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za, y como tales se reputaron, hasta que en el siglo siguiente fueron erigiéndose en universidades (1).

Los colegios con estudios generales eran una modificacion de las antiguas universidades. D. Gil de Albornoz había erigido uno para españoles en Bolonia. El Obispo de Urgel Don Nicolás Capoci (Cardinalis Urgellensis) fundó en Perusa un colegio (1374) litulado: Sapientia vetus, en el que dejó dos becas para estudiantes pobres de aquella diócesis, cuyas rentas había llevado por mucho tiempo sin residir. Al mismo tenor hemos visto fundado en Lérida el colegio de la Asunta. Don Diego Anaya Maldonado, á su regreso de Constanza, edificó el célebre colegio de San Bartolomé, llamado el Viejo, por ser el más antiguo, no de España, sino de Salamanca, si bien áun dentro de esta universidad había establecimientos análogos que podían disputarle la antigüedad. A su imitacion se fundaron otros en Salamanca, y el célebre Colegio mayor de Santa Cruz de Valladolid por el Gran Cardenal Mendoza.

La fundacion de estos colegios no era otra cosa que la aplicacion del monacato católico á los estudios universitarios (2): el traje humilde, la vida retirada y áun austera, las prácticas religiosas, la comunidad de mesa y estudio, la clausura, la eleccion de superiores, todo ello estaba tomado en su mayor parte de las antiguas canónicas; y cuando los canónigos regulares se dispersaban huyendo de la vida comun, se llamaba en las universidades á los estudiantes á imitar su regla, y en verdad que lo hicieron con tal fervor, que más de uno de ellos mereció figurar en los altares. San Juan de Sahagun, Santo Tomás de Villanueva, Santo Toribio de Mogrobejo, y otros muchos colegiales de santa memoria, atestiguan esta verdad.

En todos estos colegios dominaba el sentimiento religioso. A falta de seminarios se formaban en medio de las universidades aquellos invernáculos, para preservar del aire mundano á ciertas plantas escogidas en beneficio de la Iglesia. Los estudios favoritos en aquellos colegios eran la teología y el derecho canónico: las demas ciencias se admitían como por favor

(1) La de Toledo en 1520 por Leon X.

(2) El Gobierno anduvo consecuente, cuando á poco de cerrar los conventos suprimió los colegios, para atrapar tambien sus rentas.

Su objeto principal era la conservacion de la fe, y al de San Bartolomé de Salamanca le dió su fundador por divisa estas palabras: In augmentum fidei.

Pero sobre todos estos colegios y universidades vino á tener importancia y celebridad el colegio-universidad de San Ildefonso, que fundó en Alcalá de Henares el Cardenal Cisneros, en 1508. D. Sancho el Bravo, viendo sin universidad alguna toda Castilla la Nueva y Andalucía, quiso ya fundar una en Alcalá, concediendo privilegio para ello al Arzobispo de Toledo D. Alfonso Carrillo. Este planteó unos estudios de gramática y artes en el convento de San Diego; débil cimiento para el gran edificio que allí erigió el franciscano Cisneros. Lamentábase éste de que en las universidades de Castilla la Vieja se enseñaba bien el derecho, pero se descuidaba el estudio de la Sagrada Escritura y teología. Fundó, pues, un colegio con cátedras y enseñanza pública, precisamente para teología. A duras penas dió cabida al derecho canónico y prohibió rotundamente el estudio del civil, añadiendo algunas cátedras de gramática, filosofía y medicina.

