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corria mayor riesgo por lo de Sicilia, ca tenia aviso que concluido lo de Nápoles, pretendiam pasar allá los Franceses á instancia principalmente del príncipe de Salerno, uno de los foragidos, y el mayor enemigo de la casa de Aragon. Para prevenirse deseaba que los demas principes se ligasen y juntasen sus fuerzas contra Francia. Para este efecto los meses pasados envió á Lorenzo Suarez de Figueroa á Venecia á mover esta prática con aquella señoría; y de nuevo al duque de Milan despachó otro caballero por nombre Juan Deza con órden de dar á aquel príncipe intencion no solo de casar una de las infantas con su hijo, sino de hacelle rey de Lombardia: cosas á que él daba orejas de buena gana.

Trataba asimismo que el emperador y el Inglés entrasen en la liga, con quien de veras pretendia emparentar, y en especial el tratado que de dias antes se traia, de casar á trueque el príncipe don Juan y la infanta doña Juana con el archiduque don Philipe y Margarita su hermana, se apretó de tal manera que en fin se concluyeron los conciertos por medio de Francisco de Rojas que para este efecto pasó á Flandes. Para el gasto de la guerra en Castilla y en Aragon se procuraba allegar dinero. En Aragon (1) se juntaron cortes para esto, en que pretendió el rey presidiese la infanta doña Catalina, pero no salió con ello, y hobo de venir el rey en persona á hacello.

Fué tanta la diligencia que en fin se hizo la liga en Venecia, donde concurrieron los embajadores de los príncipes por fin de marzo, entre el papa, el emperador y rey de España con la señoría de Venecia y duque de Milan. Concertóse que esta liga, que llamaron santísima, durase por espacio de veinte y cinco años; y que entre todos se juntase un ejército de treinta y cuatro mil de á caballo y veinte y ocho mil infantes, repartidos conforme á la posibilidad de cada una de las partes. La voz era para defender la iglesia y cada cual sus estados; el intento para echar á los Franceses de Italia. Adelantóse este negocio con tanto secreto que el mismo embajador de Francia Philipe de Comines señor de Argenton, persona de gran prudencia y esperiencia, que se hallaba en Venecia, no supo nada, y quedó de tal manera espantado que dándole la razon de lo hecho el duque de Venecia Augustin Barbadico, como fuera de sí le preguntó si el rey su señor podria volver seguro á Francia. Mucho se trocaron las cosas despues desto, mayormente que los Neapolitanos se arrepentian de lo hecho á causa de los malos tratamientos y agravios que de ordinario recibian de Franceses, cuyas demasías por todas partes eran grandes. Asimismo el duque de Milan se via apretado por haberse el duque de Orliens apoderado de la ciudad de Novara, además que tenia aviso que el Francés por medio de su armada pretendia alteralle y sacar de su obediencia lo de Génova, tanto que Je fué forzoso acudir con toda humildad á Venecianos para que le ayudasen.

El rey de Francia avisado de lo que pasaba, porque no le atajasen el camino, determinó con toda brevedad dar la vuelta. Antes de su partida nombró por virrey de Nápoles á Gilberto duque de Mompensier principe de la sangre: con él dejó parte de su ejército y otros capitanes de fama. Por otra parte envió á pedir al papa la investidura de Nápoles, y que deseaba pasar por Roma para comunicar algunas cosas con su santidad. Cuanto á la investidura, respondió el papa que estaba aparejado á hacer justicia, y dar la sentencia conforme á lo que hallase: en lo de la ida de Roma, que no podria ser sin grande escándalo por estar el pueblo muy indignado contra los Franceses.

