor, que haceis poco » caso de vuestra salud, con la cual todos vivimos y vencemos.»

Todos entendian que el de Cadiz tenia razon; sin embargo venció la constancia del rey,

y Dios que en las dificultades acudia á su buen ánimo. Resolviéronse pues de llevar adelante lo comenzado, y para apretar mas el cerco rodear todas las murallas con un foso y con su valladar, y nueve castillos que levantaron á trechos, y en ellos gente de guarda, a propósito todo que los enemigos no pudiesen de sobresalto hacer alguna salida: las demas gentes se repartieron por los lugares y puestos que parecian mas convenientes, en particular el de Cadiz con cuatro mil de á caballo se encargó de guardar la artillería. Desta manera no podian entrar en la ciudad socorros de fuera, si bien tenia mucha abundancia de vituallas; al contrario en los reales padecian falta de trigo para sustentarse, y de dinero para socorrer y hacer las pagas á los soldados, puesto que de cada dia sobrevenian nuevas compañias.

Por el mes de octubre llegaron los duques don Pedro Manrique de Nájara, y don Fadrique de Alva vestido de luto por su padre que falleció poco antes: el almirante don Fadrique asímismo acudió, y el marques de Astorga; pocos dias despues llegó la reina con la infanta doña Isabel su hija, y en su compañía el cardenal de Toledo y otros prelados. La venida de la reina (como yo pienso) fué causa que los cercados perdiesen el ánimo y el brio por entender se lomaba el cerco muy de propósito. Trocóse pues de repente el gobernador de la ciudad llamado Hacen el Viejo, que tenia tambien cuidado de la guerra. Por una plática que con él tuvo Gutierre de Cárdenas comendador mayor de Leon, dado que se pudiera entretener mucho tiempo, se inclinó á concertarse: comunicó el negocio con su rey que estaba en Guadix; acordaron de rendir la ciudad muy fuera de lo que los cristianos cuidaban.

Concluidas las capitulaciones y concierto, que fué á cuatro de diciembre, el dia siguiente el rey y la reina con mucha fiesta á manera de triunfo entraron en aquella ciudad: la guarda y gobierno della encomendaron á Diego de Mendoza adelantado de Cazorla y hermano del cardenal de España. Puso esto mucho espanto á los comarcanos, y fué ocasion que muchos lugares de su voluntad se rindieron; y para mas seguridad dieron rehenes, y proveyeron de trigo y de todo lo necesario en abundancia: entre estos lugares los principales fueron Taberna y Seron. Lo que es mas, Guadix y Almeria, ciudades que cada una dellas pudiera sufrir un muy largo cerco, cosa maravillosa, sin probar á defenderse se entregaron: el mismo rey Abohardil vino en ello, que junto á Almería, donde acudió el campo, salió á verse con el rey don Fernando que le recibió muy bien y le hizo grande fiesta. Demas desto dos castillos fortísimos cerca el uno del otro y ambos puestos sobre el mar se ganaron, el uno llamado Almuñecar en que solian estar los tesoros de los reyes Moros y su recámara, el otro fué Salobreña que los antiguos llamaron Selambina, puesto en los pueblos llamados Bastulos sobre el mar Ibérico en un sitio muy áspero y muy fortificado, á propósito de tener como tenian los Moros allí guardados los hijos y hermanos de los reyes à manera de cárcel.

La tenencia deste castillo se encomendó á Francisco Ramirez natural de Madrid, general que era de la artillería: caudillo que se señaló de muy esforzado así bien en esta guerra como en la de Portugal: señalóse otrosí y aventajose entre los demas en el cerco de Baza Martin Galindo ciudadano de Ecija, que pretendia en esfuerzo y valor semejar á su padre Juan Fernandez Galindo caudillo de fama, y uno de los mas valientes soldados de su tiempo. Concluidas cosas tan grandes, en Guadix se hizo alarde del ejército á postrero de diciembre, entrante el año de nuestra salvacion de 1490. Hallaron conforme à las listas que faltaban veinte mil hombres, los tres mil muertos á manos de los Moros, los demas de enfermedad. No pocos por la aspereza del invierno se helaron de puro frio, género de muerte muy desgraciado los mas que murieron desta manera era gente baja, forrageros y mochilleros, así fué menor el daño.

EL

:

CAPITULO XIV.

Que don Alonso principe de Portugal casó con la infanta doña Isabel.

fin y destruicion de aquella gente bárbara, y de aquel reino que contra razon se fundó en España, se llegaba muy de cerca. Apretábalos el rey don Fernando sin faltar punto á la buena ocasion que el cielo le presentaba, como príncipe animoso, diligente, astuto y recatado, feroz en la guerra, y despues de la victoria manso y tratable. Por medio de Gutierre de Cárdenas comendador mayor de Leon, que sirvió muy bien y con mucho esfuerzo en esta guerra, se tomó asiento y se hicieron las capitulaciones con aquel rey barbaro, humillado y caido. En virtud del concierto le hizo merced de la villa de Fandarax que está en la sierra

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