Entre tanto ardía en bandos la universidad de Salamanca: elegían los estudiantes por Rector á uno de ellos, y ponían catedráticos á su capricho, prefiriendo, como es de suponer, los charlatanes á los sábios. Al célebre Antonio de Lebrija le desairaron, prefiriendo á un discípulo suyo de los últimos. Cisneros aprovechó estas y otras torpezas, trayéndose á su colegio lo mejor de los catedráticos y estudiantes, disgustados unos y otros de aquella baratería. Lebrija, el mejor humanista; Pedro Ciruelo, teólogo y matemático profundo; Demetrio de Creta, helenista; Alfonso Zamora, profundo escriturario y hebraista, vinieron á trabajar, unos en la poliglota, y otros á enseñar cn la universidad. Entre los primeros colegiales vino Santo Tomás de Villanueva; y para quitar á la democracia escolar la direccion de la universidad y la de su enseñanza, puso éstas bajo la dependencia del colegio.

§. 33.

La tipografía en España al amparo de la Iglesia.-Poliglota Complutense.

El arte tipográfico acababa de nacer en Alemania, y la Iglesia se apresuró á fomentar tan útil invencion, atrayéndola á sus intereses. Varios alemanes ambulantes iban por España recorriendo las ciudades literarias, imprimiendo en ellas las obras que se les presentaban. Apresuráronse los Prelados y eclesiásticos más notables á valerse de aquel descubrimiento para la publicacion de sus obras, ó la reproduccion de otras antiguas de utilidad para la Iglesia (1), y en especial para la renovacion de los libros del oficio divino, muy deteriorados por el uso contínuo y preciso, y por la dificultad en renovarlos. Las iglesias de Barcelona, Valencia, Vich, Zaragoza, Toledo y Salamanca se apresuraron á utilizar tan precioso invento, y en casi todas las obras incunables, ó de aquel tiempo, se echa de ver la mano de varios eclesiásticos, ó como escritores, ó costeando las ediciones.

Pero quien más se hubo de señalar bajo este concepto fué el imponderable Cisneros. A sus expensas trajo á Toledo un impresor aleman llamado Arnaldo Guillermo Brocar, para la edicion de los Breviarios mozárabes. Imprimió además otras muchas obras de utilidad pública y religiosa. Hé aquí la série de ellas cual la describe uno de sus más minuciosos biógrafos (2): «Hizo nuestro venerable Cardenal imprimir á su costa »y divulgar, parte en latin y parte trasladados en lengua cas>>tellana, algunos libros de piedad y de devocion; con los cua

(1) Las primeras obras que se imprimieron en Alemania, fueron las de Lactancio Firmiano y de Civitate Dei de S. Agustin. La primera obra impresa en España, se cree que fuera la titulada Obres, o troves en llaor de la Virge Maria, impresa en Valencia en 1474, y de la cual habia un ejemplar en la biblioteca de Dominicos de Valencia, segun el P. Villanueva (tomo II, pág. 114 de su Viaje literario). Mas esta opinion no es corriente, y los barceloneses pretenden que allí se imprimiera la primera obra que se dió á lúz en España por aquel nuevo método.

(2) Quintanilla, lib. III, cap. 10.

>>les el siervo de Dios se solía deleitar y aprovechar, para alen>>tar el espíritu en la oracion y para seguir sus santos conse»jos. Que son las obras que dió á la estampa á sus expensas, »las Epistolas de Santa Catalina de Sena, religiosa dominica. >>En lengua castellana las obras siguientes: Las Epistolas de »Santa Angela de Fulgino y Santa Matilde-Grados de San »Juan Climaco-Instrucciones de San Vicente Ferrer-Vida de >>Santo Thomas Arzobispo Cantuariense-Meditaciones de la Vi»da de Christo Nuestro Redentor por Landulpho Cartuxano— »El Obispo de Avila, Tostado, sobre Eusebio, y las Instruccio»nes de Santa Clara y las Constituciones synodales de su arzo>>bispado (1), todas en diversos cuerpos y obras. Y las repartió >>por todos los conventos de monjas para que se leyesen en el >>coro y en el refetorio, y atendiesen á su obligacion, y para >>desterrar la ociosidad y ocupar con santo celo á los fieles con >>la leccion de libros espirituales, y de que no había memoria >>en España, ni estaban en lengua que todos pudiesen go>> zarlos.