Con esta respuesta que no fué nada gustosa, apresuró el rey su partida. Salió de Nápoles á veinte de mayo: llegó en breve à Roma; no halló allí al papa que por no asegurarse de la voluntad del Francés se retiró á Perosa. Pasó el rey de Roma á Toscana: detúvose algunos dias en Sena, y sin tocar á Florencia llegó á Pisa. Pretendian los Florentines les entregase aquella ciudad como se lo tenia prometido. La instancia y lágrimas de los Pisanos, que le suplicaban los conservase en la libertad que les dió, fueron tantas que le movieron á no determinarse. Partió de alli á Lombardía. Acudió para atajalle el camino Francisco marques de Mantua, al cual la señoría de Venecia nombrara por general de sus gentes. El Francés rehusaba por su poca gente de venir á las manos con los contrarios, y se apresuraba para juntarse con el duque de Orliens, pero no pudo escusar la batalla.

Juntáronse los campos á las riberas de Tarro, rio que pasa á una legua de la ciudad de Parma. El de Venecianos alojaba junto á Fornovo, aldea asentada á la raiz de los montes. El Francés se puso á la entrada de aquel valle: alli rompieron los ejércitos, y se dió la batalla, que fué una de las mas famosas de Italia, en que los Italianos desbarataron los primeros es

(1) En la ciudad de Calatayud.

cuadrones de los Franceses; mas como por tener la victoria por suya se embarazasen en robar el carruage y tomar la artillería, los Franceses tuvieron lugar de recogerse y volver en ordenanza con tal denuedo que rompieron á los contrarios con gran matanza que en ellos hicieron. Vióse el rey en gran peligro porque le mataron la gente de su guarda, y aunque vencedor, no pudo alcanzar de los contrarios le diesen treguas de tres dias; por donde fué forzado á cencerros atapados partirse para Aste. Ayudóle para no recebir algun daño y revés grande que aquel rio con su creciente impidió á los Italianos que no le pudiesen tan presto seguir, aunque de los caballos ligeros que se adelantaron, y de la gente de la comarca, que pretendian atajalle los pasos, recibió algun daño. En la batalla murieron pasado de cuatro mil Italianos. El de Mantua sin dilacion se puso sobre Novara, donde tuvo al de Orliens muy apretado.

APENAS

CAPITULO X.

Que el rey don Fernando entró en Nápoles.

el Francés era salido de Nápoles, cuando las cosas comenzaron á trocarse en gran manera. La armada de España estaba en el puerto de Mecina, y por su general el conde de Trivento. Acudieron alli los reyes desposeidos don Alonso y don Fernando, y la reina viuda doña Juana. Gonzalo Fernandez de Córdova á causa del tiempo contrario con la gente que llevaba, se detuvo algunos dias en Mallorca y en Cerdeña; en fin aportó á Mecina á los veinte y cuatro de mayo en sazon que ya el rey don Fernando se apoderara de Rijoles con su fortaleza y otros lugares comarcanos de Calabria: provincia en que por orden del rey de Francia. quedó por gobernador Everardo Estuardo señor de Aubeni, un capitan muy valeroso y de fama.

A Gonzalo Fernandez se entregaron Rijoles, Cotron y Amantia con otras plazas de aquella comarca para que conforme á lo que tenian tratado, las tuviese en nombre de su rey hasta tanto que se le pagasen los gastos que en aquella guerra se hiciesen, y tambien para asegurar lo de Sicilia. Hobo alguna diferencia entre el nuevo rey y Gonzalo Fernandez á causa que el rey con todas sus fuerzas pretendia, pospuesto todo lo al, ir luego á Nápoles, para donde le convidaban aquellos ciudadanos aun desde antes que el rey de Francia partiese de aquella ciudad. Gonzalo Fernandez no queria desamparar lo de Calabria do tenia aquellas fuerzas, y aun confiaba que todo lo demas tomaria la voz de España por la aficion que mostraban de estar debajo del amparo del rey Católico.

Acordaron de ir á Semenara, pueblo que tenian muy apretado los Franceses. El señor de Aubeni con su gente se puso en un sitio por do los nuestros forzosamente habian de pasar. Vinieron á las manos: fué vencido el rey, y aun fuera muerto, ó preso, porque le mataron el caballo, si un caballero de su casa llamado Juan Andrés de Altavila no le socorriera con el suyo, con que el rey escapó, y el caballero quedó muerto en el campo: grande lealtad para tiempos tan estragados. Dióse esta batalla que fué al cierto muy famosa, á los veinte y uno de julio. Recogiéronse los nuestros à Semenara. Desde allí el rey se partió para Sicilia con determinacion de pasar á Nápoles antes que la nueva de aquella desgracia allá llegase.

