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zando para entonces la resolucion definitiva. D. Juan salió del territorio cuya mayor parte se puso á merced de D. Fernando, y fue á verse con el de Francia, mientras las tropas de este que marchaban en ausilio de aquel reino habian llegado á Bearne y apoderádose mas tarde de Salvatierra. En Pamplona se juró á D. Fernando como rey, y todos los pueblos se fueron allanando mientras que los ingleses cuyo objeto era acometer la Guyena viendo que Don Fernando no les acudia so pretesto de que la Navarra no estaba segura, dieron la vuelta á su tierra.

La lucha sin embargo no se habia terminado porque las tropas francesas tenian su campo en Salvatierra esperando que D. Juan volviese de Francia con nuevas fuerzas, y el valle de Roncal se alzaba contra los castellanos. En efecto D. Juan penetró en Navarra de modo que el duque de Alba ya por no tener la gente necesaria á fin de resistir á los enemigos, ya con el recelo de que estos se echasen sobre Pamplona corrió á defenderla ausiliado por un cuerpo de seis mil hombres que llegó por entonces de CastiHa. Los franceses no obstante fueron hácia aquella ciudad, atacaron bravamente, mas la resistencia de los sitiados y las tropas que fueron en su socorro obligaron á los enemigos á levantar el campo el último dia de noviembre y á volverse á Francia. Entonces las fortalezas que se habian sostenido se entregaron á D. Fernando, de modo que por el rey de Navarra no quedaba ya cosa alguna.

Los Franceses sin embargo lejos de desistir de su intento juntaban nuevas fuerzas con ánimo de entrar otra vez en Navarra; mas la tregua concertada entre Francia y España en 1.o de abril de 1513 puso fin á la lucha, y el de Navarra no pudo ya contar con ausilios de la otra parte de los Pirineos. La muerte de Luis y el advenimiento de Francisco I hicieron sospechar que la Francia tratase nuevamente de hacer la guerra al Católico por Navarra; mas Don Fernando resuelto á rechazar poderosamente cualquiera tentativa, en 1515 incorporó aquel reino á la corona de Castilla.

Hé aqui puesto finalmente en efecto aquel vasto plan de unidad de todas las provincias de España. Estaba reservado al rey Católi eo completar tan grande obra para la cual se trabajó durante tan

tos siglos. Navarra fue el reino que por mas tiempo se mantuvo emancipado; mas los planes de la providencia no pueden los hombres trastornarlos y quedaron cumplidos en 1515 con la incorporacion de aquel territorio por cuyo dominio se habian sustentadó tantas lides. Ya no hablarémos pues de reinos ni de provincias: España es una; y aunque conserva leyes y costumbres diversas no tiene mas que una religion y un rey. Basta: toda España forma una sola monarquía.

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Decíamos antes de referir la conquista de Navarra que los asuntos de Italia presentaban muy mal aspecto cuando el primer dia de enero de 1515 murió el rey de Francia dejando aquel trono á Francisco I monarca grande y qué por muchos conceptos ocupa un lugar distinguido en la historia de Francia y aun en la de Europa. Apenas habia empuñado el cetro cuando volvió los ojos hácia la Lombardía con ánimo de ir en persona á rematar aquella empresa en que tan varia se habia mostrado la fortuna. Defendian el ducado de Milan quince mil suizos, y ademas los Franceses debian contar por enemigos á algunas tropas italianas y al ejército español. Si no desconfiando unos de otros se unieran todos para atajar el paso á los agresores, podian estos verse forzados á retroceder á su patria; mas desavenidos los de la liga y en parte discordes acerca de lo que debia hacerse, cada uno se colocó en donde le plugo, y los suizos saliendo de Milan llegaron á las manos con los franceses á cuya cabeza se hallaba Francisco I. Los dias 13 y 14 de setiembre y buena parte de la noche inmediata duró la pelea que sostuvieron los suizos con una bravura á toda prueba; mas el refuerzo recibido por el enemigo decidió á su favor la suerte de la batalla. Milan se rindió, entregóse luego el castillo en donde se habia refugiado el duque, y este fue preso y conducido á Francia. Todas las ciudades se sometieron al vencedor, concer-tóse con él el pontífice, y el virey dió la vuelta á Nápoles, cuyos habitantes amagaban alterar la quietud del reino.

Todos estos sucesos no trajeron la paz, sino que al contrario ofrecian un porvenir harto azaroso. A fin de disponerse para las guerras cuyo sostenimiento pudiera ser necesario, el rey Católico

se concertó con la Inglaterra aliándose estrechamente; y cuando mas dispuesto parecia para sustentar el honor de las armas españolas agravósele la enfermedad que de muchos años le molestaba, y en el monasterio de Nuestra Señora de Guadalupe del lugar de Madrigalejo, aldea de Trujillo, falleció entre una y dos de la noche del 29 de enero de 1516, hallándose en la edad de sesenta y cuatro años. Algun tiempo antes habia otorgado testamento en que nombraba gobernador del reino al infante D. Fernando, mas en el que hizo en el dia anterior á su muerte nombró su heredera y sucesora en todos los reinos á su hija D.a Juaua la Loca, y gobernador general á su nieto D. Cárlos; y mientras este estaba ausente encargó el regimiento de Aragon á su hijo natural D. Alfonso arzobispo de Zaragoza, y el de Castilla al cardenal Ximenez de Cisneros. El cadáver de D. Fernando fue llevado á Granada y puesto en la misma sepultura que el de su esposa D.a Isabel, segun ambos lo habian prevenido; y mas tarde fueron colocados en un sepulcro de mármol cuando se acabó la capilla real mandada construir por los mismos.

FIN DEL TOMO SEGUNDO.

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Espedicion de los Catalanes y Aragoneses á Levante.
Continua el reinado de D. Fernando IV.

Menoría de D. Alfonso XI.

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Alfonso XI, apellidado el Justiciero ó el Vengador.
D. Pedro el Cruel.

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Menoría de D. Enrique III, apellidado el Doliente.
D. Enrique III, el Doliente.

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26

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50

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Continua el reinado de Fernando y de Isabel.

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Ojeada á los moros.

Los Judíos.

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D. Felipe I, apellidado el Hermoso y D. Juana la Loca.
Regencia de D. Fernando el Católico.

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416

FIN DEL INDICE.

Nota. Al fin del tomo 3.o darémos el señalamiento del lugar en que deben colocarse las láminas de los tres que componen la obra.

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