>>Considerando el siervo de Dios Fr. Francisco Ximenez de >>Cisneros, y viendo que en las iglesias de su diócesi y otras >>fuera de ella no había más del Breviario y del Misal, sin tener >>otros libros que llaman oficios, con punto por donde en las »>iglesias catedrales se celebraban los divinos oficios á canto >>llano; mandó hacer, y se labraron á su costa, tres géneros >>de libros de seis palmos de alto y dos tercias de ancho, todos >>de costosos pergaminos y adornados de singular clavazon y »>>tablas: el uno contenía el Psalterio, de letra buena, y las >>Antifonas del tiempo apuntadas; el segundo que se llama »Santoral porque en él están todos los oficios, apuntado de >>canto llano; y el último fué el libro de Kyries y Misas de »todo el año, ansí mismo con punto y letra, que costaron can>>tidad de dineros, y duran hoy en todas las iglesias del arzo>>bispado de Toledo, que son muchas, y si se hubieran de nu»>merar, fué gran cantidad de volúmenes los que el nuestro

(1) Las constituciones sinodales imprimió en 1498, en un cuaderno en 4.o de pocas fojas. Son muy raras. Hay un ejemplar en la biblioteca de la Universidad. Cisneros manda ya en ellas formar los libros parroquiales de bautismos, matrimonios y defunciones.

>>Cardenal repartió; algunos, con la poca curiosidad de los sa>>cristanes y con el tiempo se van con consumiendo y acaban»do: hasta que haya otro (dice Pisa), don fray Francisco Xi»menez, que con semejante espíritu y celo los restituya: y >>los testigos para su beatificacion dicen, que no sólo dió estos »libros en las iglesias de su arzobispado, sino á muchas de >>España; dándolas á todas de limosna, porque no faltasen >>tan santo exercicio.

y

»>Y porque ninguno se esconda del calor de sus obras, >>aprovechar á lo temporal, y á todos estados, como á lo espi»ritual, mandó imprimir muchos libros de agricultura. Trujo >el siervo de Dios tres hombres célebres á esta villa de Alcalá, >>todos hermanos y naturales de Talavera, llamados Herreras. >El mayor era muy elocuente, y sirvió de orador en esta es>>cuela; el segundo gran músico, y en particular organista, >>que fué el primero de este Colegio; el tercero varon insigne en >>la matemática y arte de agricultura: á éste le hizo escribir >>algunos libros desta ciencia, y para bien de la república y >>en beneficio de la labranza, los imprimió á su costa en nues>>tra lengua vulgar y los repartió entre los labradores.

>>Ansí mismo imprimió á su costa el siervo de Dios Fray >>Francisco Ximenez de Cisneros parte de las obras del egregio >>Doctor Raymundo Lulio, y fueron las primeras que salieron »á luz, de quien fué algo aficionado; quiso dejar una cátedra >>en esta Universidad de su arte, como doctrina singular, que >>la tenía por escuela particular. Y que la impresion primera >>destas obras las hiciesse á su costa N. Cardenal lo dice la >>epístola liminal que anda en ellas, que es dedicatoria á N. >>bendito Prelado; y ansí mismo andan con las armas desta >>Universidad y con los mismos versos que tiene la Biblia >>Complutense, que son los que se pusieron en todas las impre>>siones que hizo en vida; y el Doctor Paz, en el opúsculo que >>imprimió, año 1519, del referido Raymundo, dice cómo fué el >>siervo de Dios N. amo-Benefactor amantissimus in divi Ray»mundi opera: y en nuestros instrumentos parece que el Doc>>tor Carolo Bobillo fué por órden suya á Paris á hacer esta im>>pression, y por esso en Francia corren más estas obras.» Mas ninguna de estas ediciones, aunque muy célebres y provechosas, fué tan útil á la Iglesia en general y á España en parti

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