Gonzalo Fernandez, desamparado aquel pueblo por no poderse defender, se fué con sus gentes á otras partes de Calabria, donde en breve se apoderó de diversas plazas y lugares sin parar hasta que allanó toda aquella provincia. El rey con sesenta naves que halló en el puerto de Mecina, casi sin otra gente mas que los marineros, alzó velas, y en breve llegó á vista de Nápoles: entró en la ciudad el mismo dia que se dió la batalla de Tarro, es á saber á los seis de julio. Fué grande el alegría de los Neapolitanos: alzaron las banderas por su rey. El pueblo tomó las armas, saquearon las casas de los principes de Salerno y Bisiñano: el de Mompensier se recogió á Castelnovo, y en su compañía el de Salerno. Los de Capua hicieron lo mismo que los de Nápoles, y todo lo de la Pulla se entregó al nuevo rey, Salerno y otras ciudades sin número.

Asimismo con la nueva que llegó de la batalla de Tarro, Próspero y Fabricio Colona capitanes de gran nombre, y cabezas de aquella casa tan poderosa, se concertaron con el rey de Nápoles, y dejado el partido de Francia, se pasaron al suyo. Por el contrario los Ursinos se pusieron de la parte de Francia cuyos prisioneros eran el conde de Pitillano y Virginio Ursino. Los castillos de Nápoles todavia quedaban por los Franceses: aprelában los

los contrarios; un moro que estaba dentro del monasterio de Sta. Cruz, que le tenian tam— bien por Francia, dió aviso á don Alonso Dávalos marques de Pescara que le daria entrada en aquel monasterio: acudió el marques de noche para hacer el concierto á un portillo de la muralla, donde aquel hombre alevosamente le hirió de muerte con un pasador.

Esta desgracia se tuvo por muy grande, por ser este caballero de gran valor, y general por su rey en aquella guerra. Dejó un hijo muy pequeño que se llamó don Fernando Y adelante fué capitan muy señalado: en su lugar nombró el rey por su general á Próspero Colona. Los castillos al fin se rindieron, y poco antes el de Mompensier y el de Salerno en la armada que allí tenian, se fueron á Salerno, ciudad que habia tornado á estar por Francia. En esta guerra de Nápoles se descubrió una nueva manera de enfermedad que se pegaba principalmente por la comunicacion deshonesta: los Italianos le llamaron mal Francés: los Franceses mal de Nápoles; los Africanos mal de España. La verdad es que vino del nuevo mundo, do este mal de las bubas es muy ordinario; y como se hobiese desde allí derramado por Europa como lo juzgan los mas avisados, por este tiempo los soldados Españoles le llevaron á Italia y á Nápoles.

La isla Tenerife una de las Canarias se sujetó este año á la corona de los reyes de España por gentes y soldados que para este efecto se enviaron. El rey de aquella isla traido á España, de alli le enviaron á Venecia en presente á aquella señoria. A Alonso de Lugo en premio de lo que trabajó en la conquista desta isla y de Palma, se dió título de adelantado de Canaria. Con esto todas aquellas islas se acabaron de conquistar y sujetar á la corona de Castilla, empresa que se comenzó muchos años antes deste tiempo.

PROCURABA

CAPITULO XI.

De la muerte del rey de Portugal.

ROCURABA el rey Católico con todo cuidado que los reyes de Portugal y de Ingalaterra entrasen en la liga que los demas príncipes tenian hecha contra el rey de Francia: escusóse el de Portugal por estar de tiempo antiguo muy aliado con Francia, y poco satisfecho del papa por no venir como él lo procuraba en legitimar á su hijo don Jorge, habido fuera de matrimonio en una noble dueña; al cual él pretendia por este medio nombrar por su sucesor, tanto que juntamente trató con el emperador que era su primo, renunciase en él el derecho que decia tener al reino de Portugal, que era todo abrir la puerta para grandes revueltas. Del Inglés no solo pretendia que entrase en la liga, sino que emparentase con España por medio de una de las infantas que casase con el heredero de aquel rey. Hizose lo uno y lo otro, pero adelante.

El rey de Portugal andaba en esta sazon muy doliente de hidropesía: con deseo de tener salud se fué al Algarve para usar de los baños, que los hay allí los mejores de Portugal. No prestó nada este remedio, antes en breve le apretó el mal y falleció en Alvor á los catorce de setiembre. Nombró en su testamento por sucesor suyo a don Manuel duque de Beja su primo hermano, hijo de don Fernando su tio: verdad es que si muriese sin hijo, sustituia en su lugar á don Jorge, al cual encomendaba diese de presente el maestrazgo de Christus, y le hiciese duque de Coimbra, y dél descienden los duques de Avero. Tuvo sin duda este principe de bueno y de malo. Favoreció á los hombres virtuosos y de valor: fué amigo de justicia, de agudo natural, y de muy altos pensamientos. Traia en la boca siempre: no merece nombre de rey el que por otro se deja gobernar. La mucha sangre que derramo le hizo mal quisto con los suyos, si bien por divisa usaba de un pelicano, ave que con su sangre da la vida á sus pollos. Su cuerpo enterraron en la iglesia mayor de Silves: de allí le trasladaron al monasterio de la Batalla, enterramiento de aquellos reyes.

Por su muerte sin contradicion alzaron por rey de Portugal al dicho don Manuel en alcázar de Sal, do á la sazon se hallaba con la reina, sin embargo que el emperador Maxtmiliano pretendia le debia ser preferido por causa que era el varon de mas edad entre los primos hermanos del rey difunto. Derecho harto aparente, que no se tenga cuenta con la cepa de que procede el que debe suceder, sino con el grado de parentesco, y con la persona cuando no sucede por recta línea, sino de través y de lado; prevaleció empero el consentimiento del pueblo y las buenas partes de aquel príncipe, en que ninguno de los de su tiempo le hizo ventaja.

Don Enrique Enriquez conde de Alba de Liste, que estaba por frontero de Francia, por la parte de Ruysellon por mandado de su rey hizo entrada en Francia por tierra de Narbona: lo mismo don Pedro Manrique por la parte de Guipúzcoa. Pero fuera de robos no hicieron cosa de consideracion; solo fueron ocasion que el Francés que se entretuvo algun tiempo en Aste hasta el fin del otoño, para acudir á lo de España se diese priesa en concluir el concierto que se trataba con el duque de Milan. Las condiciones fueron: que Novara se entregase al de Milan : que el Castellete de Génova se pusiese en tercería en poder del duque de Ferrara, con paso libre para la gente de Francia y ayuda para recobrar á Nápoles: demas desto al de Orliens de contado dió el duque de Milan cincuenta mil escudos. Hecho esto, el de Francia al fin del otoño con sus gentes dió la vuelta á Francia.

Quejábase el rey de Nápoles que con aquel concierto le desamparaba el duque, y desbarataba sus intentos, sin tener cuenta que era su tio: él se escusaba con la poca ayuda que los otros principes le daban, y con el riesgo que corria de perderse si no se concertara. Para apercebirse de socorros pretendia el de Napoles casar con una de las hijas del rey Católico por tenelle mas obligado: como esto fuese á la larga, al fin se resolvió á persuasion de la reina viuda de casar con su hija doña Juana, sin embargo que era su tia, hermana de su padre. Por otra parte trató con Venecianos que le ayudasen. Hobo en esto algunas dificultades finalmente se resolvieron de enviar en su ayuda buen número de gente de á caballo y de á pie debajo de la conducta del marques de Mantua demas de quince mil ducados que le dieron en dinero. En prendas deste socorro puso el rey en poder de Venecianos á Brindez, Otranto y Trana, tres ciudades de la Pulla que mucho deseaba aquella señoría para que sirviesen de escalas de la contratacion de Levante: todas eran tramas y principios de otras nuevas tempestades.

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Por otra parte el rey don Fernando en España se apercebia para la guerra que tenia rompida por Ruysellon. Tocaba esta empresa á la corona de Aragon, y por esta causa juntó cortes de los Aragoneses el año pasado en Tarazona. (1) Allí visto lo que importaba llevar adelante lo comenzado, acordaron de servir á su rey para esta guerra por tiempo de tres años con docientos hombres de armas y trecientos gineles repartidos en siete compañias, y que el rey nombrase los capitanes: con esto el rey vino en que los oficios del reino se proveyesen por las matriculas como antes se acostumbraba.

Despues desto en Tortosa se tuvieron cortes de los Catalanes, que se continuaron hasta principio del año siguiente de 1496. La pretension era la misma, y el efecto semejante, tanto mas que lo de Ruysellon es parte de aquel principado. Hacíase juntamente instancia que los matrimonios con la casa de Austria se efectuasen à causa que el archiduque no venia bien en ellos, y como mozo andaba desasosegado, y se mostraba poco obediente á su padre.

LA

CAPITULO XII.

Que los Franceses fueron echados del reino de Nápoles.

guerra se continuaba en el reino de Nápoles, y puesto que los Franceses eran pocos, lodavía tenian algunas fuerzas de importancia. Gaeta tenia cercada el nuevo rey. En Calabria Gonzalo Fernandez andaba muy pujante, y de cada dia se apoderaba de castillos y de lugares, y traia muy apretado el partido de Francia. Sin embargo los señores de Persi y de Aubeni se concertaron que el de Aubeni quedase en Calabria para hacer rostro á los Españoles, y el de Persi con parte de la gente se fuese al principado para juntarse con el de Mompensier y hacer la guerra por aquella parte. Hizolo así, y de camino se le rindieron muchos Jugares: junto á Eboli desbarató cuatro mil Neapolitanos, que por orden del rey le salieron al encuentro debajo la conducta del conde de Matalon.

Con esta victoria ganaron los Franceses tanta reputacion que quedaron señores del campo sin ballar quien les hiciese rostro. Para juntar dineros acordaron de pasar á la Pulla y cobrar la aduana de los ganados, que es una de las mas gruesas rentas de aquel reino. Tenia el rey à la sazon divididas sus gentes en diversas partes, y él estaba en Benevento, de donde por impedir aquel daño pasó hasta Fogia. Acudiéronle el marques de Mantua con las gentes de Venecianos. Fabricio con seiscientos Suizos que tenia en Troya, pretendia hacer lo mismo: atajaronles los Franceses el camino, y matáronlos casi todos; con que cobraron tantas (1) Se celebraron desde los primeros de setiembre hasta los últimos de octubre no de 1494 sino 95.

avilenteza, que llegados delante de Fogia presentaron al rey la batalla. Rehusóla él por no tener junta su gente, dado que salió á escaramuzar con los contrarios, en que hobo prisioneros y muertos de ambas partes. Los Franceses pasaron adelante por cobrar el aduana: parte cobraron ellos, parle el rey, y otra se perdió que no se pudo cobrar.

Era de grande importancia rebatir por esta parte el orgullo de los Franceses. Gonzalo Fernandez traía en buenos términos lo de Calabria, tanto que tenia en su poder casi toda aquella provincia hasta la misma ciudad de Cosencia, y el castillo de aquella ciudad muy apretado: el señor de Aubeni en lo postrero de la baja Calabria arrinconado sin ser parte para hacer resistencia; sin embargo avisó el rey á Gonzalo Fernandez que pospuesto todo lo demas, se viniese á juntar con él por lo que importaba acudir á la cabeza de la guerra. Determinó hacello así: dejó en su lugar al cardenal don Luis de Aragon primo hermano del rey: su padre fué don Enrique de Aragon, hijo natural de don Fernando el primero rey de Nápoles.

Acudieron los villanos de la tierra para atajalle el paso, cosa que era fácil por la fragura de aquella tierra; mas como quier que los Españoles venian acostumbrados á pelear con los Moros de las Alpujarras en lugares semejantes, cerraron con los villanos y hicieron en ellos gran matanza junto à un lugar de Calabria llamado Muran. Allí se supo que muchos barones de la parte Augevina alojaban cerca de allí en otro lugar llamado Layno con intento que tenian de dar socorro al castillo de Cosencia. Caminó toda la noche con su gente, y al amanecer se puso sobre el lugar: entróle por combate con muerte de gran parte de aquella nobleza; otros fueron presos que envió por mar el rey, los principales el conde de Nicastro y Honorato de Sanseverino hermano del príncipe de Bisiñano.

Pusieron cerco los Franceses sobre Jercelo, diez millas de Benevento: acudió el rey, y puso cerco sobre Frangito que tenia guarnicion francesa. Vino el campo Francés al socorro á tiempo que los del rey entraron la villa y la quemaron por no detenerse en el saco. Estuvieron los dos campos á vista el uno del otro en dos cerros con un valle de por medio, que ninguna de las partes se atrevió á pasalle. Iban de caida las fuerzas de los Franceses, y sin embargo el rey, habido su consejo, se resolvió en no dar la batalla sino muy á ventaja suya, y para esto dar lugar á que llegase Gonzalo Fernandez con su gente: él se apresuró, y si bien el de Mompensier salió para impedille el paso, no fué parte para ello. Andaba el rey en seguimiento del campo Francés que ya rehusaba la batalla. Metiéronse los enemigos en Atela (por otro nombre Aversa) pueblo principal, y que era del príncipe de Melfi: no pudo el rey impedir que los Franceses no se apoderasen de aquella plaza; púsose todavía con su gente sobre ella. Allí le halló Gonzalo Fernandez, y se juntó con él el mismo dia de S. Juan. Luego que llegó, miró la disposicion de aquel sitio, y visto que lo hobo bien todo, primero de julio con su gente acometió la guarnicion que el enemigo tenia en defensa de los molinos de que se mantenian los cercados : hizolo con tal denuedo que echados los Suizos de alli, les rompió y desbarató los molinos. Fué tan grande la reputacion que con esto ganó, además de las victorias pasadas, que los mismos Italianos le comenzaron á dar renombre de Gran Capitan; y asi fué que los demas caudillos, llegado él, no parecian sus iguales sino sus inferiores, y él como general de todos.

Hobo en este cerco diversos encuentros; y los principes de Salerno y Bisiñano con los demas de su valía juntaban en sus tierras gente de á pie y de á caballo para esforzar su partido. Prestaron poco todas estas diligencias: el cerco se apretó de manera que el de Mompensier y Virginio Ursino y el de Persi acordaron de rendirse á partido. Las condiciones fueron que si dentro de treinta dias no les viniese socorro de Francia, sacarian sus gentes del reino con sus bienes, armas y caballos, y rendirian todas las demas tierras, escepto Gaeta, Venosa y Taranto que se reservaban, además de los lugares que tenian en su poder el señor de Aubeni y el duque de Monte: con esto se obligaba el rey á dalles paso seguro por tierra y por mar.

Todo esto se concertó por el mes de julio, y adelante se ejecutó como lo concertaron. En las escrituras que otorgaron, es cosa notable que llaman á Gonzalo Fernandez y le dan el título ya dicho de Gran Capitan. Sin embargo pocos de los Franceses llegaron á su tierra: el mismo señor de Mompensier falleció en Puzol de su enfermedad; y aun con Virginio Ursino no se guardó lo capitulado, antes por órden del papa fué preso con Juan Jordan su hijo y otros señores Italianos. Mucho le pesó al rey de no cumplir su palabra y lo que tenia jurado de ponellos en libertad; no se atrevió empero á desobedecer al papa que con tanta re

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